Reino Unido es uno de los pocos países en el mundo que posee una Constitución no codificada. Si bien a menudo se describe como que no está escrita, eso no es estrictamente cierto: Reino Unido se rige por tratados, decisiones judiciales, estatutos y convenciones parlamentarias. La jurisprudencia de todas ellas equivale a una Constitución.

Pese a ser una democracia parlamentaria, las leyes aún deben recibir el asentimiento real de la Reina, y aunque, en teoría, ella podría decir que no, en realidad, ningún monarca se ha negado a firmar un proyecto de ley desde 1708, cuando la reina Ana vetó el proyecto de ley de la milicia escocesa de 1707. Así que se encuentra muy bien establecido que no habrá ningún veto.

Hay dos Cámaras, englobadas en el Parlamento británico: la Cámara de los Comunes o Cámara Baja y Los Lores o Cámara Alta. Ubicadas ámbas en el Palacio de Westminster. En los Comunes hay 650 parlamentarios elegidos en estas elecciones de sufragio universal y los Lores que tiene otro funcionamiento, sin un número claro de miembros y son nombrados o designados por el monarca aunque previamente recibe una recomendación sobre los nombres por parte del primer ministro.

La Cámara de los Lores suele tener un papel meramente consultivo. Aquí en los lores están representados los de la Iglesia, que se llaman los lores espirituales, 26 obispos representando a la Iglesia Anglicana. Y luego están los Temporales, que se dividen en vitalicios -formando una gran mayoría- o los hereditarios, que son los que, como su nombre indica, heredan el cargo y pertenecen a la nobleza.

La reina Isabel durante la inauguración del año lesgilativo en el Palacio de Westminster. Foto: AP

En realidad, las decisiones las toman los Comunes que las votan, y si se aprueban aquí, en la Cámara de los Lores se limitan a dar al visto bueno. Desde principios del 1900 que los lores perdieron la capacidad de vetar leyes, aunque puede frenarlas durante un año.

Un punto a destacar ocurrió cuando el laborista Tony Blair estaba en el gobierno, al iniciar un proceso de devolución de transferencias a otros países-regiones que forman Reino Unido, que son Irlanda del Norte, Inglaterra, Escocia y Gales, los que tienen cierto nivel de autogobierno.

Si bien esta Constitución no codificada es motivo de orgullo para los británicos, ha tenido ciertos cuestionamientos en momentos de crisis. Así ocurrió en septiembre del año pasado, cuando el primer ministro, Boris Johnson, decidió suspender el Parlamento en el punto álgido de una crisis política provocada por su determinación de lograr el Brexit antes de la fecha límite del 31 de octubre, con o sin un acuerdo con la Unión Europea.

Su decisión escandalizó no solo a los británicos, sino que también a los políticos quienes señalaron que ya era hora que Reino Unido tuviera una Constitución escrita. En medio de la crisis se produjo un descubrimiento sorprendente: una vez que alguien comienza a dejar de lado las convenciones y costumbres que dan forma a la democracia británica, existen pocos controles estrictos y rápidos sobre la autoridad ejecutiva.

En ese sentido, Johnson señaló que como nuevo primer ministro tiene todo el derecho a solicitar un discurso de la reina el 14 de octubre, y que es completamente normal que el Parlamento se prorrogue entre dos y cinco semanas antes de ese discurso. Los expertos señalan que el problema con una Constitución no codificada es que depende de las partes involucradas para seguir respetándola. Si no lo hacen, entonces se produce una crisis constitucional.

Por ejemplo, si Boris Johnson hubiera perdido un voto de confianza el año pasado y se hubiera negado a renunciar, Reino Unido hubiese entrado en un territorio inexplorado, sin mapa a seguir.

“Siempre hemos sentido que no necesitamos esas garantías legales”, dijo al diario The New York Times, la profesora Meg Russell, directora de la Unidad de Constitución en el University College de Londres. "No necesitamos que los jueces les digan a nuestros políticos qué hacer porque somos una de las democracias más maduras del mundo. Somos estables. Hacemos bien la política. Pero creo que probablemente nos hemos vuelto complacientes ", añadió.

Los especialistas explican que si bien no está codificado las limitaciones que los políticos tienen en Reino Unido, es decir, existen muchos estatutos, actas del Parlamento que presentan obligaciones al Primer Ministro, no se encuentran escritas en una sola forma. También existen una serie de convenciones que son restrictivas y que la gente las cumple. Aunque no tienen fuerza legal, se cumplen porque son moralmente correctos. Son necesarias para que el sistema funcione.