Violencia infantil silenciada: Estudio en Chile advierte falta de canales de denuncia durante la pandemia

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Imagen referencial. Crédito: Agencia Uno

La investigación realizada por especialistas de las Universidades de Chile y Católica deja en evidencia la importancia de las escuelas como canal para detectar situaciones de violencia infantil que puedan estar sufriendo niños y niñas en sus hogares.


Durante los meses más difíciles del confinamiento, durante el encierro más severo de la pandemia, un hecho estaba ocurriendo al interior de las casas sin poder ser advertido ni denunciado. Los niveles de violencia infantil en los hogares suelen ser detectados y denunciados cuando un profesor, una profesora, o un paradocente identifica ciertas señales de que algo le puede estar pasando a un menor en su casa. Sin embargo, esa facultad sufrió una disminución abrupta durante el confinamiento.

Un estudio realizado por la académica del Instituto de Sociología de la Universidad Católica, e investigadora del Instituto Milenio para la Investigación en Violencia y Democracia, Pilar Larroulet; junto al PhD. en Economía y académico de la Universidad de Chile, Damian Clarke; y también los investigadores Daniel Pailañira y Daniela Quintana, muestran las preocupantes cifras de violencia no denunciada durante los meses en que la gran mayoría de las escuelas estuvieron cerradas.

Con información obtenida hasta el diciembre de 2021, los investigadores se dieron cuenta que durante los primeros meses de pandemia, cuando cerraron los colegios y la educación se impartió solo de manera remota, se observó una caída abrupta en las denuncias de violencia física, sicológica y sexual realizada a niñas, niños y adolescentes. “El mayor riesgo de violencia infantil, lo viven en sus propios hogares, siendo los padres, madres y familiares en general los principales perpetradores de violencia contra niños y niñas”, declara Pilar Larroulet.

Por su parte, Damien Clarke relata que este estudio nació cuando comenzaron a observar el contexto de cierre de colegios, “porque en otros casos habíamos visto que esto es importante, dado que son un canal concentrado de denuncias. Cuando un niño o niña es víctima de violencia en su casa, eso no se denuncia a menos de que en el colegio se detecte. Según cuenta el investigador, se vio una caída “gigantesca en denuncias al momento del cierre de colegios. Casi 50% en los distintos tipos de violencia”.

Pilar Larroulet
Pilar Larroulet. Foto: Sociología UC.

En concreto, el estudio concluyó descensos en los informes de violencias, al momento del cierre de clases presenciales. Las disminuciones estimadas en las denuncias oscilan entre -17 % (violación) y -43 % (abuso sexual). Si bien los reportes aumentan con la reapertura de las escuelas, la recuperación de las tasas de informes es lenta, según explicaron los autores de esta investigación. Las proyecciones sugieren que las brechas en los informes se mantuvieron hasta el último trimestre de 2021, casi dos años después del cierre inicial de las escuelas.

Asimismo, las estimaciones del equipo investigador sugieren que el cierre de la escuela y la reapertura incompleta resultaron en alrededor de 2.800 informes “faltantes” de violencia intrafamiliar, 2.000 informes faltantes de agresión sexual y 230 informes faltantes de violación contra niños, equivalente a entre 10 y 25 semanas de informes en los períodos de referencia. Los impactos inmediatos y a más largo plazo del cierre de escuelas representan entre el 40% y el 70 % de los informes.

Según explica Clarke, la falta de denuncias durante los meses de confinamiento “no tiene que ver con la ocurrencia del delito. Pensamos que sí aumentó la violencia, aunque hubo mucho menos denuncia. Eso nos parece preocupante porque creemos que siguieron habiendo escenarios de violencia hacia niños y niñas, pero esta vez sin el recurso legal”.

“Lo preocupante es que debiésemos haber visto un aumento de denuncias, si es que hubo más factores estresantes que pudieron desencadenar en hechos violentos durante la pandemia”, agrega Larroulet. Esta disminución se produjo a pesar de las preocupaciones sobre un posible aumento de la victimización de niños y adolescentes, dada la confluencia de factores de riesgo asociados con el maltrato infantil, como el desempleo de los padres y el estrés económico, el agotamiento, las fuentes limitadas de apoyo y el aumento significativo en el tiempo que pasan juntos.

De hecho, otros estudios realizados con profesores y profesionales de servicios sociales, informan un aumento en los conflictos familiares durante los primeros meses de la pandemia de Covid-19. Por lo tanto, los responsables de este estudio afirman que los casos no detectados pueden haber aumentado sustancialmente por encima de los niveles de referencia, con consecuencias a largo plazo en caso de que estas víctimas de violencia no detectadas permanezcan sin ser detectadas con el tiempo.

Damian Clarke
Damian Clarcke. Foto: damianclarke.net

“Seguimos la población por casi dos años, y vimos que los niveles aún no alcanzan el nivel previo al cierre de colegios. Es posible que hayan muchos casos no detectados, y que las personas sigan en una situación vulnerable”, añade Clarke. Según lo visto durante esta investigación, desde marzo a agosto del 2020, la caída de denuncias es más grande que los meses siguientes. Pilar Larroulet detalla que a través de este estudio “no podemos medir violencia, que es el gran desafío de este tipo de mediciones. Sin embargo, la cantidad de denuncias nos da una aproximación de lo que podría estar ocurriendo”.

Ahora, los investigadores buscarán información para contrastarla con el escenario educacional del 2022, donde ya fueron retomadas prácticamente en su totalidad las clases presenciales. “La clave acá están en la interacción entre personas. En la capacidad de un docente, un profesional de la escuela de observar a un niño o niña. Al calcular cuántas denuncias perdemos, es calcular de alguna manera el límite más bajo de lo que pudo haber ocurrido”, concluye la investigadora.

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De acuerdo a los académicos, es relevante estudiar y pensar en estrategias más efectivas para facilitar la identificación de hechos de violencia hacia niños y niñas durante los periodos en que los establecimientos estén cerrados, como durante una pandemia o también durante el periodo de vacaciones. “Miramos los datos específicos de las municipalidades, donde vimos que las escuelas son los canales principales para detectar este tipo de denuncias”, enfatizaron.

Cabe destacar que, si es víctima o testigo de violencia infantil, se puede llamar al 147, correspondiente al “Fono Niños” de Carabineros de Chile. Es un servicio telefónico gratuito y confidencial, creado como una instancia preventiva de orientación y apoyo especialmente dirigida a niños, niñas y adolescentes que sean víctimas de amenazas o vulneración de sus derechos.

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