La Convención Constitucional ha iniciado de lleno su trabajo, comenzando a delinear los ámbitos que abordará para dar forma a la nueva constitución. Se trata de un momento largamente esperado, cuyos resultados serán claves para sentar las bases del Chile futuro.

Precisamente para cumplir ese cometido se vuelve más relevante que nunca poner atención a la manera en que la ciudadanía está viviendo este proceso y cómo se aproxima a él. Es urgente mirar entonces cómo todos los actores sociales -no solo los convencionales- aportan a generar un diálogo fructífero y sobre todo transversal, que incluya la mirada de aquellos frecuentemente excluidos.

Desde 2019, en Nuestra Voz nos hemos propuesto escuchar la voz de todas las mujeres que habitan Chile, sin exclusión. Es así que -de cara al proceso constituyente- junto a la Plataforma Telar, estamos siguiendo con especial atención lo que piensan mujeres de distintos sectores de la población respecto de la Convención Constituyente y la manera en que están accediendo a la información sobre su trabajo. En la más reciente medición, donde respondieron un total de 501 personas, entre hombres y mujeres, provenientes de 5 paneles diferentes, el 90% de los consultados señaló haber tenido acceso a algún tipo de información sobre el proceso. Sin embargo, se detectan importantes diferencias de género: mientras los hombres no informados alcanzan el 2%, las mujeres suben al 15%.

Esta situación se profundiza entre las mujeres provenientes de paneles integrados por personas con mayor grado de vulnerabilidad social. En estos contextos es posible ver que la desinformación es mayor: casi la mitad de las mujeres (46%) declara no haber accedido a ningún tipo de información. Si bien no se trata de una muestra representativa, ésta recoge la mirada de grupos que rara vez logran ser visualizados en las encuestas nacionales.

Estos resultados son coincidentes con un levantamiento similar desarrollado por Espacio Público e Ipsos, que muestra que aquellos encuestados provenientes de los niveles socioeconómicos más bajos -C3 y D/E- que se declaran “muy informados” respecto al proceso, apenas llegan al 22% y 17% respectivamente.

Revertir este rezago informativo invita a mirar cómo se están informando aquellos que sí han accedido a información. La medición de Nuestra Voz muestra que aquellas mujeres que declaran sí estar informadas lo hacen principalmente a través de televisión, y menos por redes sociales. Esto predomina especialmente en aquellas provenientes de contextos socialmente complejos.

Urge preguntarnos entonces por qué las mujeres, y particularmente aquellas inmersas en contextos más complejos, son quienes están teniendo menor acceso a noticias sobre este importante proceso. En esta línea, desafíos que ya fueron levantados desde las propias mujeres en el Informe de Nuestra Voz que analizó 16 mil de sus voces, podrían estar detrás de esta brecha: inequidad en la distribución de roles en el hogar; preponderancia de la mujer en las labores de cuidado; falta de oportunidades laborales más equitativas, entre otros.

Hacer partícipe a las mujeres en este proceso requiere poner atención a las condiciones detrás de su rezago -cuya solución, sabemos, es de largo plazo- pero, al mismo tiempo, necesitamos dar sentido de urgencia por parte de la propia Convención a la búsqueda de canales que permitan llevar hoy este proceso hasta ellas, con un sentido inclusivo y pedagógico. Sólo en la medida que más personas conozcan de las distintas etapas del trabajo constituyente, su resultado final será más convocante y aglutinador.

Necesitamos movilizarnos para llevar a esos contextos de vulnerabilidad información de calidad, y transformar este hito en una oportunidad para revertir la exclusión de las mujeres. Acá, el rol de los medios de comunicación tradicionales es fundamental, particularmente el de la televisión, que tomando su masividad como principal atributo se levanta desde varias mediciones como la de mayor llegada entre ellas.

Por Susana Claro, cofundadora Nuestra Voz y académica Escuela Gobierno UC.