La promulgación de la ley de identidad de género, después de más de cinco años de tramitación, cierra un proceso duro de trabajo activista y es el primer paso de muchos que nos tocará avanzar.

El cambio de nombre y sexo registral es una de las reivindicaciones históricas de nuestra comunidad, pero nosotres necesitamos más. Ser trans seguirá siendo difícil porque con el reconocimiento legal no basta.

Para el futuro esperamos que les niñes, independiente de su edad, puedan acceder al derecho a expresar su identidad y vivirla libremente como cualquier persona. Chile deberá actualizar sus estándares y comprender que los Derechos Humanos no tienen edad.

También deberemos sentarnos a hablar de ley integral de salud, empleo y reparación, como hace poco lo hizo Uruguay con una ley ejemplar para el mundo. Las personas trans necesitamos una protección especial por la violencia y discriminación a la que estamos expuestes históricamente.

Esta ley es un homenaje a todas las personas trans asesinadas, acosadas y marginadas de la sociedad. La resistencia trans nos ha enseñado a que los sueños son posibles.

Estamos contentes porque con esto abrimos un viaje sin retorno hacia una vida mejor, plena y libre para muches. Nosotres, les trans, hemos abierto un camino que más temprano que tarde la sociedad agradecerá.