Una demanda ciudadana por la biodiversidad
Gracias a la tecnología, con tres clics podemos ver en imágenes satelitales cómo grandes áreas en Chiloé, antes cubiertas por densos bosques que Darwin describiera como selvas impenetrables, están hoy cubiertas por manchones de picapica, un arbusto exótico, leñoso y con grandes espinas, que es prácticamente imposible sacar manualmente. Cualquier chilote campesino sabe que, si esta especie comienza a crecer, no la para nadie y significa prácticamente perder su terreno. Allí ya no se puede cultivar nada y tampoco crecerá bosque nativo. Lamentablemente, hoy este campesino chilote preocupado por la biodiversidad no cuenta con ningún instrumento del Estado que le permita gestionar este daño y menos, evitarlo.
Esto es la pérdida de biodiversidad: áreas donde habitaba una gran variedad de especies que hoy están dominadas por una sola especie que en algunos casos significa, además, una pérdida económica inmediata. Chile posee, aproximadamente, 31.000 especies. Un 25% de las especies descritas son endémicas y, de estas, 882 están amenazadas, es decir, en serio riesgo de extinción (en peligro crítico, en peligro o vulnerable). Una especie endémica que se extingue en Chile es una especie que pierde el planeta.
La pérdida de biodiversidad tiene causas históricas. Una de las más importantes son el cambio en el uso del suelo, seguido por especies exóticas invasoras, es decir, especies que no son parte de la historia geológica y evolutiva de Chile, que fueron traídas recientemente y han logrado reproducirse muy rápido afectando a especies nativas tales como por ejemplo el abejorro colorado (Bombus dahalbomii), el zorro chilote o de Darwin (Lycalopex fulvipes) o la palma chilena (Jubaea chilensis).
Estos son procesos que requieren cambios estructurales con una mirada del siglo XXI, es decir, requieren una visión sistémica que, desde la lógica del funcionamiento del Estado, integre la dispersión institucional que tiene hoy la gestión de la biodiversidad en diversos servicios y ministerios, y con el sentido de urgencia que amerita la crisis simultanea del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Esto implica dar fortaleza y coherencia a la institucionalidad ambiental. De a poco Chile ha ido avanzando: se creó el Ministerio el año 2010 y luego los tribunales ambientales, pero aun nos falta como país tener un Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas.
Este servicio no solo se hará cargo de las actuales áreas silvestres protegidas del Estado, los santuarios de la naturaleza y las áreas protegidas terrestres y marinas, reconociendo los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales, sino también de las amenazas que están fuera de dichas áreas, como las especies exóticas invasoras, aportando una planificación ecológica del territorio, identificando ecosistemas amenazados y formulando planes de manejo para su conservación, promoviendo la restauración de ecosistemas degradados e innovando mediante el reconocimiento y certificación de prácticas sustentables. Esto implica también que el Estado fortalece y se hace cargo del patrimonio biológico, es decir, la historia que pertenece a todos los habitantes de Chile.
La creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas es una oportunidad para fortalecer la institucionalidad ambiental encauzando la demanda ciudadana por mayor cuidado del medioambiente y dando respuesta a los tiempos de crisis socio ambiental por la que atravesamos.
* Jefa de la División de Recursos Naturales y Biodiversidad Ministerio del Medio Ambiente
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