“Mi preparación académica puede ser funcional para el trabajo de convencional”, dice en su programa de campaña el historiador Juan Luis Ossa, investigador del CEP y candidato independiente en un cupo RN a la convención por el distrito 26 (Puerto Montt, Ancud, Chaitén, Cochamó y Quellón, entre otros).

Parte del trabajo y estudios de Ossa se han enfocado en los procesos constitucionales del país, con énfasis en los estudios electorales y constitucionales, ya sea cuando estuvo a cargo del Centro de Estudios de Historia Política de la Universidad Adolfo Ibañez o como cuando publicó el libro Chile Constitucional. Como candidato, Ossa dice que aspira a que una nueva Constitución sea una oportunidad para “equilibrar de mejor forma la distribución territorial del poder”.

¿Qué lecciones históricas deberían tener los constituyentes electos al redactar la Constitución?

Lo más importante que nos puede enseñar la historia es que los cambios constitucionales demoran mucho en implementarse. Una cosa es la redacción del pacto constitucional pero otra cuestión bastante distinta es de qué forma llevamos a la práctica el nuevo articulado. En mis estudios comparativos resalta la idea de que las constituciones tienden a tardar una década en implementarse. En efecto, si cambias la Ley Fundamental arriba, entonces inevitablemente tienes que cambiar las leyes específicas hacia abajo, todo lo cual, por supuesto, demora mucho.

Uno de los conceptos claves de la actual Constitución es que es un Estado unitario, ¿lo cambiaría por otro?

Mantendría un Estado unitario pero lo descentralizaría para que sus componentes tengan un mayor grado de autonomía. No creo que sea conveniente encaminarnos hacia un Estado federal porque eso significaría un peso demasiado grande para las regiones que no tienen hoy los recursos para poder tomar sus propias decisiones. Lamentablemente, a lo largo de la historia de Chile hemos confundido el concepto de “unitario” con el de “centralismo”, y no necesariamente significan lo mismo.

¿Existen instituciones o conceptos que mantendrías en la nueva Constitución?

Mantendría la autonomía del Banco Central, la segunda vuelta presidencial, el derecho de propiedad, la libertad de enseñanza, la libertad de culto, las distintas libertades que hoy sabemos que existen en la actualidad y que dicen relación con los últimos 30 años de vida republicana. Todo eso quiere decir que debemos ser deferentes con los aspectos que le han hecho bien al país, pero al mismo tiempo, y por supuesto, la nueva Constitución deberá tener una mirada de futuro, del siglo XXI. En esa línea, creo importante introducir nuevos derechos sociales, como el de la vivienda digna y también redistribuir más equitativamente el poder territorial a lo largo del país.

Se discute mucho el cambiar el régimen presidencialista, ¿Cuál es su postura?

La verdad es que soy muy escéptico de que en un año de Convención podamos dejar de lado el presidencialismo y encaminarnos hacia el semipresidencialismo o el parlamentarismo. En primer lugar, porque el tiempo es muy corto. Si uno cambia el régimen político, inevitablemente tiene que cambiar la estructura del Estado, lo que, por supuesto, genera mucha incertidumbre y toma mucho tiempo. En segundo lugar, porque existe una larga tradición en torno a la idea de un “ciudadano, un voto, una autoridad”. Con el semipresidencialismo elegiríamos a un jefe de Estado, pero no a quien verdaderamente nos va a gobernar -el llamado Jefe de Gobierno- porque esa autoridad la elegiría el Congreso. Menos factible de implementar sería la opción parlamentaria, donde ya ni siquiera estaríamos eligiendo al jefe de Estado, sino que únicamente a un congresista que se juntaría con otras 154 personas para elegir a un Primer Ministro.

¿Cuál sería una posible solución?

Mucho más importante que cambiar el régimen político es modificar en parte el régimen electoral, porque el sistema proporcional actual atomiza de tal forma el poder que impide la existencia de grandes coaliciones, con lo cual, la verdad, ni el presidencialismo, ni el semipresidencialismo ni menos el parlamentarismo pueden gobernar en un largo plazo. Si no hacemos modificaciones al sistema electoral, entonces la crisis de gobernabilidad se mantendrá por un largo tiempo.

Otro de los debates es cambiar el llamado “Estado subsidiario” en la actual Carta Magna ¿Compartes esta critica?

Creo que lo primero es definir qué es lo que entendemos por Estado, porque muchas veces los analistas se pierden en grandes teorizaciones y entienden el Estado como una entelequia, como si el Estado existiera por sí solo. Y el Estado la verdad lo hacemos todos nosotros, los ciudadanos comunes y corrientes que pagamos impuestos, que generamos infraestructura, que somos parte de una burocracia, etc. Entonces, lo primero es definir qué vamos a entender por Estado. Lo segundo es que cambiar un concepto -el de “Estado subsidiario” por el de “Estado cuidador” o “Estado social democrático de derecho”- no resuelve verdaderamente los problemas que aquejan a los ciudadanos. Problemas que tienen que ver, en primer lugar, con el hecho de que muchas veces se confunde el concepto de Estado con el de gobierno, con lo cual las burocracias son contingentes al gobierno, y no tenemos verdaderos servidores públicos. Eso trae como consecuencia que muchas veces el Estado no está al servicio de los ciudadanos, sino que es al revés.