En el remoto y agreste entorno de Tierra del Fuego, isla Navarino y el archipiélago Cabo de Hornos, una especie de roedor, el ratón oliváceo (Abrothrix olivacea), se destaca por ser el mamífero terrestre más austral del planeta.
La especie ha desarrollado adaptaciones que le permiten sobrevivir en uno de los climas más inhóspitos del mundo, ofreciendo a los científicos valiosas oportunidades para estudiar la evolución y la biodiversidad en condiciones extremas, que plasmaron en un artículo científico publicado en Anales del Instituto de la Patagonia.
Vive en el país y es el mamífero terrestre más austral del mundo: científicos estudian su increíble adaptación
Una de ellas es la investigadora del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC), Carola Cañón, bióloga y magíster en ciencias con mención en zoología, quien ha dedicado más de 15 años a estudiar los roedores de Latinoamérica. “En Chile no tenemos tantos mamíferos como en otros países, y de los que hay el mayor porcentaje son roedores”, explica la científica.
“Esto tiene que ver un poco con su historia evolutiva, con el tamaño que tienen y los ambientes”, dice. “Es lo que llamamos nichos ecológicos. Es un grupo súper exitoso porque ha logrado ocupar diferentes ambientes, latitudes y altitudes. Además, hay roedores que son herbívoros, frugívoros, insectívoros. Como que ocupan todo el espectro que uno puede imaginar, siempre hay un roedor que está por ahí”, dice.
Los roedores del fin del mundo
La especialista, quien también es investigadora adjunta de la Universidad Católica, dice que la diversidad de roedores, y en general la diversidad de mamíferos, va disminuyendo hacia el sur y que desde Tierra del Fuego al sur solo es posible encontrar cinco especies de roedores nativos: dos pertenecientes al género Abrothrix, conocidos por su apariencia lanuda y del cual el más frecuente de ver es el ratón oliváceo (Abrothrix olivacea); el Oligoryzomys longicaudatus o ratón colilargo, conocido por ser el vector principal del hantavirus en Chile central y sur; y el Euneomys chinchilloides, que se asemeja a una pequeña chinchilla.
Además, en Tierra del Fuego se ha registrado la presencia del tuco-tuco de Magallanes (Ctenomis Maguellanicus), el roedor nativo más grande que habita estas latitudes extremas, ya que puede llegar a los 30 centímetros de longitud.
De todas ellas la más exitosa es el Abrothrix olivacea. “El oliváceo es especialmente notable por su abundancia; en un solo día de muestreo, pusimos 50 trampas y capturamos 48 individuos”. También es el que está presente más al sur ya que se le ha encontrado en Cabo de Hornos, habitando los bosques más australes del planeta.
Le sigue en distribución el colilargo que se ha visto en Navarino e islas adyacentes. Los otros en cambio presentan poblaciones mucho más acotadas.
Estos pequeños animales son actores claves dentro de estos ecosistemas insulares. “Son dispersores de semillas fundamentales en su ecosistema, contribuyendo a la regeneración del bosque”, señala Cañón. Sin embargo, también enfrentan amenazas significativas, como la competencia con especies invasoras como la rata común (Rattus rattus), también conocida como rata de barco, y son presas habituales del visón, que por afortunadamente no ha llegado más allá de isla Navarino.
En cuanto a las interacciones con los seres humanos, los roedores nativos de esta región son bastante tímidos y tienden a evitar el contacto directo. A diferencia de la rata, suelen escapar rápidamente ante la presencia humana. Aunque hay excepciones. y su comportamiento es bastante singular. “En Isla Hornos encontramos un ejemplar de oliváceo en pleno día sobre la vegetación, y no se escapó frente a la presencia nuestra. Allí casi no hay humanos que residan permanentemente ni tampoco otros mamíferos terrestres, o sea, no hay otro vertebrado terrestre que pueda comérselo”, señala.
El director del CHIC, el filósofo y ecólogo Ricardo Rozzi, dice que la abundancia de estos animales refleja la importancia de mantener un paisaje natural bien conservado. De ahí de la necesidad de redoblar los esfuerzos para evitar la incursión a estas zonas remotas de especies invasoras como la rata común y el visón, que ya han alcanzado la isla Navarino. Dice que “tanto la abundante presencia de ratones oliváceos como de carancas (una especie de ganso silvestre marino) en Cabo de Hornos, son un indicador de que no ha llegado el visón”. Tanto es así que en el parque Omora en isla Navarino ahora es muy difícil capturar roedores nativos para estudios, asegura el académico, quien es investigador de las universidades de Magallanes y North Texas.
Rozzi explica que a diferencia de los bosques boreales, donde hay una abundante presencia de grandes mamíferos como los osos y los alces, como también numerosas especies de roedores, la diversidad en la zona subantártica es mucho más acotada y en cambio hay una gran presencia de aves. La clave es que en las latitudes subpolares del hemisferio norte se extiende una gran masa continental con ecosistemas terrestres de tundras y bosques boreales en cambio en la zona austral predominan los ecosistemas marinos y la tierra es una excepción. “Es tan poca la tierra disponible que incluso nunca llegaron a establecerse ni los guanacos ni los zorros, ni los quiques a Cabo de Hornos. Apenas se conoce la presencia de un roedor, el único mamífero que habita los bosques más australes del mundo y el resto de los vertebrados terrestres son todos pájaros”.
Evidencia paleogeológica y conservación
La llegada de estos roedores a esta zona insular tiene raíces antiguas. La evidencia paleogeológica indica una conexión entre los roedores de esta región y los del continente hace millones de años, pero hoy se trata en su mayoría de poblaciones bastante aisladas entre sí por importantes extensiones del mar austral, como la que separa Cabo de Hornos de Navarino.
Los estudios sobre los roedores más australes del planeta no solo enriquecen el conocimiento científico, sino que también tienen implicaciones prácticas para la conservación de la biodiversidad en Chile. Carola Cañón reconoce que su labor es crucial para desmitificar la percepción negativa de los roedores y destacar su importancia ecológica.
Un ejemplo es el ratón colilargo, que es un tema sanitario de cuidado más al norte. “El colilargo no tiene las mismas abundancias que presenta más hacia el norte. Y la incidencia como la prevalencia del virus en Magallanes es bajísima. La mayoría de los casos se presenta entre las regiones de la Araucanía y Los Lagos, lo que probablemente tiene relación con el ambiente, con la disponibilidad de alimentos, de refugio, que quizás más al sur es distinta. Por ejemplo, allá cuando el bambú nativo de Chile, la quila, florece aumentan las poblaciones de colilargo, es una relación inmediata, pero más al sur no está presente. Hasta ahora no hay información reciente de algún riesgo epidemiológico con estas poblaciones”, indica. De hecho, ni siquiera se ha verificado si los colilargos australes también son portadores del virus.
“Como parte de los proyectos prioritarios del CHIC, estamos trabajando en proyectos para tomar muestras de sangre y analizar si estos roedores tienen enfermedades como el hantavirus, aunque la prevalencia en esta región es bajísima”, adelanta Cañón.