Esta semana comienza el segundo tiempo de la Convención Constitucional luego de tres meses de intenso debate, diálogo, deliberación y una semana en terreno. Al mirar la primera etapa, donde se aprobó el reglamento para comenzar la redacción de propuesta de la nueva Carta Fundamental, nuestros 155 constituyentes no estuvieron solos. Los acompañaron también los kellufes a los que la Presidenta Loncón agradeció públicamente, algunos de los cuales incluso fueron ovacionados de pie por parte de constituyentes de todos los sectores.
¿Quiénes son? Ayudantes, colaboradores y equipos de funcionarios que han sido clave en la instalación del órgano constitucional. Son, también, los responsables de que la Convención funcione y ejecute con precisión las tareas que le toca desarrollar.
A la memorable Carmen Gloria Valladares —secretaria relatora del Tribunal Calificador de Elecciones desde 1999— se ha sumado John Smok, funcionario de la Cámara de Diputados desde 1993. Estos son solo algunos de los pocos entre cientos de funcionarios públicos que han ocupado un espacio en los medios, las redes y hasta se han convertido en íconos para los seguidores del proceso.
Escribir una nueva Constitución es una labor profundamente política, pero cuando hace tres meses las primeras noticias de la Convención hablaban de un inicio complejo -entre otras cosas - por problemas logísticos y falta de condiciones técnicas, vimos el peso de dichos elementos para el desarrollo de la tarea política.
En los diálogos de Tenemos que Hablar de Chile, escuchamos con frecuencia un anhelo de cambio centrado en el funcionamiento de las instituciones, el Estado y la política.
Por un lado pareciera haber un discurso normativo muy presente. El anhelo de una cierta ética pública transversal, que afecte normas, formas del trato del Estado hasta nuestra convivencia. Un anhelo que ante todo espera más de los representantes, pero también de las instituciones, y por lo tanto de sus funcionarios.
Sin embargo en estos conceptos pesan expectativas distintas. Respecto de la política, la sensación de cambio es urgente y radical, pero la conversación sobre el cambio institucional no tiene esa misma radicalidad. Lo que se ve en la conversación sobre institucionalidad no es una lógica prioritariamente disruptiva, sino más bien se centra en innovaciones progresivas y que integren más a las personas. Incluso en la conversación concreta sobre una nueva Constitución, podríamos decir que la novedad no está medida por cuán nueva es en su forma, sino en el funcionamiento que logra.
Por eso también hoy tenemos que hablar del Estado. Frente a la enorme sensación de incertidumbre que vivimos hoy pareciera haber una llamada a los políticos a hacer política, pero también a los funcionarios a hacer que las cosas funcionen.
En días en que la función pública es mirada con desdén por algunos, vale la pena destacar que el proceso político avanza también gracias a ellos. Y que las exigencias y expectativas tradicionalmente puestas en los políticos también se encuentran en aquellos kellufes, en tantos y tantas funcionarias públicas a lo largo y ancho de Chile.
*La autora de esta columna es subdirectora de la plataforma de participación ciudadana Tenemos que Hablar de Chile, impulsada por la Universidad de Chile y la Universidad Católica, y de la cual ya han participado más de 100.000 personas. Es cientista política de la PUC y magíster en Políticas Públicas de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.