La noche anterior a esta entrevista, la nueva directora ejecutiva de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) llamó por teléfono a su papá, intuyendo que podrían preguntarle por el origen de su nombre. "¿Por qué me pusiste Aisén?", le preguntó. La abogada, de 39 años, master of law de la U. de San Francisco, lleva un nombre poco común, Aisén Etcheverry. "Me lo han preguntado toda la vida y siempre doy distintas explicaciones inventadas por mí. No había preguntado antes. Es mi nombre, existe nomás. Pensé que me contaría una gran historia, pero solo me dijo que era el nombre más bonito que se le ocurrió y punto".
Nació en Francia y es probable -teoriza- que, entonces, su padre no haya conocido Aysén. "A las personas no se les olvida mi nombre, pero a mí me cuesta recordarlos, entonces la experiencia en el Metro es ¡hola, Aisén! y yo no puedo acordarme cómo se llaman", dice riendo.
Etcheverry se hizo cargo de un organismo que por más de 50 años rigió los destinos científicos del país, pero que con la creación del ministerio pasará a llamarse Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, una transfusión compleja: los funcionarios, solo una semana antes de su arribo, paralizaron el organismo por dos días.
-¿Qué hace una abogada a cargo de Conicyt?
La transición a la Agencia es un proceso que tiene que ver con desarrollo científico tecnológico, pero que tiene mucho que ver con gestión. Armar nueva institucionalidad en la administración pública no es algo que ocurra de la noche a la mañana. En los años en que he trabajado en la administración pública (Milenio, Corfo) he hecho eso. Creé institucionalidad para la transformación digital; en el Inapi estuve a cargo de armar todo el estudio de políticas públicas. Toda mi contribución al sistema ha sido desde crear espacios nuevos de manera innovadora dentro de la administración pública y eso tiene mucho que ver con lo que debe hacer el Conicyt en su traspaso a la Agencia, un proceso que no haré sola, sino con la ayuda de la presidenta del Conicyt, Mariane Krause. Por años he trabajado con universidades, centros de investigación. He sido parte del proceso de creación de centros de investigación. Tengo vinculación con el mundo científico, no es extraño para mí.
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Aisen Etcheverry Escudero, abogada y directora ejecutiva de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt). Foto: Juan Pablo Sierra[/caption]
-¿Siempre pensó en estudiar Leyes?
Nunca pensé en estudiar Leyes (risas). En el colegio (Alianza Francesa) mi fuerte siempre fue el área científica, las matemáticas. Creo que todo el mundo pensaba que estudiaría Ingeniería, pero me gustaban mucho la historia, la literatura, y me fui por ese lado. En el colegio y en la universidad era súper matea… matea, matea, desde siempre. Cuando salí del colegio, medio perdida, Derecho en la U. de Chile era una alternativa del área humanista, pero no entré muy convencida. El primer año me fue bien, en algún momento pensé cambiarme a Periodismo, pero me fui entusiasmando con la carrera, hice ayudantías en varios ramos. Es una linda carrera.
Etcheverry es madre de mellizos de 11 años (un hombre y una mujer). "Cuando eran guagüitas era más desafiante ser mamá y trabajar. Ahora ya están más grandes y autosuficientes", dice.
-¿Comparte aquello de que para las mujeres que son madres es más difícil acceder a cargos directivos?
Es una pregunta en la que he pensado mucho. Si me hubieran preguntado hace tres o cuatro años, habría dicho 'no, sabes que nunca he sentido discriminación'. Pero teniendo una hija chica que es mucho más consciente de lo que yo soy en temas de género, uno empieza a darse cuenta de situaciones que yo, al menos, tenía completamente normalizadas. Entonces, mirando en retrospectiva y sentada donde estoy hoy, claro que influye ser mujer. No sé si me discriminaron, pero me pasó la cuenta ser mujer. Ser mujer te fuerza a abordar las relaciones de otra manera, a veces a esforzarse un poco más en hacer valer los argumentos, siempre está la sensación de que se tiene que hacer un espacio, que hay que validar y eso lo hace desafiante. En algunos casos puede contribuir a que uno sea mejor en su desarrollo profesional, porque te exiges más, pero a nivel sistémico eso no está bien. Esto hace que mujeres muy talentosas decidan no participar.
Tras egresar se fue a vivir a EE.UU. Su primer esposo se ganó una beca en Stanford. Allá estudió, trabajó, tuvo a sus hijos y también se dedicó al arte, pintó cuadros y hasta vendió uno durante una miniexposición que realizó de su trabajo. "Fue más una humorada", aclara entre risas.
-¿Cómo llega a trabajar en Oracle, en Silicon Valley?
Había terminado el máster, tenía el título de abogado y tenía la licencia para ejercer. Una amiga que conocí trabajaba en Oracle y me contó que buscaban una persona para reemplazo en Data Entry (ingresar datos a una planilla Excel). Necesitaba trabajar y me presenté. Estuve una semana haciendo tablas dinámicas. Un día, se asomó en el cubículo el que sería mi jefe. 'Oye, tú eres abogada'. Le dije que sí. Al otro día me preguntó si quería incorporarme a su equipo. Estuve tres años. Cuando mis hijos cumplieron un año, decidimos volver a Chile.
Durante el gobierno de Michelle Bahelet trabajó en el Ministerio de Educación (2009), en el Comité Interministerial de Propiedad Intelectual encargado de implementar el Tratado de Libre Comercio con EE.UU.
"Nunca he militado en un partido político", aclara, y no está en sus planes hacerlo. "El espacio desde donde yo contribuyo al gobierno es otro. Trabajé en todos los gobiernos y puedo decir que hay matices, posiciones, pero no hay visiones contrapuestas, es un espacio transversal. Trabajé con Eduardo Bitran, con José Ramón Valente, ahora con el ministro Couve y la subsecretaria Torrealba, y en todos esos casos hemos construido agendas y políticas públicas que han permanecido en el tiempo", asegura
-¿Qué rol siente que cumple hoy, sepultar a Conicyt o crear la nueva Agencia?
Pensar que la Agencia nace en el vacío y de la nada sería el principal error que podríamos cometer todos. Aquí hay 52 años de trayectoria del Conicyt, de conocimiento, de equipo, de proyecto, una historia de éxitos y fracasos, que son los cimientos sobre los cuales se construye la Agencia. En los días que llevo he estado involucrándome con los equipos, entendiendo cómo funcionan y, sobre todo, averiguando cuál es la visión que tienen sobre cómo crece la agencia. Mi rol tiene más que ver con articular esas piezas y facilitar el proceso. Yo no vengo a sepultar nada, todo lo contrario, vengo a construir sobre lo que existe y ojalá que después de este proceso, que está recién partiendo y que es un proceso largo, terminemos con una agencia que sea infinitamente mejor de lo que es Conicyt.
El paso de Conicyt a la Agencia, ¿implica más recursos?
El tema de los recursos ha sido centro de la Agenda. El ministro Couve lo ha dicho varias veces, hablamos y hablamos del 0,38% del PIB en investigación y desarrollo como insuficiente, pero hablamos poco respecto de qué hacemos con más recursos y cómo ordenamos el sistema para que esos recursos sean mejor aprovechados y justifiquen un incremento mayor en los próximos años. Hay un sistema que es grande y es potente: hay cerca de tres mil proyectos que están vigentes, 38 centros de investigación solo en Conicyt. Es un sistema que ha crecido muy bien, pero que hoy está en etapa de ordenarse, de construir sobre lo que tiene y a partir de ahí justificar un incremento de los recursos. Primero hay que ordenar.
-Entonces, ¿el presupuesto 2020 no contempla un incremento?
En lo que queda de este año y en 2020 tenemos mucho trabajo que hacer de reordenarnos. Hay políticas de ciencia y tecnología que construir, afiatar la transición de la Agencia, la institucionalidad del ministerio. Ese es el foco.
La semana pasada, los trabajadores de Conicyt estuvieron en paro. Alegan que no se les respeta el acuerdo de aumentar los puestos de planta cuando pasen a la Agencia.
Yo llegué al Conicyt el día después de que había terminado la paralización. Esta semana he estado entendiendo, nos hemos reunido y lo seguiremos haciendo. Efectivamente, hay un punto de discrepancia que tiene que ver con las plantas, pero existen un montón de otras áreas donde hay una agenda de trabajo súper rica que se esta construyendo con las asociaciones de funcionarios. La impresión que tengo hasta ahora es que la movilización es parte del proceso de transición hacia la Agencia.
-¿Teme que los funcionarios vuelvan a parar? ¿Qué ocurriría si paran?
Las movilizaciones son siempre una posibilidad y un vehículo legítimo de manifestación. Es parte del proceso y de cómo las organizaciones crecen y se relacionan. Una persona en el cargo en que estoy debe estar siempre preparada para esa situación. Obviamente, hay que trabajar para que no ocurra, pero es una opción legítima, pero espero que evitemos la necesidad de una nueva movilización.
-¿Cree que podría vender otro cuadro?
(Ríe) Creo que no y no volvería a vender. Fue una excepción, ni siquiera lo intentaría. Fue una sensación increíble cuando ocurrió, pero no me imagino eso ahora. Ahora estoy más enfocada en la venta de políticas públicas que de cuadros. D