En la película Matrix el siniestro agente Smith se refiere a la humanidad como a un virus, una enfermedad que apesta el planeta Tierra. El mismo filosofo alemán Arthur Schopenhauer decía que el fenómeno de la vida, en definitiva, no es otra cosa que una delgada capa de moho sobre la superficie del planeta. Afirmaciones perturbadoras, especialmente en el contexto actual. ¿Nosotros, los humanos, un virus? ¿Nuestra sociedad es moho? La idea nos desagrada. Claramente.
Una de las características de un virus que todos hemos aprendido a conocer en estos tiempos es su crecimiento exponencial. Todos llevamos semanas de confinamiento, para aplanar la curva de los contagios y detener la propagación de Covid-19. Ese es nuestro objetivo, porque algo que crece exponencialmente da miedo. En particular si lo que crece es una enfermedad potencialmente mortal. En el caso del Covid-19, dependiendo de las condiciones de cada país y de las medidas de contención, hablamos de crecimientos de un 10-20% diario.
Consideremos el crecimiento de nuestra propia especie. La población mundial actual es de 7.700 millones de individuos con un crecimiento de aproximadamente 1% anual. Este factor nos llevará a una población de 8.500 millones en 10 años y mas de 20.000 millones en 100 años, según una tendencia exponencial.
Thomas Malthus, ya en el siglo XIX, cuando la población mundial ni alcanzaba los 1.000 millones, predijo que esta situación llevaría la humanidad a la catástrofe debido a que nuestra capacidad de generar bienes no podría seguir esa misma tendencia. Por eso necesitamos crecimiento económico, un factor que es sin duda positivo en el momento en que genera mayores ingresos y mayor bienestar para un numero creciente de personas, pero que implica uso de recursos y contaminación con una tendencia que también crece exponencialmente, exactamente como los contagios de una infección viral.
Según una famosa leyenda, el inventor del ajedrez pidió como recompensa un grano de arroz para la primera casilla del tablero, dos para la segunda, 4 para la tercera etc. El príncipe que la recibió, claramente poco instruido en matemática, aceptó sorprendido por tan modesta petición, pero el numero de granos crece exponencialmente del 100% por casilla y a la casilla 64 corresponden miles de millones de toneladas de arroz! El engaño está en que el crecimiento exponencial no es muy distinto del lineal en su comienzo (en este el aumento se mantiene fijo), pero se vuelve rápidamente insostenible ya que provoca una explosión descontrolada, como en el caso de una bomba atómica. Por esto subestimar un crecimiento exponencial es un error muy grave y que puede salir muy caro.
Si nos desagrada tener características de virus, habrá que cambiar. El Sars-Cov-2 no tiene opción, solo puede comportarse como virus. Pero nosotros sí, tenemos opciones. Podemos decidir aplanar nuestra propia curva, por ejemplo asumiendo un consumo responsable y sustentable, siendo respetuosos del entorno, distribuyendo equitativamente nuestros recursos, potenciando las características que nos hacen humanos, entre ellas recordémoslo, están las ciencias, las artes, la literatura, la capacidad de análisis y aprendizaje, que nos permiten desplegar soluciones tecnológicas, pero también ejercer la solidaridad y la empatía, todas características que nos hacen fundamentalmente distintos de un virus.
Vale la pena recalcar que ningún sistema, por muy grande que sea, puede sustentar indefinidamente un crecimiento exponencial, incluso el sistema mas grande de todos, el Universo, después de una primera etapa de expansión exponencial, conocida como inflación, se ha auto-regulado hacia una expansión controlada. Podríamos definir la capacidad de un fenómeno de autorregularse como una forma de inteligencia. El universo parece tener esa inteligencia, un virus seguramente no la tiene, mientras que en el caso de los humanos, aún tenemos que demostrarlo.
*Astrónomo del Centro de Astro-Ingenería del Instituto de Astrofísica de la U. Católica