Lavado de manos, distancia física, y mascarillas, son el mantra repetido para prevenir el contagio por Covid-19. Las campañas educativas enfatizan desde hace meses la necesidad de utilizar estos medios para la mitigación, asumiendo que la saliva de otra persona o en las superficies donde hay contacto de otras personas es el medio por el cual nos contagiamos. Sólo recientemente, a partir de la alarma de un grupo de expertos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la transmisión vía aerosoles, hemos comenzado a entender lo que parece ser la vía central de contagio.
El virus, un ente inerte, sólo visible bajo un microscopio electrónico, puede permanecer suspendido en el aire en aerosoles, partículas muy pequeñas de saliva o fluidos respiratorios, mucho tiempo después que la persona que lo transportaba lo expelió por la boca o nariz. Por ello, es esencial enfatizar la importancia del aire, principalmente en lugares cerrados, como vector de contagio. Los lugares cerrados sin ventilación donde exista un grupo de personas hablando y sin mascarillas, ofrece el mayor riesgo para que la persona se contagie. Incluso lugares cerrados sin personas pueden ser riesgosos si anteriormente hubo personas contagiadas. Por esta misma razón los escudos de plástico no son eficaces, ya que sólo protegen de las gotículas.
Es fácil imaginar la suspensión aérea del virus si se observa cómo se desplaza el humo del cigarrillo. El humo, a pesar de no acarrear riesgos en sí, es una buena metáfora para explicar cómo el virus permanece en lugares no ventilados.
Los lugares más seguros, por lo tanto, son aquellos donde hay ventilación natural o artificial. La preocupación con las superficies lisas es todavía importante pero el virus en suspensión, el vector aerosol es aún de más importancia de acuerdo a las investigaciones que se han acumulado y se estima que el 70% de los contagios son de este tipo, con un sinnúmero de ejemplos en buses, coros y restaurantes, entre otros.
Un caso ejemplar es un coro de 61 personas en el noroeste de Estados Unidos que estuvo practicando por 2 horas y media en un espacio cerrado. Durante la práctica, 52 personas se contagiaron (32 directamente), es decir entre el 52% y el 85% de los participantes.
Aunque primero se supuso que era debido a que estuvieran cantando en cercanía física, estudios posteriores mostraron que la persona infectada no estaba cerca del resto y no se podía atribuir la causa a las gotículas que no alcanzan distancias mayores a dos metros antes de caer al suelo. En cambio, un modelo basado en aerosoles si explica lo ocurrido. Este mismo modelo indica que el contagio se puede reducir del 30% al 45% usando un filtro portátil de aire HEPA, aumentar la ventilación natural, practicar la mitad del tiempo o usar mascarilla. Usando estas cuatro medidas simultáneamente, la reducción es de un 91%. Y si la práctica del coro hubiera sido al aire libre, el contagio se reduce a más del 99%, ya que las corrientes de aire dispersan los aerosoles.
Si bien es muy difícil predecir con exactitud la magnitud del contagio a futuro, debemos utilizar siempre el principio precautorio donde el escenario no necesariamente es el mejor que se puede esperar.
El plebiscito del 25 de octubre ocurrirá cuando probablemente aún exista un contagio alto, especialmente en regiones, con una tasa de transmisión que requerirá de todas las medidas de higiene para prevenir más contagios. Peor aún, basta con una sola persona contagiada en un lugar cerrado, para crear un brote de la epidemia. El plebiscito, sin embargo, puede ser saludable y seguro si se hace énfasis en aquellas medidas que impidan el vector más relevante de contagio, los aerosoles, del cual aún no hemos sido suficientemente educados.
La primera recomendación es realizar el proceso de votación al aire libre en todos los locales en que eso sea posible. Por supuesto, esto no significa dejar de usar mascarilla y mantener la distancia física correspondiente. Si no es posible hacerlo al aire libre, hay que escoger locales que provean espacios cerrados grandes que tengan buena ventilación y mantener las puertas y ventanas abiertas, con ventiladores para forzar el movimiento del aire.
Otra medida importante es limitar el número de personas dentro del lugar de votación, con filas de espera exteriores, incluso haciendo verificaciones de edad en la fila, marcando a la persona con un timbre como se hace en discotecas u otros eventos similares. También hay que prohibir fumar o beber en las inmediaciones para evitar la generación de una “nube” de virus. Es decir, cualquier actividad que implica sacarse la mascarilla y expeler aire, incluyendo hablar alto, cantar, silbar o gritar. Para limitar el tiempo de los vocales de mesa dentro de un lugar cerrado, podría nombrarse un número mayor de ellos, que harían turnos, limitando su exposición, más aún considerando la extensión del horario de votación a 12 horas que dictaminó la semana pasada el Servel. Esto es preferible a aumentar las mesas de votación como sugiere el documento liderado por el Colegio Médico, ya que el tiempo de exposición es más importante que el número de personas presente.
Como el impacto del virus es distinto dependiendo de la edad de la persona, celebramos que el Servel haya considerado tres horas exclusivas para votantes mayores de 60 años. Eso sí, utilizando la evidencia científica, sugerimos que estas horas deberían ser las tres primeras y no entre las 14 y 17 horas, cuando el aire ya puede estar contaminado. Además, como aproximadamente el 17% de Chile tiene más de 60 años, habrían sido suficientes 2 horas. Por lo tanto, una posibilidad es dejar la tercera hora para personas que tienen comorbilidades donde el virus ha impactado, tales como asma, problemas cardiovasculares, diabetes, síndromes autoinmune, obesidad, etc., mujeres embarazadas y personas mayores de 50 años. De hecho, si fueran 90 en vez de 60 minutos, el horario se ajusta en forma exacta al 29% de la población que tiene al menos 50 años. Hay muchas otras recomendaciones posibles, pero estas están consideradas en las propuestas disponibles en el sitio web del Colegio Médico o por la normativa del 4 de septiembre del Servel.
Resumiendo, es posible votar saludablemente con la colaboración de todos y todas. Necesitamos para ello claras indicaciones acerca de la importancia de un vector de contagio que está validado por investigaciones científicas de alta credibilidad. Cuidarnos ese día implica dejar que la nube del virus se disipe, ventilando adecuadamente las áreas de votación, ayudando las personas a no quitarse la mascarilla y usarlas adecuadamente, manteniendo una distancia física de al menos dos metros, y a hablar bajo de modo de impedir la expansión del virus por aquellos que no saben que están contagiando, sobre todo los asintomáticos.
* Ricardo Baeza-Yates, Northeastern University at Silicon Valley, EE.UU. / DCC, Universidad de Chile; Instituto Milenio de Fundamentos de los Datos
* Gonzalo Bacigalupe, Universidad de Massachusetts Boston, Escuela de Educación y Desarrollo Humano / Universidad de Concepción, CreaSur