Los cierres de colegios inducidos por Covid en 2020 dieron como resultado que la mayoría de los alumnos a nivel primario y secundario, perdieran la mauyoría de las clases presenciales. Las escuelas de todo el mundo se vieron afectadas de manera similar, aunque en diferentes grados.
Como muestran cifras recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, en los primeros 12 meses de la pandemia, 1.500 millones de estudiantes en 188 países y economías no pudieron ir al colegio durante distintos períodos de tiempo. Las cifras de los Países Bajos e Irlanda son similares a las de Inglaterra. En Dinamarca, los estudiantes perdieron cerca de 20 días, mientras que las cifras son mucho más altas en Costa Rica (cerca de 180 días) y Colombia (alrededor de 150 días).
Si bien la mayoría de los colegios proporcionaron durante los cierres alguna forma de educación a distancia, estos igual generaron pérdidas de aprendizaje. Como resultado, en medio de los planes del gobierno del Reino Unido para la recuperación escolar posterior a Covid, el Departamento de Educación ha discutido la posibilidad de extender la jornada escolar, posiblemente levantando el límite existente en la cantidad de horas que se puede pedir a los profesores de colegios estatales que trabajen.
La evidencia internacional parece sugerir que, en algunos casos, una jornada escolar más larga puede ser beneficiosa. Un informe del Grupo de Trabajo de Educación Acelerada dirigido por las Naciones Unidas ha propuesto múltiples formas de lidiar con las pérdidas de aprendizaje inducidas por la pandemia. Estos van desde extender el tiempo de enseñanza hasta implementar programas formales de recuperación con reforzamientos para alumnos con dificultades. Se propuso extender el tiempo de enseñanza como una estrategia apropiada cuando los alumnos han perdido hasta un año de educación.
Además, estudios como los llevados a cabo en Estados Unidos, Canadá y Chile apoyan la idea de que extender el tiempo de instrucción podría ayudar a los alumnos, tanto a corto como a largo plazo. Se beneficiarían tanto académicamente (en términos de lograr puntajes más altos en las pruebas y mayor nivel educativo) como socioeconómicamente (sus ingresos futuros serían más altos).
Sin embargo, una revisión de estudios en América Latina y el Caribe señaló que, a pesar de estos beneficios, puede haber formas más rentables de lograr resultados similares. Una consideración adicional e importante sería el costo psicológico para los profesores.
Mano de obra sobrecargada
Por supuesto, una jornada escolar más larga significa más horas lectivas. Y eso plantea la cuestión de si pedir a los profesores que extiendan su jornada laboral es una solicitud razonable.
De acuerdo con las directrices del gobierno, se puede pedir a los profesores de las escuelas públicas de Inglaterra que enseñen hasta un máximo de 1.265 horas durante 195 días al año. Este número no incluye las horas adicionales requeridas para tareas, como planificación de lecciones, evaluación, monitoreo, registro e informes.
Los datos de cuatro encuestas muestran que, antes de la pandemia, un profesor promedio de tiempo completo en Inglaterra trabajaba 50 horas a la semana en el período lectivo y alrededor de cuatro horas a la semana durante las vacaciones. Ciertamente, hay valores atípicos, incluido el 10% de los profesores a tiempo completo que informaron trabajar al menos 30 horas por semana durante el verano y las vacaciones de medio trimestre y 15 horas durante las vacaciones de Navidad. Los investigadores también encontraron que la cantidad de horas de trabajo informadas no había disminuido durante 25 años. De hecho, se ha descubierto que los profesores de Inglaterra trabajan más horas que la mayoría de los demás países , y los profesores de secundaria inferior trabajan alrededor de ocho horas más por semana.
Nuestra investigación en curso sobre cómo ha sido ser maestro durante la pandemia muestra que los maestros se sienten frustrados. Los participantes que hemos entrevistado han transmitido su angustia por cómo los medios de comunicación y algunos sectores del público han retratado su profesión como vaga.
Y los números confirman su frustración por esa impresión equivocada. Una encuesta realizada en junio / julio de 2020 por la organización benéfica Education Support del Reino Unido descubrió que el 31% de los profesores y el 70% de los líderes de escuelas superiores informaron trabajar más de 51 horas por semana en promedio.
Desde marzo de 2020, muchos profesores de todo el mundo han tenido que oscilar entre cierres parciales de escuelas, reaperturas parciales y reaperturas totales. Para adaptarse, han tenido que aprender rápidamente nuevas habilidades para poder enseñar a los alumnos desde casa.
También han hecho mucho más que enseñar. Han llamado con regularidad y, en algunos casos, han visitado a los alumnos y sus familias para evaluar y satisfacer sus necesidades académicas y de bienestar. Dada la actual incertidumbre de la situación, no es sorprendente que encontremos que la salud mental y el bienestar de nuestros maestros participantes habían disminuido durante el curso de la pandemia.
Si bien puede ser beneficioso para los alumnos extender la jornada escolar, hay que tener cuidado con los costos que esto generaría para la salud mental y el bienestar de los profesores. Los estudiantes no se beneficiarían de ser enseñados por maestros estresados y agotados. Para que cualquier plan de recuperación educativa sea eficaz , es importante tener en cuenta las necesidades y perspectivas de los profesores.
*Lisa Kim, profesora de Psicología en la Educación, Universidad de York
**Kathryn Asbury, catedrático de Psicología de la Educación, Universidad de York