Como ocurre después de un terremoto, la plataforma WhatsApp ha sido una herramienta clave que permitido a la población mantenerse informada de lo que ocurre con sus seres queridos, con las clases en el colegio de sus hijos, los horarios en los que se inicia el toque de queda, los lugares de reunión para manifestarse, el funcionamiento del comercio y hasta coordinarse con sus vecinos frente a determinadas situaciones.
Sin embargo, en estos días de estallido social, también ha sido escenario de álgidas discusiones y peleas en los grupos que reúnen a la familia, a los amigos, compañeros de trabajo que no comparten las mismas reflexiones o posiciones políticas ni el mismo sentido del humor frente a un comentario, un meme o una cadena de información.
Nicolás Freire, cientista político y director del Observatorio Política y Redes Sociales de la Universidad Central, reconoce que WhatsApp tiene tremendas potencialidades en tiempos de crisis y no solo la situación de los últimos días, sino también en terremotos y otras catástrofes naturales, ya que permite la comunicación con los otros aun cuando no hay líneas telefónicas tradicionales, por ejemplo.
Sin embargo, también cree que se presta también para fenómenos que son negativos como la circulación de rumores, noticias falsas y conversaciones que tienden a polarizarse en el ámbito político y terminan en peleas, discusiones, enojos y personas abandonando algunos grupos en los que participan.
"En las redes sociales y también en WhatsApp, cuando se comparten rumores, noticias falsas, más allá de cuando se comparten opiniones, se crea una polémica en determinado grupo, eso nos polariza. Y eso es lógico, porque las redes sociales tienen que ver con el tejido social y cómo se vinculan las redes", señala Freire.
En el caso específico de WhatsApp, los grupos que allí se forman no son homogéneos y el vínculo que los une puede ser el trabajo, el colegio, los vecinos pero no es un vínculo social, no es el político, sino otro. "Por eso, cuando la opinión política entra en una conversación que no se tiene por qué politizar, entonces nos divide", dice el cientista político.
Mauricio Salgado, director de la carrera de Sociología en la Universidad Andrés Bello, plantea que este medio es de gran utilidad en las sociedades contemporáneas y, al igual que otras plataformas digitales, WhatsApp nos permite tener un contacto permanente y más allá de las conversaciones cara a cara y en situaciones como las que estamos viviendo hoy, nos permite coordinación con otros.
Sin embargo, frente a un mensaje que nos llegue por esta vía tendemos distintas reacciones y no responder de igual manera a un mensaje que llegue desde un grupo de vecinos del barrio a otro que nos llegue de un familiar o un ser querido porque existe una ambivalencia que en ciertas situaciones se nota aún más. "Todas las personas desarrollan estrategia. Crea subgrupos, un chat familiar y un chat de familia más cercana, porque queremos estar en contacto con todos, pero más en contacto con algunos".
La ambivalencia, agrega, se nota más cuando hay angustia, estrés como ahora. "Queremos saber de nuestros vecinos, pero no todo. Queremos coordinarnos, pero no estamos de acuerdo con todo lo que dicen ahí", explica Salgado.
Hablar después
Aunque reconoce que debatir y conversar le hace muy bien a la democracia, Freire cree que lo mejor es hacerlo en otro momento y no en tiempos de crisis, sino en momentos más calmos y reflexivos. "En los grupos que se formaron por trabajo, yo diría mejor no emitir opiniones. Entre los amigos tratar de conversar la situación sin extremar los discursos y sabiendo que esas redes no las formamos por vínculo políticos", indica Freire.
De la misma idea, es Raúl Carvajal, psicólogo de la Clínica Santa María. "Siempre, no solo en situaciones de crisis social, sino también en una discusión de pareja o familiar, los acuerdos se toman en un momento de calma. Cuando se está en el momento más alto del problema, lo que se intenta hacer es someter, en este caso, convencer al otro de mi posición".
Fernando Parada, psicólogo e investigador de la Universidad de Chile, explica que "se producen muchos malos entendidos en la comunicación vía WhatsApp, no solo en momentos de crisis, sino siempre". A su juicio, los problemas de la comunicación por WhatsApp son un reflejo de los problemas de la comunicación cara a cara, no son distintos".
Dudar de todo
Manu Chatlani, director ejecutivo Agencia Digital Jelly, señala que esta plataforma de mensajería instantánea es muy útil para saber del otro, si llegó o no bien al lugar al que iba, pero no debe ser una herramienta de información. "Sobre la crisis no nos quedemos con ningún mensaje. No hay que informarse por WhatsApp, sí para contactarse con la gente que uno quiere, preocuparse por los demás, para eso sirve mucho, pero para informarse están los medios y otras plataformas en las que hay medios, periodistas, líderes de opinión", indica Chatlani.
Parada agrega que las personas "deben recordar que WhatsApp es un medio de comunicación, no es una fuente de información 100% confiable y por lo mismo, "es súper importante verificar las fuentes de información y contrastar con otros lugares. A veces confiamos en algo que nos reenvía un amigo o alguien que conocemos. Debemos tener cuidado con eso".
Para Dominique Karahanian, docente de la Escuela de Psicología de Universidad Mayor, WhatsApp es un medio inmediato que se presta para la efervescencia y el contagio emocional. "Esto genera la viralización de las fake news, con un efecto muy potente, porque la gente comparte información de forma rápida y compulsiva. Hay que tener mucho cuidado con respecto a qué se dice y lo que se viraliza. La información oficial es muy importante para contrastar las falsedades que circulan por WhatsApp. Todos los actores sociales que tienen relevancia, especialmente los políticos que ejercen las máximas funciones públicas, deben brindar información veraz y ayudar a evitar contenidos falsos", dice.
Según Chatlani, en situaciones como la de los últimos días, en las que existe "pánico, angustia, crisis y los ánimos están muy efervescentes, los mensajes falsos aumentan y las personas los comparten más sin rechequear absolutamente aún sabiendo que la fuente del mensaje es 'dicen', 'me contaron', 'un amigo'… pero como viene de un cercano, un conocido o lo enviaron a un grupo en el que generalmente, hablan cosas coherentes, lo toman como real".
Según él, lo que se debe hacer dudar de todo lo que nos llega. "El análisis tiene que partir al revés. Nos llegó una información y dudar de ella. Decir no creo que sea así y aplicar sentido común. Buscar la noticia o la información en internet, preguntarse por la fuente de la información, aparece en algún medio serio, conocido".