Un factor más a la ecuación que aleja el objetivo que por más de 35 años busca “cerrar” el agujero de ozono. No solo los clorofluorocarbonos (CFC) son responsables de debilitar la capa de ozono, que protege básicamente a todo el ecosistema de la exposición de los rayos ultravioletas. Un reciente estudio evidenció el papel que juegan en este proceso uno de los fenómenos que azotó a nuestro país en el último verano y que podría hacerlo cada vez más seguido: los incendios forestales.
De acuerdo a un estudio realizado por investigador del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), los incendios forestales pueden emitir humo hacia la estratosfera, donde las partículas flotan durante más de un año. Estas partículas, según el artículo publicado en la revista Nature, pueden desencadenar reacciones químicas que erosionan la capa protectora de ozono.
El estudio se centra en el humo del megaincendio ocurrido Australia, que ardió desde diciembre de 2019 hasta enero de 2020. Es uno de los mayores siniestros registrados en el último tiendo, abarcando decenas de millones de hectáreas y emitiendo más de un millón de toneladas de humo a la atmósfera.
“Cuando los incendios forestales son muy intensos, tienen una pluma que sube rápidamente por la atmósfera. Ésta tiene humedad y una serie de compuestos que están presentes en la combustión, como cenizas, hollín y también material orgánico”, comenta el académico de la Universidad Católica y experto en contaminación atmosférica, Héctor Jorquera.
El equipo del MIT identificó una nueva reacción química por la cual las partículas de humo de los incendios forestales australianos empeoraron el agotamiento del ozono. Al desencadenar esta reacción, los incendios probablemente contribuyeron a un agotamiento del ozono total en las latitudes medias del hemisferio sur, en las regiones que se encuentran sobre Australia, Nueva Zelanda y partes de África y América del Sur.
El modelo de los investigadores también indica que los incendios tuvieron un efecto en las regiones polares, devorando los bordes del agujero de ozono sobre la Antártica. A finales de 2020, las partículas de humo de los incendios forestales australianos ampliaron el agujero de ozono antártico en 2,5 millones de kilómetros cuadrados, el 10% de su superficie en comparación con el año anterior.
No está claro qué efecto a largo plazo tendrán los incendios forestales en la recuperación del ozono. Un reporte de la Organización de Naciones Unidas recientemente informó que el agujero de ozono y el agotamiento del ozono en todo el mundo están en vías de recuperación, gracias a un esfuerzo internacional sostenido para eliminar los productos químicos que agotan el ozono. Pero el estudio del MIT sugiere que mientras estos químicos persistan en la atmósfera, los grandes incendios podrían provocar una reacción que agote temporalmente el ozono.
“El efecto de los incendios forestales no se tuvo en cuenta previamente en las proyecciones de recuperación del ozono. Y creo que ese efecto puede depender de si los incendios se vuelven más frecuentes e intensos a medida que el planeta se calienta”, expresó en un comunicado Susan Solomon, profesora del MIT y científica a cargo del estudio.
Respecto específicamente al artículo, la experta en Química de la Atmósfera y académica de la Universidad de Chile, Margarita Préndez, manifiesta que hay dos cosas que pueden ser interesantes. “La primera es que hasta pocos años atrás una de las cosas importantes era que los compuestos químicos pudieran llegar hasta la estratósfera. Es ahí donde se produce el fenómeno, donde están las sustancias “comiéndose el ozono”. Pero hay mecanismos, circulación de vientos a nivel planetario, que permiten que haya subida desde los niveles más bajo de la superficie terrestre (tropósfera) hacia la estratósfera”, explica.
La segunda conclusión, complementa Jorquera, es que “tenemos un aumento de incendios forestales -debido al cambio climático- y entonces se va a producir un aumento de este tipo de transporte de sustancias gaseosas a la estratósfera, y retardará aún más que se recupere el agujero de ozono”.
Ya no solo son los CFC
“Eso de pensar que sólo los CFC son los responsables del debilitamiento de la capa de ozono es un error tremendo”, adelanta Préndez. Según cuenta la profesora, en el fenómeno, y en el proceso de toda la química que hay en la alta atmósfera han contribuido no sólo los CFC, sino que también los aerosoles de distinto tipo, como los sulfatos, nitratos y una serie de otros compuestos. “Estos también contribuyeron en el debilitamiento que llamaron el agujero de ozono en la Antártica”, añade.
En el nuevo estudio, el equipo analizó más de cerca la composición de las moléculas en la estratosfera después de los incendios forestales de Australia. Revisaron tres conjuntos independientes de datos satelitales y observaron que en los meses posteriores a los incendios, las concentraciones de ácido clorhídrico cayeron significativamente en las latitudes medias, mientras que el monóxido de cloro aumentó.
El ácido clorhídrico (HCl) está presente en la estratosfera a medida que los CFC se descomponen naturalmente con el tiempo. Mientras el cloro esté unido en forma de HCl, no tiene posibilidad de destruir el ozono. Pero si el HCl se descompone, el cloro puede reaccionar con el oxígeno para formar monóxido de cloro que agota la capa de ozono. “El hecho de que el HCl en latitudes medias cayera en una cantidad sin precedentes fue para mí una especie de señal de peligro”, agregó Solomon.
Según reconoce Jorquera, esta es la primera vez que se demuestra una conexión entre el ozono y los incendios forestales. “Después de que se quemó todo eso en Australia va a pasar mucho, tal vez, para que ocurra un incendio de las mismas características. El investigador de la UC aclara que esto tiene un efecto mayor en las zonas donde afectan estos grandes incendios, y no tanto en el Polo Sur, donde más debilitada se encuentra la capa de ozono.
“La temporalidad es un poco distinta. La capa de ozono tiende a debilitarse más en los meses de invierno, que va un poco en contra de la temporada de incendios forestales. Una de las cosas que dicen en el estudio es que el efecto que tiene en el Polo Sur es muy marginal, con respecto a lo que pasa en otros sectores”, enfatiza Jorquera.
Si bien esto es un factor de preocupación a latitudes medias, tener menos concentración de ozono es un factor de preocupación que implica un aumento de la radiación ultravioleta que llega a los suelos, y que afecta a todo el ecosistema.
“Ahora hay una especie de carrera contra el tiempo”, dice Solomon. Además agrega que “con suerte, los compuestos que contienen cloro se habrán destruido antes de que aumente la frecuencia de incendios con el cambio climático. Esta es una razón más para estar atentos al calentamiento global y estos compuestos que contienen cloro”.
Para Préndez, este nuevo estudio abre un nuevo flanco en esta campaña por recuperar las concentraciones de ozono en la atmósfera y cómo le afectan químicos que no necesariamente son los comúnmente conocidos por esta condición. “Antes era fácil explicar el papel que tenían las erupciones volcánicas, muchas de las cuales llegan hasta la estratósferas. Esos no son CFC, son aerosoles. Otra cosa más compleja fue poder explicar la existencia de sustancias que están en la tropósfera y ascienden a la estratósfera a través de fisuras que hay a lo largo del Globo. Ahí está este tema de los incendios de gran magnitud, como el de Australia en 2020, en el hemisferio sur”.
“Eso debería preocuparnos un poco más, porque todo el tema de la disminución del ozono está más intensa en el hemisferio sur. Nosotros tuvimos en 2017 y durante este año bastantes incendios forestales, por lo que es necesario tomar muy en serio este estudio. Es bastante probable que se deban recalcular las cosas que nos demoremos más en recuperar el ozono.”, concluye la investigadora de la Universidad de Chile.