Es una de la decena de candidatos que representarán a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en la elección de constituyentes, luego que en el último Congreso decidieran competir por un escaño en la convención que redactará una Nueva Constitución. “Hemos sido muy claros con nuestros partidos de que nuestra representación más que con la militancia tiene que ver con que somos representantes del mundo sindical”, señala Bárbara Figueroa.
¿Por qué la CUT decidió presentar candidatos a la Convención?
La definición estratégica del último Congreso de enero de 2020 fue la necesidad de disputar el proceso constituyente desde dentro y desde fuera. Nuestro análisis es que no todas las fuerzas políticas llegaban con convicción a este plebiscito y al debate de la Nueva Constitución, y que en algunos casos fue más por temor ante la movilización. Nuestra posición como Central es ejercer todas las acciones que nos permitan tener influencia en este proceso, porque sabemos que uno de los debates más duros que va a cruzar al país será sobre el modelo de desarrollo y ahí tienen mucho que decir los trabajadores.
¿Con cuántos representantes electos se darían por satisfechos?
La apuesta de la CUT es que los debates que son trascendentales permitan generar las transformaciones que pongan el valor del trabajo al centro de la sociedad y no al mercado o al capital. Nuestro problema no es de cuantía sino de la calidad del debate porque este es un proceso en disputa, no está consolidado.
¿A qué se refiere con que el proceso no está consolidado?
Suponer que acá fue derrotada la idea de quienes defienden el neoliberalismo, no es verdad, no nos compremos un cuento que no es. Vamos a vivir un proceso tenso que va requerir que todos seamos muy vigilantes y no basta solo con ir a votar. Vamos a seguir bregando el tiempo que queda para que estas ideas se instalen, y esperamos que la electividad nos permita eso, sin duda, pero insistimos que lo más relevante es el contenido y creemos que aun siendo electos se va a requerir un movimiento social muy unificado, una CUT muy fortalecida y organizada, para estar muy vigilante respecto de lo que será este proceso.
¿Estar alertas implica el salir a la calle cuando se estén debatiendo esos temas que consideran relevantes?
Significa estar alertas en un proceso que va a requerir de mucha participación ciudadana, y los actores sindicales vamos a tener que estar muy activos. Si eso significa movilizarse o no, me parece que no es el debate de fondo. La imposibilidad de la oposición para ponerse de acuerdo y construir unidad, juega en contra de la demandas por transformaciones. Este proceso que se inicia, que demoró casi 40 años en consolidarse, requiere que sea muy acompañado si queremos tener una luz de esperanza al final. Acompañado desde adentro y desde afuera porque hay que entenderlo como una disputa sino nosotros mismos estaríamos siendo contribuyentes para que al final del día algunos sectores que son minorías activas impongan su mirada y no nos permitan avanzar la expectativa ciudadana de consolidar cambios profundos.
¿Cuáles son las banderas que espera instalar en esta convención?
Hay una suerte de columna vertebral de lo que debiera ser el debate constitucional relacionado con el valor del trabajo dentro de la sociedad, lo cual tiene implicancias no solo en términos de consolidar derechos laborales colectivos sino que abordar la garantía de derechos a vivienda, salud, a trabajo decente y no solo como la libertad de acceder a ellos. Esto implica un debate sobre el derecho de propiedad, del cuidado del medio ambiente, de instalar las bases para un modelo de desarrollo pospandemia, de generar una democracia más participativa. Hablamos de un todo complejo, que va mucho más allá de decir: “Quítale poder al capital y dale poder a los trabajadores”.
¿Vincular al trabajador más allá de su empresa, asumirlo como ciudadano?
Chile tiene una tremenda oportunidad de poder reescribir la Constitución y lo que esperamos para las próximas décadas. Si esa oportunidad no la aprovechamos poniendo al ser humano al centro que en nuestra concepción tiene rostro de trabajador o trabajadora, estamos perdidos.
¿En qué están pensando con “trabajo decente”?
El estándar es el de la OIT como mínimo común civilizatorio para todos. Nadie podría decir que esta es una visión de la Unión Soviética. En el marco de la OIT estamos hablando de dignidad básica con un salario justo en un rango que permita a una familia superar la pobreza, garantía de seguridad social (pensiones, sala cuna, salud), políticas de reconversión para aprender más habilidades porque gran parte de nuestro ciclo vital lo vivimos en el mundo del trabajo. Uno escucha a la gente decir ¨no queremos que nos regalen nada, pero si yo me he sacrificado toda la vida, por qué al final de mi ciclo debo recibir una pensión de miseria, porque yo contribuí a lo que Chile es”. Eso para nosotros es clave y en ese marco hay que revisar todos los otros elementos.