La letalidad que ha presentado el coronavirus en personas mayores resulta preocupante desde el inicio de la enfermedad en China. Investigaciones realizadas en ese país fueron alertando de ese aspecto. Uno de los estudios más relevantes, efectuado a más de 72 mil pacientes, indica que en personas de 60 a 69 años la tasa de mortalidad era de 3,6% y que entre los 70 a 79 años se elevaba a 8%. Pero al observar tasa de mortalidad en personas mayores de 80 años es casi del 15%, mientras entre los 10 a 39 años, es solo 0,2%.
Los especialistas han sido claros que en el riesgo de contraer coronavirus la edad no en una variable crítica exclusiva. Las personas mayores, solo por el hecho de serlo, no tienen más probabilidades de morir con Covid-19, sino que muchas veces eso se vincula a mayor número de enfermedades presentes en ese grupo etario. También han fallecido personas menores e incluso niños.
Pero en el actual escenario de alza sostenida de casos, se decretaron nuevas medidas por parte de las autoridades. Una de ellas, es que, todas las personas de 75 años o más, deben guardar cuarentena obligatoria, ampliando así el aislamiento estipulado para personas mayores de 80 años. La razón de ello es que más del 25% de los fallecimientos se registra en ese rango etario.
Pero ¿dónde viven los mayores de 75 años en la Región Metropolitana? Una interrogante relevante, considerando la actual medida, en especial si se trata de un grupo vulnerable, plantea Mauro Basaure, director del Programa de Doctorado en Teoría Crítica y Sociedad Actual de la U. Andrés Bello e investigador del Centro de Conflicto y Cohesión Social (Coes), que junto con la geógrafa de la Asociación de Geógrafas Feministas de Chile, Pía Palacios, en el marco del Proyecto Fondecyt Regular 1191490 (proyecto de investigación que se realizará entre 2019 y 2022) realizaron un estudio en base a los resultados del Censo 2017, para determinar dónde se ubican geográficamente las personas de ese grupo etario en la Región Metropolitana.
Como punto de partida en esta caracterización, dice Basaure, hay que tomar en cuenta que en Chile, tanto las características de la transición demográfica como la expectativa de vida varían según el nivel socioeconómico.
Para identificar esa variación y siguiendo esta tesis, dice que es necesario analizar las variaciones en la cantidad de personas mayores de 75 años dependiente económica y físicamente de otros.
La idea de dependencia tiene dos grandes aristas, dice. Ambas íntimamente relacionadas: la económica y la del cuidado físico, explica. “Mientras que la primera refiere a tasas que ponen en relación la población económicamente activa o empleada con la que no lo es, la segunda busca dar cuenta de la situación en que grupos dependen de otros, que sin su ayuda verían fuertemente deterioradas sus condiciones de vida, e incluso, en peligro su supervivencia”, dice.
En el primer quintil (de menores ingresos) la tasa de dependencia de mayores de 75 años es de 7 adultos por cada cien personas (7,0); en el segundo quintil es de 6,3; en el tercero, 5,8, en el cuarto 5,4 y en el quinto (el con más ingresos) de 7,8, la concentración más alta.
Como se puede apreciar, en los primeros quintiles hay una tasa de dependencia de los mayores de 75 más alta que las de los quintiles segundo, tercero y cuarto. Pero, en el caso del último quintil hay una tasa de dependencia que es la más alta que la de de todos los quintiles, lo que es explicado por la alta esperanza de vida de los grupos socioeconómicos más altos.
Ambas nociones de dependencia, la económica y la de cuidado, se estudian normalmente de manera separada y sin relación entre ellas. “Esa separación muchas veces responde a una diferencia de orden disciplinar; entre demografía, de una parte, y sociología, de la otra. Con esa innovación trato de acercar dos conceptos de dependencia, el de los geógrafos y economistas (dependencia económica) y aquél que refiere a que las personas mientras más viejas más cuidado y ayuda necesitan de otros”, sostiene Basaure.
Ciudad segregada
La transición demográfica no es democrática, detalla Basaure, “y no se reparte por igual dentro de un territorio como Santiago, reflejo de una sociedad muy segregada”.
Un aspecto que se aprecia con más claridad al considerar la población no sólo de 65 años o más, sino a grupos de 75, 80 y 85 años y más, “ahí sé cómo se ubican en el sector alto de la ciudad, en la parte más rica, gran parte de los adultos de la cuarta edad viven en los sectores altos”. En una ciudad segregada como Santiago, estas diferencias por nivel socioeconómico se expresan de un modo claro en la ciudad.
Así, por ejemplo, en el caso de los mayores de 75 y su distribución en la RM, la imagen muestra la menor a mayor concentración, según la tasa de dependencia, que da cuenta de mayor zonas rojas, el tramo más alto de concentración en comunas como Las Condes y Vitacura (ver mapa).
Al considerar cómo los adultos a partir de los 65 años se distribuyen geográficamente invisibiliza el fenómeno de que a mayor edad se expresa la desigualdad socioeconómica y territorial. “Ello puede evidenciarse en el hecho de que, considerando los adultos mayores a partir de 75 años, si bien puede verse ya una concentración mayor en la parte alta de la ciudad, esa concentración es cada vez más clara en la medida que se consideran primero a los mayores 80 y luego a los mayores de 85. Mientras más rico el territorio, más adultos de la denominada cuarta edad existen”, detalla Basaure.
Al observar la distribución de los mayores de 80 años, se aprecia claramente que las zonas rojas, el tramo más alto de concentración, se da por ejemplo, en comunas como Las Condes y Vitacura. Por otro lado, en comunas como Puente Alto y La Pintana, la concentración es menor (color más claro).
En el cono central de la ciudad de Santiago, la imagen es diferente. Viven principalmente gente joven sin familia, ni niños, ni muchos adultos mayores. “El sector céntrico de la ciudad conformado por la comuna de Santiago, el poniente de la comuna de Providencia y el sur de Recoleta, muestran un muy bajo índice de dependencia dado por la centralidad y las dinámicas del territorio”, detalla Basaure. Estos sectores normalmente están habitados por hogares unipersonales, biparentales sin hijos o bien con una muy alta proporción de población adulta joven.
La mayor diferencia de concentración se aprecia al observar a los mayores de 85 años, que se concentran, como muestran las zonas rojas, en comunas de Ñuñoa, Las Condes y Vitacura.
En el pericentro de la ciudad en donde la tasa de dependencia total aumenta. Pero por procesos distintos. “Si bien el envejecimiento de la población es una dinámica que se está dando de forma generalizada en todo el país, son en los lugares más acomodados económicamente donde los adultos mayores se concentran en una mayor proporción”, indica Basaure.
El sector oriente de la ciudad, es uno de los más acomodados, pero también el que presenta la esperanza de vida más alta de la ciudad, lo que lleva a que la tasa de dependencia de los adultos mayores aumente.
La transición demográfica no es democrática y se puede ver solo si se extreman los números, indica Basaure: “A más edad queda más claro que la cuarta edad vive en la parte alta de la ciudad, la gente que hoy va a tener que obligatoriamente en cuarentana, de alguna manera la medida no afecta mucho en general, aunque las comunas ricas no estaban en cuarentena obligatoria previamente”.
Cuando Chile entra a la transición demográfica, entra como un país desigual. “En África sigue la gente viviendo poco, 50 años incluso en algunas partes, como se veían las cifras de expectativa de vida en los años 40 y 30 en Chile. Y en los países desarrollados mueren pocos niños y viven más tiempo, por eso tienen problema con el sistema de pensiones y Chile está en eso hace rato, pero lo que no se dice es que esa transición esta socialmente estratificada por nivel socioeconómico, Chile esta etapa avanzando en esa etapa envejecimiento, pero de manera desigual”.
Un panorama que en la actual pandemia por Covid-19 hace que si en esas comunas, con mayor cantidad de personas de 75 años y más, supone un sistema de cuidado distinto. “Hay más necesidad de cuidado para adultos de la cuarta edad y puede que no lo estén recibiendo, que puede ser una situación difícil porque pueden estar solos, hay más demanda por temas de cuidado que en situaciones normales se cubre con personas que vienen de comunas más pobres”, dice Basaure.
Ese factor no se ha tomado en cuenta con la importancia que tiene, dice el investigador. “Haber expuesto la obligatoriedad de que no salieran, que se instaló ahora, se pudo instalar hace mucho tiempo si estos datos estuvieran a la vista se habrían tomado en cuenta, además considerando que muchas comunas de altos ingresos estuvieron en cuarentena solo algunas semanas”.