En el celular del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, 65 años, militante UDI, destaca una aplicación: "Horarios misa". En ella, Lavín busca cada día las liturgias a las que puede asistir según su agenda. Así lo hizo el jueves 30 de mayo, a las 8 de la mañana. Entre sus compromisos estaba encabezar una Audiencia Popular en la calle Diaguitas, cerca de la Av. Colón.

La aplicación arrojó en segundos un resultado. La ceremonia más cercana sería en las Siervas del Espíritu Santo, en calle Tomás Moro, a las ocho en punto.

Lavín hizo el cálculo rápidamente en su cabeza. Alcanzaba. La misa no tomaría más de 40 minutos y su reunión comenzaba a las 9.00. Enfiló sus pasos.

La liturgia diaria -como miembro supernumerario del Opus Dei- es uno de los hábitos que el hoy alcalde mantiene inalterable entre los dos momentos peak que han marcado su trayectoria política.

Desde 1999, cuando forzó una inesperada segunda vuelta presidencial con el entonces candidato oficialista Ricardo Lagos -quien finalmente lo derrotó-, a 2019, cuando es el indiscutido mejor posicionado en Chile Vamos para disputar la sucesión de Sebastián Piñera.

No todo ha sido fácil. Entremedio, el historial político de Lavín suma varias y duras derrotas -en la presidencial de 2005, con el propio Piñera; en la senatorial de 2009, que lo dejó fuera del Congreso, y un fallido paso como ministro de Educación en 2011. Una de las más dolorosas -según sus cercanos- fue en 2016, cuando debió resignar sus intenciones de disputar otra vez la alcaldía de Santiago y debió abandonar la carrera: el novato concejal de RN Felipe Alessandri tenía más posibilidades de derrotar a la alcaldesa PPD, Carolina Tohá, tal como se demostró meses después.

El azar volvió a mover la fortuna en favor de Lavín pocos meses después. Tres días antes de la inscripción de candidatos a las municipales -cuando ya se resignaba a seguir en el mundo docente-, Francisco de la Maza lo llamó y le comentó que no postularía a la reelección en Las Condes. Lavín tomó la oferta y hoy, cuatro años después, es el político mejor evaluado del país y el personero de centroderecha con mayor proyección en las encuestas para llegar a La Moneda.

Lejos de la UDI

Cuando en mayo de 1989 la UDI logró la legalización como partido y estrenó su primera directiva, Joaquín Lavín fue uno de sus vicepresidentes.

El hoy alcalde compartía responsabilidades políticas con Jaime Guzmán, Pablo Longueira y Jovino Novoa, entre otros.

Lavín no solo fue uno de los fundadores de la colectividad y, como tal, férreo defensor del régimen de Augusto Pinochet. Fue uno de los participantes de Chacarillas -encuentro en el que se delineó el espíritu del gobierno militar-, uno de los rostros del Sí y también una suerte de ideólogo del régimen. Reconocido miembro de los Chicago Boys, escribió Chile, Revolución Silenciosa, un texto en el que celebra el modelo neoliberal implementado en el país.

Por estos días, sin embargo, al menos en lo público, el ADN gremialista de Lavín está en entredicho. Su relación con la actual timonel Jacqueline van Rysselberghe es formal. La directiva, por ejemplo, le ha pedido en los últimos meses participar de encuentros partidarios, pero el alcalde se ha negado. Sus cercanos no aluden a un quiebre traumático con su partido, sino a un continuo distanciamiento que el propio Lavín ha alentado. Parte importante de este giro lo han obligado varios episodios de su entorno familiar, en particular con sus hijos.

"Nosotros, habiendo sido pinochetistas, porque yo lo fui, fuimos partidarios del Sí. Después nos dimos cuenta de que ese gobierno violó los derechos humanos, y cuando uno tiene esa seguridad, las cosas cambian", agregó en 2018, asegurando que ahora votaría por el No. "Con la adopción homoparental me ha pasado que antes era muy cerrado, pero me ha tocado ver casos en que el niño está mejor con una pareja gay", ha dicho públicamente.

Son frases de Lavín que han causado incomodidad y abierta molestia entre los gremialistas más ortodoxos, quienes tampoco olvidan cuando el alcalde se declaró "bacheletista-aliancista".

Con el paso de los años, explican quienes lo conocen, el alcalde de Las Condes se ha convencido de que mientras más lejos esté de la UDI, mayores serán sus potenciales electorales. La experiencia se lo ha confirmado, según suele señalar en privado.

En 1999, la UDI tomó distancia de la campaña de Lavín. El mismo candidato así lo había pedido y se le concedió. "La UDI le dio aire y libertad a su campaña para que él pudiera llegar más allá de la UDI", recuerda el diputado de la colectividad Patricio Melero.

El 2005, en cambio, es recordado como un periodo oscuro por el propio Lavín. La candidatura presidencial de Piñera, representando a RN, eclipsó al alcalde, quien se vio obligado a endurecer sus posturas en busca del electorado natural de la UDI. "Fue cuando más duro hemos visto a Joaquín, él no es así. Se sintió muy incómodo representando a la UDI", señala un amigo cercano al edil de Las Condes.

En 2009 las cosas nuevamente le jugaron en contra. Bajo la dirección del senador Juan Antonio Coloma, la UDI le pidió competir por la Región de Valparaíso. El resultado, nuevamente, fue devastador.

Cuando una vez más Lavín comienza a posicionarse en la carrera presidencial, el alcalde ya notificó a su partido que mantendrá la mayor distancia posible de la colectividad. No participa de ninguna instancia institucional de la UDI y, salvo que lo inviten, rara vez visita la sede del partido, ubicada en calle Suecia. "Me siento UDI, pero quiero ser lo más yo posible", suele transmitir el alcalde a sus amigos más cercanos.

También -aun a contrapelo de los líderes de su colectividad que pretenden que Lavín apuntale las postulaciones municipales de sus correligionarios- el alcalde ha transmitido que se concentrará en su reelección en Las Condes en 2020.

"Ya he estado en todas. Las cosas cambian rápido. Las encuestas son montañas rusas", suele afirmar a su entorno, entusiasmado con el renovado potencial electoral del alcalde.

Este ha sido -según sus cercanos- uno de los aprendizajes de estos últimos 20 años: en 1999 renunció anticipadamente a la alcaldía de Las Condes para lanzar su candidatura presidencial.

"Si hoy estuviéramos en 1999, ya estaría haciendo campaña. Ahora, Joaquín sabe que en cualquier momento surge otra figura", dice un cercano colaborador del alcalde.

Con todo, Lavín ya tiene afinados sus tiempos. Su definición dependerá del resultado que obtenga Chile Vamos en las próximas municipales de 2020.

Si las mediciones siguen siendo positivas para el alcalde -que tiene casi asegurada su reelección en Las Condes- y el bloque oficialista logra un resultado favorable en la contienda, el edil tiene pensado lanzar su candidatura presidencial a inicios de 2021. Antes de eso no emitirá ningún comentario al respecto.

De la Polaroid al Twitter

En 1999, Lavín revolucionó la manera de hacer campañas. Efectivo o efectista -según cómo se lo mire-, el despliegue territorial del alcalde descolocó a la entonces Concertación.

Era la campaña de las Polaroid, de alojarse en poblaciones, playas falsas, bombardeo de nubes para hacer llover e incluso caracterizarse.

Veinte años después, Lavín reconoce que se arrepiente de varias de esas ideas. "Efectivamente, no voy a hacer llover nunca más, eso son tonteras", ha afirmado.

El fantasma del "cosismo" lo ha perseguido desde entonces, así como la imagen de un político light.

"Lavín entiende que el cosismo le queda corto, que este vale al servicio de un relato y por eso entendió que tiene que levantar conceptos como el de integración social, igualdad. Es lo que ha hecho", explica el director de Criteria, Cristián Valdivieso.

Hoy el fetiche es Twitter. Fue durante su época como ministro de Planificación, cuando el gobierno de Piñera ordenó a todos los secretarios de Estado generar una cuenta en la red social. Quienes conocen a Lavín aseguran que nunca le dio mayor importancia hasta el año 2017, cuando asumió por tercera vez como alcalde de Las Condes y advirtió el potencial de la red social.

Desde entonces, Lavín dedica tres horas diarias a responder los comentarios que le hacen vía Twitter. En su agenda, además, hay un amplio espacio destinado a los medios de comunicación. Todos los días a la hora de almuerzo graba el programa Polos Opuestos, que se emite a las 17 horas en radio El Conquistador, junto al exministro PPD Francisco Vidal. Los miércoles, en tanto, participa desde las 8.30 hasta las 10.30 en el matinal Bienvenidos, de Canal 13.

El interés por los medios de comunicación no es algo desconocido. El alcalde estudió Periodismo a inicios de la década del 70, ha trabajado como editor de medios e incluso condujo un programa radial.

Los nuevos samuráis

Uno de los aspectos que más ha cambiado Lavín en los últimos 20 años es su círculo más cercano. El único sobreviviente de los llamados "samuráis" de 1999 es el exalcalde Francisco de la Maza.

Y si la casa del exrector de la Universidad del Desarrollo Ernesto Silva Bafalluy fue el centro de operaciones durante esa campaña, hoy es su hijo Ernesto Silva Méndez quien ocupó su lugar en el grupo estratégico de Lavín tras su fallecimiento en 2011.

Los otros tres estrategas, Carlos Alberto Délano, el exdiputado UDI Cristián Leay y Cristián Larroulet también salieron del grupo más íntimo de Lavín.

Délano tomó distancia de la vida política tras el escándalo de financiamiento irregular de campañas; Larroulet empezó su propio periplo de cercanía con Piñera, y Leay se concentró en actividades privadas.

El tiempo ha dado espacio a otras figuras en la zona de influencia de Lavín, como el experto electoral Gonzalo Müller o el exmilitante de Evópoli Jorge Saint Jean.

Con estos, "sus nuevos samuráis", Lavín pasó de las reuniones colectivas a las bilaterales. Al menos una vez al mes, el alcalde busca tomar un café con cada uno de ellos. Quienes conocen detalles de esas conversaciones señalan que el alcalde busca un consejo, su mirada respecto de la política o quizás una respuesta, ¿debo o no ser candidato presidencial?