China, rusa, india, británica o estadounidense. Las siete vacunas que hoy están aprobadas en el mundo representan hoy la esperanza de frenar los contagios y evitar las muertes que hoy está dejando a su paso la pandemia de Covid-19.
Tres de ellas ya han sido aprobadas en Chile y las dosis están llegando al país de acuerdo a los compromisos establecidos entre las autoridades y las farmacéuticas. De hecho, casi 3,5 millones de personas ya han sido inoculadas de acuerdo al calendario establecido por el Ministerio de Salud.
La vacuna de la farmacéutica Pfizer BioNtech fue una de las primeras en ser aprobadas en el mundo. En Chile la aprobación del Instituto de Salud Pública fue el 16 de diciembre del año pasado, mucho antes de lo esperado. La tecnología que ocupa, al igual que la vacuna de la farmacéutica Moderna, es nueva y consiste en ARN mensajero (ARNm).
La más conocidas de las vacunas desarrolladas en China es la de Sinovac Biotech (Coronavac). Es una vacuna que usa tecnología clásica, que se viene utilizando hace 70 años y es la que en mayor cantidad de dosis llegarán al país: 10 millones.
La vacuna creada por Oxford Astrazeneca es la última que se aprobó en el país y al igual que Sinovac y Janssen, fue probada en el país como parte de los ensayos clínicos.
La vacuna de Janssen, (laboratorio Johnson & Johnson) fue recientemente aprobada en Estados Unidos y en estos días se ingresará la solicitud al ISP. A diferencia de las otras vacunas, se requiere una sola dosis y esa es su gran ventaja.
A ellas se suman, la china CanSino y la rusa Sputnik V del Instituto Gamaleya y aunque hace algunos meses no se conocían muchos antecedentes en cuanto a sus estudios, hoy están ganando terreno y confianza en el mundo. La primera se está probando en el país y con la segunda, ya se iniciaron conversaciones comerciales para adquirirla.
No existe “la” mejor
Quizás la urgencia de la vacuna, el exceso de información, la preocupación mundial, las redes sociales y un largo etcétera que en ningún caso son razones médicas, ha hecho que un gran número crea que tiene la información suficiente para decir qué vacuna es mejor e incluso, en países como el nuestro en el que se puede acceder a más de un tipo de vacunas, algunos incluso creen que pueden elegir.
Para la doctora María Luz Endeiza, infectóloga y jefa del Vacunatorio de Clínica Universidad de los Andes, la situación es muy clara: “La mejor vacuna es la que me pongo”. “Nunca antes las personas se preocuparon por la procedencia de la vacuna, ni la tecnología ni la eficacia. Somos pocos los expertos en vacuna, por lo tanto quien debe definir si una persona se puede vacunar o no es al autoridad sanitaria y tampoco lo hace porque sí, sino que se revisan antecedentes, se consulta a los comité de experto y se decide con criterio sanitario, de salud pública. Hay una estrategia detrás”, indica.
La especialista señala que la población en Chile debe estar tranquila, primero porque están llegando las vacunas: “La que le indiquen es la que corresponde”.
“Hay algunas vacunas que son más ‘objeto de deseo’ que otras, pero la verdad es que todas responden distinto, depende del sistema inmune de cada persona. Las cifras de eficacia son a nivel general, en determinada población sobre la que se hicieron los estudios. Pero se puede asegurar que todas las vacunas aprobadas por el ISP son buenas”, insiste Endeiza.
Verónica Vergara, jefa (s) del subdepartamento de Farmacovigilancia de Anamed del Instituto de Salud Pública, explica que se debe partir de la base que las vacunas que se están utilizando en forma masiva, y las tres que se aprobaron en Chile han pasado un proceso de revisión exhaustivo, en el que se evaluaron antecedentes de seguridad, calidad y eficacia con lo que se asegura que las vacunas son eficaces, seguras y de calidad. Por lo tanto “cualquiera de las tres vacunas que se utilicen en el marco del programa ampliado de inmunización, se puede tener la tranquilidad y certeza de que la mejor vacuna es cualquiera de las que ya están autorizadas”.
Vergara también recuerda que lo que se busca con las vacunas es evitar que se produzcan casos graves, que las personas se contagian tengan que hospitalizarse y que genere un colapso en el sistema de salud en un momento determinado. “Si hacemos comparación con la vacuna de influenza, las personas no preguntan por las cepas que protege la vacuna o el origen. Este es un tema más mediático, en el que hay mucha información, y por eso surgen estas preocupaciones. Cuando, vacunamos a nuestros hijos, tampoco tenemos esa preocupación porque confiamos. En este caso, la confianza está dada por el papel del ISP en la revisión de la información”, dice.
Imposible comparar
Nicolás Muena investigador de la Fundación Ciencia y Vida, señala que es difícil y casi imposible establecer un criterio que permita definir qué vacuna es mejor que otra, “todas tienen ventajas y desventajas”.
“Algunas personas pueden considerar que la tecnología más antigua como la de Sinovac, es más segura, porque lleva más de 70 años en uso y porque genera anticuerpos contra el virus completo (todas las proteínas) y la prefieren por sobre tecnologías nuevas como las de ARNm de Pfizer y Moderna”, dice el investigador.
Muena explica que en el porcentaje de eficacia en la prevención de la enfermedad leve es donde más difieren hasta ahora las vacunas aprobadas, pero eso depende del criterio del estudio que se considere como síntoma leve en ese estudio específico. “Los criterios de cómo se mide la enfermedad leve pueden variar, pero lo más importante es la prevención de la hospitalización y la enfermedad grave y en eso no son muy distintos los números y todas están cerca del 100%”. Todas las vacunas aprobadas han demostrado ser seguras y tener una eficacia de al menos 50%} en casos leves y casi 100% en casos graves, todas son buenas, insiste.
Miguel O’Ryan, académico del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, señala que todas las vacunas que han sido aprobadas para uso de emergencia, han demostrado en los ensayos clínicos su eficacia y seguridad.
“Por muchas décadas se han hecho intentos de comparar la eficacia cuando provienen de distintos productores, y muestran distintos porcentajes, pero el error que se produce es que los ensayos clínicos no son comparables, no se hacen en las mismas condiciones. Cada vacuna se debe considera en su mérito”.
El investigador, dice que pueden haber diferencias entre algunas vacunas que son más inmunogénicas que otras, pero eso se debería medir en la última población y como no se ha hecho y, en general no se logra hacer. “Lo que se puede decir ahora es que todas las vacunas que se van a usar, tienen eficacia y seguridad más que aceptable” y que cumplen con el objetivo de disminuir los casos graves”.
A juicio de O’Ryan, a veces son los mismos profesionales de la salud los que han hecho propaganda menos positivas para las vacunas que no vienen de Estados Unidos o de Europa.