Las zonas de sacrificio son una muestra más del fracaso de nuestra sociedad
Es común leer o escuchar en los medios de información el término "zona de sacrificio", para referirse a una región en que las actividades industriales han generado elevados niveles de contaminación ambiental, zonas que generalmente se ubican en lugares sociales de muy escasos recursos.
Aunque existen otros lugares en Chile, el mejor ejemplo es Quinteros, Ventanas y Puchuncaví. En la década de los 60, esta región era una zona con mucho valor en lo turístico, en lo ambiental y con un desarrollo económico basado en la agricultura y la pesca artesanal, producto de una larga tradición cultural.
El año 1967, se instaló la refinería de cobre en Ventanas y, a partir de esa época empezaron los problemas ambientales y de salud pública; se produjo además la instalación de nuevas industrias contaminantes, empeorando la salud de la gente y el deterioro del medio ambiente. Curiosamente la situación económica de los residentes empeoró y, hoy asistimos a una crisis terminal de su agricultura y la pesca artesanal por la contaminación de los suelos y también del ambiente marino.
Bajo este escenario, las zonas de sacrificio representan una muestra más del fracaso de nuestra sociedad para tener un desarrollo sustentable en lo social, lo económico y lo ambiental. Estas decisiones se toman sin consultar a las personas involucradas, lo cual implica costos irreparables en términos sociales y el medio ambiente. Las zonas de sacrifico también surgen bajo la idea que hay lugares para conservar biodiversidad y zonas donde es lícito destruir la biodiversidad por un bien económico mayor.
¿Qué es una zona de sacrificio? Es un territorio que, surge como una decisión racional de utilizarlo para "un fin económico superior", independiente de cualquier otra consideración social o ambiental. Así, se producen zonas con una concentración masiva de industrias contaminantes y desechos tóxicos, los cuales afectan a las poblaciones locales, precarizando su salud, el medio ambiente y la cultura local.
En cuanto al bienestar humano, en Puchuncaví y Ventanas se realizaron casi dos mil consultas por intoxicación, vómitos y dolor de cabeza, que se recibieron el segundo semestre de 2018, y la cantidad aún no cuantificada, de gente que ha muerto de cáncer y otras enfermedades, producto de una exposición crónica a contaminantes como polvo o metales pesados.
La contaminación que se genera en zonas de sacrificio también afecta la biodiversidad. Al reducirse o destruirse la biodiversidad local, ésta no entrega los servicios ecosistémicos que antes proveía: ya no sustenta una pesca artesanal interesante o la agricultura familiar de los habitantes. Sin embargo hay otros efectos más sutiles que no siempre se destacan.
Uno de estos efectos es la magnificación biológica, proceso que propaga los contaminantes hacia todos los niveles de las redes tróficas. Por ejemplo, si una lombriz empieza a comer tierra contaminada, entonces ella concentra contaminantes en su organismo. Luego, un pájaro que come diez lombrices diarias, al hacer esto, acumula diez veces también los niveles de metales en su cuerpo. Y si enseguida, un depredador como el águila, atrapa y consume al ave, entonces la concentración de sustancias tóxicas en su cuerpo también se incrementa y por tanto, el daño sobre esta especie será muchísimo mayor.
A nivel marino, ésto también puede estar ocurriendo; los organismos filtradores (como los choritos) acumulan contaminantes y los pasan a sus peces depredadores quienes acumulan aún más estos contaminantes. Si este pez es comido por las personas, los niveles de contaminación son tan elevados que pueden afectar su salud o bien provocarles la muerte. Esta es la razón por las cual la autoridad sanitaria prohíbe el consumo de productos marinos extraídos de las zonas de sacrificio.
¿Qué podemos hacer para revertir la existencia de las zonas de sacrificio? Primero, es éticamente inaceptable mantener estas zonas y es mandatorio acabar a la brevedad con las ya existentes. Segundo, una forma de prevenirlas hacia el futuro, es el ordenamiento territorial. Es importante que como sociedad toda podamos sentarnos a dialogar y definir qué áreas geográficas del país se asignarán para el desarrollo industrial, para futuros asentamientos urbanos, la construcción de megaproyectos y también para la instalación de futuras Áreas Silvestres Protegidas (ASP). La idea aquí es que la industria produzca la menor cantidad posible de residuo y si lo hace, que pueda transformarlo a elementos inocuos. Existe la tecnología para hacerlo.
El ordenamiento territorial, ha sido realizado en muchos países desarrollados y es considerado como una herramienta estratégica que promueve el desarrollo sustentable y minimiza la posibilidad de nuevos conflictos ambientales: habrán zonas del país en las que por consenso NO será posible un desarrollo industrial. Finalmente, el ordenamiento territorial, es la única forma de hacer creíble la controvertida idea que no existe contradicción entre crecimiento económico y bienestar humano.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.