Aunque no lo creamos, en varios países de Latinoamérica, el gasto público ha aumentado año a año. Sin embargo, las ineficiencias cuestan -en promedio- un 4,4 % del PIB, lo que bien gestionado podría eliminar la pobreza extrema de toda la región. Chile es uno de los mejores gestionadores de sus fondos públicos, no obstante, la percepción social del impacto de este gasto no es concordante con ello. Son diferentes las explicaciones a este problema. Por una parte, se atribuye a la actividad del quehacer político; por otra, al desvío de recursos a intereses particulares del gobierno de turno y también, a la percepción de falta de eficiencia y transparencia en la administración del Estado y sin perjuicio de que nuestro país lleva la ventaja en todos los puntos anteriores, aun así, los problemas de gobernanza y desafección política de la ciudadanía han repercutido en la paz social y de desarrollo humano.
Una de las formas de avanzar hacia la disminución de estas brechas, tanto en Latinoamérica como en Chile, es involucrar a la comunidad en la creación de políticas públicas y en la adopción de una visión de largo plazo para la toma de decisiones. Estas acciones permitirán que la comunidad se encargue de diseñar su futuro, entregando una guía para los gestores públicos, autoridades y candidatos presidenciales a través de sus programas de gobierno.
Una recomendación constante que han realizado organismos internacionales, basándose en la experiencia de países con altos niveles de desarrollo, es incorporar la prospectiva en las políticas públicas para que la sociedad y la acción política puedan establecer una cultura de pensamiento de largo plazo y de anticipación.
Entre los países que han adoptado la prospectiva, en sus distintos niveles y procesos, se encuentra el emblemático caso finlandés, que desde 1993 cuenta con una comisión de Futuro, la que se sostiene principalmente en una articulación social y de trabajo político con su parlamento. Esta instancia ya existe en Singapur, lugar que cuenta con el Centre for Strategic Futures desde el 2009; Canadá, con el Policy Horizons creado el 2010; Francia con France Strategie, 2013; y los Emiratos Árabes Unidos, con el Future Foresight Strategy, entre otros.
Esto ha permitido generar una mayor cohesión social al proyectar un rumbo compartido y alcanzar políticas públicas de calidad.
En este contexto, nuestro país requiere no solo una disposición política y social para impulsar y reconocer las fortalezas de largo plazo, sino que además, reflexionar sobre la cristalización de una estructura encargada de la función prospectiva en nuestro país, que apoye y otorgue el marco para la gestión del Estado, garantizando un mayor énfasis en: analizar y apoyar procesos prospectivos para los territorios; coordinar diferentes unidades de planificación y prospectiva; gestar y promover una visión de largo plazo nacional; motivar una cultura de alfabetización de futuro; y proveer de las condiciones y capacidades para que la sociedad construya su futuro.
En este camino, la comisión Desafíos de Futuro del Senado -con el respaldo de sus cinco senadores integrantes- no solo está impulsando la difusión de tecnologías y de la innovación, sino que ha iniciado una mesa de trabajo transversal que tiene como objetivo entregar las bases de un proyecto de ley que permita una institucionalidad prospectiva, el que será puesto a disposición del Presidente de la República para su análisis y posible patrocinio.
Ante la incertidumbre de cómo enfrentar nuevas problemáticas de: escasez, cambio climático, tecnológicos y sociales, se hace urgente y necesario, generar las condiciones para un cambio cultural de la sociedad hacia el pensamiento de futuro, con ejes claros y concretos, tales como: la reducción de la desigualdad; el mejoramiento de la gestión del gasto público y el desarrollo sostenible; y los desafíos que implican que la función política transite hacia un rol de consenso, que procure el equilibrio en la distribución de poder, entre actores con diferentes objetivos y preferencias.
Es necesario reflexionar que hoy estamos viviendo de las decisiones tomadas en el pasado, por lo que es ahora el momento de abordar unas que nos permitan gestionar satisfactoriamente nuestro futuro. Nuestro país y sociedad deben avanzar en incorporar la anticipación y la gestión de su futuro, asumiendo una responsabilidad con las generaciones actuales y las que vienen, con el claro propósito de que el desarrollo se encamine de manera conjunta con las aspiraciones de la sociedad, pero conscientes del rol que todos jugamos en la construcción de nuestro futuro.
*Francisco Chahuán – Presidente Comisión Desafíos del Futuro del Senado
**Paola Aceituno – PhD en Administración. Académica UTEM