Las personas que se encuentren en las regiones de La Araucanía y de Los Lagos el próximo 14 de diciembre podrán disfrutar en vivo de uno de los fenómenos más espectaculares que nos pueda brindar el universo: un eclipse total de sol.

Esto ocurre porque la luna es aproximadamente 400 veces más pequeña que el Sol y está unas 400 veces más lejos del astro. Esta increíble coincidencia numérica permite, al mirar desde la Tierra, al pequeño satélite natural alinearse con nuestro planeta y quedar en el lugar perfecto para tapar con exacta precisión al sol. Así se explica que cuando el reloj marque las 13 horas del próximo lunes comenzará a oscurecer rápidamente y el día se convertirá en noche en cosa de minutos.

En el resto del país el eclipse será parcial, pero no por eso menos fascinante e impresionante de ver. Esta parcialidad comenzará con un 26 por ciento de oscuridad en el norte (Región de Arica y Parinacota) e irá aumentando hasta la franja de oscuridad total y luego descenderá en las zonas más australes hasta llegar a un 54 por ciento en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena. En el centro del país alcanzará un 78 por ciento de umbra (oscuridad).

Los especialistas advierten que en las zonas de parcialidad, al quedar una parte del sol expuesta y en un horario del día de alta energía, existe un mayor riesgo de daño ocular, que incluso podría llegar a ser irreparable.

“Hace más de 2.400 años que la humanidad ya sabe que mirar el sol sin protección produce daño a nuestros ojos”, señaló Martin Hoehmann, jefe de la cátedra de Oftalmología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, en su conferencia sobre el eclipse y los riesgos de daño a la visión que ofreció en la última Charla Pública de Astronomía, iniciativa que organiza el Instituto de Física y Astronomía de la UV, en referencia a que Platón ya lo mencionaba en sus libros y le atribuía a Sócrates la recomendación de mirar los eclipses solares de manera indirecta a través del reflejo.

El médico además explicó por qué se produce el daño. “Hay varios mecanismos: uno es el daño térmico, ya que por la acumulación de energía sube la temperatura y destruye las neuronas que están en la retina. Este efecto es inmediato y doloroso. Se ha visto que se produce con una exposición de menos de diez segundos. El otro tipo de daño es el fotoquímico, cuyo efecto es más lento, indoloro y es el más frecuente, similar a cuando nos quemamos la piel por el sol”, informó.

Hoehmann advirtió que también hay que tener en consideración las superficies refractantes. “Cuando estamos al lado del mar o en la playa, donde hay mayor refracción de luz, más energía va a llegar a nuestros ojos; también el uso de drogas (psicotrópicos) disminuyen los mecanismos de defensa, por lo tanto, tenemos más riesgo de daño y, por último, visualizar el sol o el eclipse con telescopios o binoculares sin la protección adecuada también nos puede producir daño”, explicó.

El daño ocular que se podría producir por la exposición al sol sin la protección adecuada puede llegar a ser profunda e irreversible. Bajo ese contexto, la prevención es el único tratamiento con el que contamos para que nuestra visión no quede en la total oscuridad.