Uno de cada cinco nacimientos en Chile es de una madre extranjera y la mayoría es de venezolanas

Uno de cada cinco nacimientos en Chile es de una madre extranjera y la mayoría es de venezolanas
Uno de cada cinco nacimientos en Chile es de una madre extranjera y la mayoría es de venezolanas

Una reciente investigación evidenció la creciente demanda y el acceso limitado a los servicios de atención médica de estos migrantes en nuestro país, así también como en otros lugares de América Latina.


La población en Chile se reproduce cada vez menos, y la migración podría ayudar a revertir ese problema. Según las reciente Estadísticas Vitales, publicadas por el INE, los niveles de fecundidad han ido descendiendo desde hace años en el país y el número de hijos(as) promedio que tendría una mujer durante su vida fértil (15-49 años), sigue disminuyendo y ubicándose bajo el nivel de reemplazo, que es de 2,1 hijos(as).

Mientras en 2022 la tasa global de fecundidad (TGF) fue de 1,25 hijos/as promedio por mujer, las estadísticas provisionales de 2023 muestran que dicha tasa llegó a 1,16 hijos/as, la más baja de la historia del país e incluso una de las menores tasas a nivel mundial. Es más, si se compara con 1992, la cifra de 2023 estaría reflejando una caída de 53,7%.

Uno de cada cinco nacimientos en Chile es de una madre extranjera y la mayoría es de venezolanas

Sin embargo, y en contraste a la tendencia nacional, el número de nacimientos de madres extranjeras en Chile ha continuado incrementándose. Así, mientras en 2017 el 6,9% de los nacidos vivos provenía de una mujer de origen extranjero, en 2022 esa proporción subió a 18,9%.

De los 35.864 nacidos vivos de madres extranjeras en 2022, el mayor porcentaje (20,3%) fue de mujeres venezolanas, seguidas de las madres peruanas (10,6%) y haitianas (10,0%). Los porcentajes más altos de hijos(as) de madres extranjeras por región estuvieron en Tarapacá y Antofagasta, donde de cada 100 nacimientos ocurridos 48 y 41 nacimientos fueron de madres extranjeras, respectivamente.

Martina Yopo, investigadora y académica del Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, explica que si pensamos que la tasa global de fecundidad en Chile es muy, muy baja, sería mucho más baja aún sin la importante contribución que están realizando las madres migrantes. “Eso supone dos desafíos, el primero es que efectivamente los estudios internacionales han mostrado que las mujeres migrantes tienden en el mediano plazo a asimilar los comportamientos reproductivos de la población nacional, por lo que no solamente podemos confiar en que las mujeres y madres migrantes van a tener una natalidad alta y eso nos va a permitir estabilizar la tasa global de fecundidad”.

Además, agrega que efectivamente en Chile en los últimos años hemos vivido una ola migratoria muy profunda, “pero también lo que han mostrado las tendencias es que probablemente las regulaciones migratorias sean más restrictivas y probablemente vamos a ver un flujo más reducido de mujeres migrantes. Es muy importante empezar a desarrollar políticas públicas que permitan enfrentar este desafío en otros ámbitos de la sociedad”.

Dedvi Missene
Embarazo. Imagen referencial.

El aumento de la migración venezolana en los países de América Latina ha traído consigo un cambio demográfico significativo, especialmente en la población femenina en edad reproductiva y su descendencia. Pero también un reciente estudio reveló la preocupante disminución de la cobertura sanitaria y las necesidades de salud insatisfechas para niños, niñas y mujeres jóvenes venezolanas en Chile.

El trabajo, que muestra la potencial demanda de servicios de salud de la población migrante femenina en países andinos, tomando como caso de estudio a la población venezolana, fue realizado por Sarahí Rueda-Salazar, académica del Centro de Investigación en Sociedad y Salud de la Universidad Mayor, y Jenny García, del Institut National d’Etudes Démographiques (Paris, Francia), quienes usaron datos oficiales de registros administrativos, censos y encuestas por muestreo de organismos internacionales y de países como Colombia, Ecuador, Perú y Chile: los cuatro principales destinos de la diáspora venezolana.

La investigación, publicada en la revista International Journal for Equity in Health, arrojó que durante el periodo 2015-2022 la población de mujeres venezolanas en edad reproductiva creció significativamente en estos países. En el caso de Chile, la proporción pasó del 0,3% en 2015 al 6,8% en 2022. Este fenómeno también ha influido en el aumento de nacimientos, con un excedente del 8% en Colombia durante 2020, atribuido a mujeres migrantes venezolanas mayoritariamente de un perfil demográfico más joven.

También se evidenció una disminución en la cobertura sanitaria: en 2022 se estimaba que el 20% de las necesidades de atención médica no estaban cubiertas para niños, niñas y mujeres jóvenes venezolanas, es decir, uno de cada cinco tenía una necesidad insatisfecha en el sistema de salud chileno. Panorama que muestra importantes desafíos en salud pública y protección social en la población migrante perteneciente a grupos de mayor vulnerabilidad social.

Embarazo
Embarazo. Imagen referencial.

Las migrantes venezolanas enfrentan serias dificultades para acceder a servicios de salud, como los recursos financieros limitados, la discriminación, las dificultades para obtener un seguro médico y la falta de información sobre el sistema sanitario. El estudio propone mejorar el acceso a los programas de cobertura médica – sea público o privado-, combatir la discriminación en entornos de atención médica y brindar intervenciones específicas para grupos vulnerables como niñas, niños y adolescentes.

El trabajo también refleja las necesidades de salud diferencias entre la población migrante y la nativa, las cuales son ampliamente diversas debido al perfil demográfico de las migrantes y el proceso avanzado de envejecimiento en la población chilena, lo que conlleva a tomar intervenciones en planificación sanitaria diferenciadas para mejorar el acceso a servicios de salud en el país.

“Las mujeres migrantes a menudo enfrentan múltiples vulnerabilidades relacionadas con su género, estatus legal y condiciones socioeconómicas. Estas vulnerabilidades pueden afectar su salud y bienestar, requiriendo un enfoque integral que incorpore los servicios de salud con el apoyo social, la asistencia legal y los programas de empoderamiento económico. Al abordar las necesidades de salud de las mujeres y niños migrantes a través de la colaboración intersectorial, los países de la región pueden promover su bienestar, facilitar su integración y contribuir a un sistema de salud más equitativo y justo”, detalló Rueda-Salazar.

Por otro lado, las estadísticas del INE muestran también que la edad en que las mujeres en Chile son madres sigue retrasándose. La Tasa Especifica de Fecundidad (TEF) más alta (número de hijos/as por 1.000 mujeres según el grupo de edad de la madre) en 2022 estuvo en el tramo de 30 a 34 años, con una tasa de 67,2 hijos por cada mil mujeres en esa edad. En 2023, según cifras provisionales, la TEF más alta se ubicó en el mismo tramo etario, pero bajó a 60,7.

En 1992, en contraste, la TEF más alta se situó en el grupo de mujeres de 25 a 29 años y fue de 135,4 hijos por cada mil mujeres en esa edad. La maternidad adolescente (15 a 19 años) también se ha reducido: la TEF entre ese grupo pasó de 64,6 nacimientos por cada mil jóvenes en 1992 a 12,2 en 2022 y a 11,0 en 2023, según datos provisionales.

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