Una de cada seis muertes que se producen en el mundo se debe al cáncer. Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dan cuenta de 10 millones de muertes por esta causa en un año y en Chile los últimos informes contabilizan más de 28 mil defunciones anuales debido a la enfermedad. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), 2019 fue el año en que, por primera vez, esta patología se situó en la posición más alta en la tabla de mortalidad nacional.
Luis Barraza, investigador de la Universidad Andrés Bello, sede Concepción, ha desarrollado un largo trabajo en torno a contribuir a mejorar las terapias que hoy existen, considerando los efectos adversos que presenta cada una. El trabajo de Barraza busca, a través del uso de nanopartículas fotosensibilizadoras, una forma más eficiente de transportar la droga contra el cáncer hacia el órgano afectado, además de combinar la quimioterapia convencional con la terapia fotodinámica.
Importantes avances
A partir de un proyecto FONDECYT-ANID, el académico del Departamento de Ciencias Químicas de la UNAB ha logrado ya importantes avances. Uno de ellos es la obtención de nanopartículas (NPs) con propiedades mejoradas para su aplicación en la terapia quimio-fotodinámica del cáncer. Específicamente en el carcinoma de células basales, el tipo más común de cáncer de piel.
Explica que la quimio y la radio terapias son las estrategias más utilizadas para hacer frente a la enfermedad, pero que, si bien su eficacia ha sido mejorada, persisten problemas en ambos métodos. En la primera son efectos secundarios graves y quimiorresistencia, mientras que la radioterapia es restringida debido a la dosis acumulativa de radiación.
Es por eso que más allá de encontrar una cura a la enfermedad, asociada en muchos casos a hábitos de vida poco saludable, es clave avanzar en la vía de mejorar los tratamientos existentes para hacerlos más eficientes.
Un “taxi” para las drogas
Para simplificar una explicación del trabajo del investigador, lo primero que hay que saber es que las nanopartículas son, como su nombre lo anticipa, partículas pequeñas, alrededor de unas cincuenta mil veces más pequeñas que un centímetro. Su tamaño es tan diminuto que ni siquiera son visibles en un microscopio normal.
“Nuestra meta es que sean capaces de transportar la droga anticáncer. Es como un taxi que lleva la droga al sitio de acción farmacológica, además de potenciar el efecto quimioterapéutico mediante la excitación con luz (terapia fotodinámica)”, detalla el académico UNAB, para agregar que “buscamos disminuir la toxicidad de la droga en su transcurso, es decir, desde que la persona ingiere el fármaco o una pomada”.
Lo que ocurre es que, si la droga no es aplicada a través de un transportador, se libera de a poco a lo largo de su trayecto, pero llega sólo una fracción reducida al sitio al que se requiere, por lo que es necesario invertir este problema restringiendo la pérdida residual y promoviendo una mayor carga para su meta. “Esto logra dos objetivos: hacer la quimioterapia más eficiente, al conseguir el efecto de reducir o eliminar el tumor, y disminuir los efectos secundarios”, explica.
El trabajo en laboratorio sigue atentamente este recorrido. “Seleccionamos células sanas del cuerpo, para saber si la nanopartícula con drogas es tóxica para células sanas, y luego la probamos con células cancerígenas y vemos que diferencias hay. Si es más activa frente a la célula cancerígena o no discrimina entre ambas”, subraya el experto.
Barraza detalla que gracias a todo este proceso ya cuentan con nanopartículas cargadas con drogas, que ya están probando en células normales, para luego probarlas en células cancerígenas, lo que sería la última etapa del proyecto, que finaliza en octubre de 2023.
De allí vendrá una nueva etapa para avanzar hacia un producto que pueda ser masificado, proceso que lleva largo tiempo, pero para el que se han empleado fármacos que ya están aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, su sigla en inglés), como una forma de abreviar estos plazos.
“Si tenemos buenos resultados, lo más probable es que tengamos que optimizar las formulaciones para hacerlas más eficientes y específicas dependiendo del tipo de cáncer que queramos atacar. Por el momento, estamos interesados en probar nuestras formulaciones en el cáncer de piel, ya que la terapia fotodinámica es más eficiente ahí. La idea a futuro sería desarrollar un fármaco tópico y evaluar su efecto”, explicó el académico.
Otro avance interesante de consignar es que estas NPs han mostrado también propiedades bactericidas. Este resultado es relevante, ya que la resistencia antimicrobiana (RAM) es uno de los problemas de salud pública más complejos en la actualidad.