Era la mañana del lunes 24 de junio, quingentésimo día tras la desaparición de Fernanda Maciel Correa, y el equipo de siete investigadores de la Fiscalía Centro Norte, encabezado por Patricia Varas, finalmente contaba con el testimonio que necesitaba. Lo habían recibido un día antes, el domingo 23 de junio, a las 13 horas. Durante su cuarta declaración, la expareja del principal sospechoso, Felipe Rojas Lobos (26), una joven de iniciales N.H.Z., había afirmado la presunción de que el cuerpo de Maciel seguía dentro de la casa-bodega de Carpas Totomax, en calle Llaima, a apenas 100 metros de las casas contiguas de la víctima y su supuesto victimario en Conchalí. Sin dar referencias precisas, N.H.Z. evidenciaba fallas en las excavaciones de Carabineros.
En una sala reservada para el equipo investigador, con las paredes empapeladas de mapas relacionales y fotos, sus pizarras llenas de diligencias cumplidas y pericias pendientes, Luciano Hutinel revisaba un set de fotografías. El abogado asesor de la fiscalía buscaba franjas de terreno sin excavar. Entonces fijó la mirada en puntos estratégicos. Uno de ellos estaba en el muro divisor, ubicado al costado norte del patio, bajo una pila de escombros. El equipo persecutor acordó revisar exhaustivamente ese y otros lugares en la propiedad.
En las horas previas al partido de Copa América entre Chile y Uruguay, la fiscalía volvió a desplegar equipos de Labocar y del SEBV de Carabineros hasta la casa-bodega. Una vez conseguida la autorización voluntaria del arrendatario, los efectivos entraron por sexta vez al sitio. Después de casi tres horas de trabajo, en los que se sacaron montones de basura escondida bajo tierra, se revisó aquel rincón del muro. Estaba a apenas cinco centímetros de una excavación anterior.
A las 17.58 apareció un "fragmento sólido" bajo el suelo. Medía 120 x 50 cm, enterrado a cinco centímetros. Una vez removido, unos 70 cm más abajo "se logró apreciar una sustancia tipo polvo, color blanquecino, mezclada con tierra", que tras ser sacudida dejó a la vista una zapatilla blanca, talla 35.
El cadáver de Fernanda Maciel se encontraba en posición fetal, casi momificado por reacción a la cal, envuelto en dos trozos de tela blanca. Sería reconocido por el tatuaje de un colibrí sobre el omóplato izquierdo, un par de aros amarillos y finalmente por sus huellas dactilares, aún bien conservadas, pese al tiempo transcurrido. El buen estado del cuerpo permitió que el Servicio Médico Legal estableciera rápidamente que la muerte fue por estrangulamiento; el arma asesina, un lazo.
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Felipe Rojas, el único formalizado por la muerte de Fernanda Maciel[/caption]
Día 1: sábado 10 de febrero de 2018
Fernanda Maciel, de 21 años, se veía inquieta. Durante horas se paseó por la casa con uno de sus celulares en la mano, llamando a algunas de sus hermanas y amigos, preguntándoles qué estaban haciendo. Recibieron llamadas sus hermanas Constanza y Valentina, su novio Luis Pettersem y su amiga Tamara Reyes. Más tarde, su madre, Paola Correa, dirá que la notaba inusualmente ansiosa, incluso para una joven hiperactiva como ella, diagnosticada como tal desde la educación básica. Iba y venía con un plato de comida, lo dejaba en la cocina y lo tomaba de nuevo. Finalmente, se lo terminó de pie, apoyada en un mueble.
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Los seis meses previos habían sido intensos para Fernanda. No solo se había enterado de que estaba embarazada, sino que también había comenzado a trabajar regularmente, entre las 15 y 21 horas, como mesera en el Gatsby del Aeropuerto de Pudahuel. De acuerdo con el empadronamiento realizado por funcionarios de la PDI, sus relaciones laborales con los jefes y sus pares no eran las mejores: una supervisora la calificó como "una empleada impulsiva, con problemas para aceptar jerarquías y reglas, que suele ser muy exigente en cuanto a sus derechos, tenía conflictos con otros empleados por temas de propinas, y solía llegar tarde a sus turnos, pero recuperaba las horas".
Un compañero que era algo más cercano a ella, en tanto, mencionó que Fernanda siempre se retiraba sola y que nunca vio que "nadie la fuera a buscar".
Cuando después de tres meses de trabajo fue despedida debido a su embarazo, Fernanda interpuso una demanda y sus jefes optaron por ceder y recontratarla para hacer medios turnos. Su última jornada en el restorán antes de su intrigante desaparición fue el jueves 8 de febrero de 2018, según los registros de la tarjeta que utilizaba para tomar los buses Centropuerto.
Como lo demostró hasta esas últimas horas, Fernanda tenía una vida social muy activa, real y virtual. Tenía cinco perfiles de Facebook y una debilidad por las selfies. Era conocida en su barrio, donde era clienta regular de la botillería El Manantial y una pastelería. También se le veía permanentemente acompañada por amigos en el sector, conversando en la calle hasta bien entrada la madrugada.
Esa tarde de sábado, Fernanda se comunicó con otra de esas antigua juntas, su vecino Felipe Rojas. A las 16.48 le escribió un mensaje de WhatsApp y algunos minutos después habló con él a través del muro. Una cámara de seguridad del sector captó a la joven saliendo de su casa a las 17.28, en dirección poniente, por la vereda norte de calle Llaima. Llevaba un vestido strapless gris. Once minutos después, Fernanda Maciel se conectó por última vez a WhatsApp. Para sus contactos, ese reloj particular se detuvo a las 17.39.
Día 370: jueves 14 de febrero de 2019
El comisario Felipe Parada, de la Brigada de Ubicación de Personas (Briup) de la PDI, firmó un informe destinado a la fiscal Patricia Varas. Hasta entonces, la participación de la policía civil había sido limitada en la investigación, pues la persecutora le había dado prioridad a la labor del SEBV de Carabineros; sin embargo, la PDI igualmente había emitido al menos dos informes criminalísticos: lo había hecho la misma Briup en abril de 2018, con varias objeciones a las pesquisas llevadas por los uniformados, y luego el Instituto de Criminología (Inscrim) en octubre del mismo año.
En este nuevo informe de la Briup, que en rigor es una ampliación del documento anterior de abril de 2018, la PDI apunta directamente a las contradicciones en los testimonios de Felipe Rojas. "Varios hechos narrados no concuerdan con los elementos obtenidos de declaraciones y cámaras de seguridad, y en otros derechamente miente, obstaculizando la investigación", señala el documento en sus conclusiones.
"La investigación apunta a que Felipe Rojas se encuentra involucrado directa o indirectamente en la desaparición de Fernanda Maciel (...). Por estas razones se mantiene la solicitud de cambiar la calidad de testigo a imputado de Rojas Lobos, situación que se encuentra en espera por parte de esa fiscalía", agrega el texto.
Según fuentes de la Centro Norte, esta noción no les resultaba desconocida. El equipo investigador tenía claridad, desde temprano, de que Rojas era un sujeto principal de interés. Su problema era que sin cuerpo ni testigos era imposible llevar a Rojas ante tribunales, y prefirieron mantenerlo como testigo para que no tuviera el derecho a silencio que sí tienen los imputados. Estaban conscientes de que Rojas, desde un principio, se había mostrado como un testigo escurridizo, que en sus primeras declaraciones negó haberse reunido con Fernanda en la casa-bodega en el día de su desaparición y luego había interpuesto un recurso de protección contra Carabineros por "acoso".
Entre los indicios más importantes reunidos contra Rojas, detallados en el informe de la PDI y aparentemente conocidos también por la fiscalía, estaban el análisis de las cámaras de seguridad de las calles aledañas, que capturan cada movimiento de Rojas entre el 10 y el 13 de febrero de 2018, y los registros de venta de la ferretería El Dato, donde Rojas habría comprado cal y cemento con fines desconocidos.
Mucho después se le preguntaría por estos insumos y él contestaría que eran para reparar unos pastelones en el patio; rápidamente, los socios de Carpas Totomax lo desmentirían.
Día 1: sábado 10 de febrero de 2018
Felipe Rojas estaba en su casa de calle Puntiagudo 4951 cuando recibió un mensaje de WhatsApp de su vecina.
Fernanda Maciel (16.48): "Qué onda?".
Felipe Rojas (16.54): "De qué?".
Fernanda Maciel (16.57): "No sé".
Rojas se asomó sobre la pandereta a las 16.58 para comprobar si Fernanda estaba en su casa. Se encontraron cada uno en su patio, separados por el muro compartido. El cuñado de Rojas, Rodrigo Szabo, presenció esa conversación. Ambos acordaron fumarse un 'pito' en la bodega que Lobos custodiaba por esos días, cuando los arrendatarios de la empresa de carpas andaban de vacaciones. Rojas tomó su bicicleta y llegó al sitio a las 17.17. Los administradores de la empresa le habían encargado lavar las telas, los sacos y alimentar a los perros. A las 17.20, ambos animales salieron a la calle, revelando la presencia de su cuidador. Un minuto después, Rojas reinició el contacto con su vecina mediante WhatsApp.
Felipe Rojas (17.21): "Tenís un smoking, ¿te queda?".
Fernanda Maciel (17.22): "No, voy pa' allá con la Simona".
Rojas llamó inmediatamente a su amiga para pedirle que no llevara a su perra Simona, porque los perros de la casa-bodega, Benji y Frutilla, se la podían "comer". Posteriormente, a las 17.28, Fernanda salió de su casa para encontrarse con Rojas.
Transcurrieron dos horas y cinco minutos de silencio ante las cámaras. Fue en este lapso cuando, de acuerdo con las presunciones de la fiscalía, Fernanda fue asesinada.
Rojas salió de la bodega a las 19.33 y pedaleó a su casa a las 19.39. Acto seguido, dejó la bicicleta y regresó caminando a la casa-bodega un minuto después.
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Día 3: lunes 12 de febrero de 2018
Durante el resto del fin de semana, Rojas entró y salió del sitio un par de veces más. Pero en este día particular se levantó temprano y entró a las 8.42. Se quedó 31 minutos dentro de la propiedad y volvió a salir en su bicicleta hacia fuera del cuadrante captado por las cámaras. Más tarde, a las 9.32, volvió con lo que la PDI describiría en su informe como "un bulto sobre el manubrio".
A partir del chequeo de las grabaciones de esta jornada, la fiscalía solicitaría a la PDI empadronar las ferreterías de la zona. La diligencia se realizaría casi un año más tarde, el 11 de enero de 2019, cuando dos detectives acudieron a la ferretería El Dato, en Independencia. Su dueño, Manuel Sandoval, facilitó el registro de ventas, donde los policías encontraron la compra de un saco de cemento de 25 kilos, marca La Unión, a un precio de $ 3.290. La hora de la transacción (9.21) coincidía con el período en que Rojas estuvo fuera de la casa-bodega.
Tras esa primera compra, regresó a la propiedad a las 10.17. Se quedó adentro un largo rato, mucho más de lo habitual, de dos horas y 41 minutos. Salió a las 12.58.
En el mismo listado de operaciones, la PDI identificaría la compra de otro costal de 25 kilos de mortero de piso a $ 2.700, a las 14.44, otro momento en que Rojas estaba fuera de su casa. Apenas 10 minutos después, Rojas volvió con otro bulto al sitio.
Día 4: martes 13 de febrero de 2018
Por segundo día consecutivo, Rojas se levantó muy temprano, antes de las ocho de la mañana, para caminar por las mismas calles del barrio que había recorrido frenéticamente en los días previos. Iba examinando detenidamente todas las cámaras de seguridad que lo habían capturado en días previos. Tiempo después, las grabaciones lo mostrarían mirando directo al lente.
Un rato después, Carabineros se llevó las cámaras. La investigación por presunta desgracia de Fernanda Maciel estaba comenzando.
Día 76: viernes 26 de abril de 2018
El primer informe entregado por la Briup para ubicar a Fernanda Maciel planteó unas primeras sospechas acerca del rol de Rojas en su desaparición. Donde sí se leía particularmente tajante, después de desarrollar un completo perfil psicológico de la víctima, era al descartar un posible suicidio o el abandono voluntario de su hogar. "La requerida es muy dependiente emocionalmente (...). La desaparecida estuvo expuesta desde muy pequeña a situaciones de violencia, tanto física como psicológica", dice el documento, aludiendo al ciclo de violencia intrafamiliar sufrido por su abuela y su madre antes de ella. "Se detallan sentimientos crónicos de vacío, además de ira inapropiada e intensa o dificultades para controlar sus impulsos agresivos", acota el texto.
Día 500: lunes 24 de junio de 2019
A las 23.10, en el Centro Comercial Dos Caracoles de Providencia, Felipe Rojas finalmente fue arrestado. Las cámaras lo mostraron sereno, subiéndose a la patrulla sin oponer resistencia. Lo acompañaba su hermano Francisco, quien le avisó de la orden de detención y de los dos efectivos de Carabineros que habían llegado a buscarlo a Conchalí. Según fuentes de la fiscalía, el ahora imputado por la muerte de Fernanda Maciel había dado señas de que tarde o temprano irían a buscarlo.
Aunque en la mayoría de las más de 1.300 llamadas telefónicas escuchadas por el equipo investigador se había mostrado cauteloso, Rojas comenzó a dar señales de agotamiento. A una de sus compañeras de trabajo de la Utem le habría dicho "te voy a matar", mientras que a otra persona le habría señalado que acababa de "matar a una persona", justo antes de largarse a reír. Los investigadores también apuntan a sus antecedentes de violencia intrafamiliar, la última de ellas denunciada por S.M., una expolola. Esta acusación forma parte importante del testimonio de N.H.Z., la expareja que terminó por inculparlo.
De acuerdo con esa declaración, en la casa-bodega, Rojas le habría contado a Fernanda que S.M. lo estaba extorsionando con su denuncia. Entonces, Fernanda se habría sumado a las amenazas, pidiéndole que le pagara por su silencio. Un leve empujón de Rojas habría hecho resbalar a Fernanda, quien supuestamente se habría golpeado la cabeza y luego fallecido accidentalmente.
Esta versión no se condice con la autopsia, que no arrojó lesiones en la cabeza. Para el equipo investigador, de hecho, el crimen habría ocurrido tras una agresión sexual.
Según N.H.Z., Rojas lloró largamente tras la confesión. Después lo encontró desnudo en el baño, con la mirada perdida bajo la ducha.
Día 100: lunes 20 de mayo de 2018
En el centésimo día después de la desaparición de Fernanda no hubo grandes avances en la investigación, pero era la fecha probable de parto que le habían dado a la joven en el Cesfam Lucas Sierra. Luis Pettersem, la expareja de Fernanda, dice que la guagua se hubiera llamado Josefina.
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