"No soy la misma de cuando partí la campaña", asegura la senadora Carolina Goic (DC). Y, con la misma voz pausada, asegura que "valió la pena" levantar una opción en las pasadas elecciones presidenciales y romper la tradición de una candidatura única en el entonces oficialismo. Eso sí, sostiene que la responsabilidad de la derrota ante Sebastián Piñera debe ser compartida por varias partes. Y estas son sus cuentas.
En lo que se llamó la Nueva Mayoría no hay dos voces: la elección presidencial se perdió frente a Piñera por la existencia de dos candidatos oficialistas. ¿Qué les dice a quienes sostienen esa idea?
No comparto ni ese diagnóstico ni esa conclusión. Aquí hay una situación que se da desde antes, donde el tener dos candidaturas lo que buscaba como objetivo era ampliar el arco de representación. Lo dijimos siempre en campaña: si es que la elección se polarizaba y se izquierdizaba la propuesta frente a Sebastián Piñera, lo que hacíamos era darle ventaja. Si queríamos en esto representar una mayoría, lo que se necesitaba era ampliar. Y aquí hay una historia que tiene que ver no solamente con la definición de las candidaturas, sino que viene de antes en el gobierno, con un esfuerzo sistemático por ir reduciendo la injerencia de la DC y, por el otro lado, dar un peso más de miradas de izquierda, que desequilibraban finalmente lo que representábamos todos y que, finalmente, termina en lo que llevó a la pérdida del gobierno.
¿Y cuánta responsabilidad les cupo al gobierno y a la Presidenta Bachelet el no saber leer bien este diagnóstico que ustedes proponían?
Hay responsabilidades del gobierno, sin duda. La Presidenta renunció a tener más injerencia como jefa de la coalición y esa fue una opción. Yo creo que en su momento se podía haber incidido mucho más o influido mucho más para que se generaran acuerdos. Cuando tienes partidos diversos, justamente en eso está su riqueza, lo que tienes que hacer si quieres ser coalición es permitir que todos ganen, un acuerdo en el que efectivamente todos ganen y no que unos ganen a costa de otros, que fue lo que pasó.
Obtuvo el quinto lugar en las elecciones, un 5,88%. La DC fue golpeada, en particular, en la Cámara de Diputados, que bajo su representación a casi la mitad. ¿Valió la pena ir a primera vuelta?
Sí, valió la pena. A quienes son críticos hoy día, los invito a hacer el análisis qué hubiera pasado si nosotros nos hubiéramos omitido. Hubiéramos retrocedido aun más en la incidencia de nuestro partido, no sé con qué cartas negociaban, eso es lo primero. Aquí más bien entiendo el ir a primera vuelta a pesar del resultado -que he sido muy clara en reconocer que no era el que queríamos-, siento que eso es el inicio de un camino para la DC.
¿No es justo plantear que en función de lo presidencial se sacrificó a la mitad de los parlamentarios DC?
En eso faltó franqueza de los partidos, porque lo que ellos esperaban era que se bajara la candidatura presidencial para generar el acuerdo parlamentario. Ahí hubo mucha pequeñez en no entender la necesidad de levantar un discurso que fuera más moderado, porque si no ese electorado de gente que quiere cambios, pero que los quiere con gobernabilidad, con diálogo, con acuerdos, es un electorado que le dejamos a Sebastián Piñera.
¿Hubo algún momento en el que se arrepintió de ser candidata presidencial?
No, no, nunca. Hay situaciones donde a algunos les faltó convicción, donde creo que hubiera sido más sincero decir no queremos candidaturas y no tener que responder en lo comunicacional siempre contra este fantasma de "la van a bajar, la van a negociar", y creo que eso finalmente fue un costo para todos. Quien pensaba que con eso se salvaba creo que se equivocó, fue un costo para todos, fue un costo para el partido también. Yo hubiera esperado ahí mayor convicción, y hay distintos motivos por los cuales uno puede interpretar que no se viera. Pero no tengo duda de que yo representé el sentir de las bases democratacristianas.
¿Y qué ganó la DC?
A mí me alegra mucho escuchar hoy día a mucha gente hablar de ética en política. Veíamos el otro día en Icare al ministro Chadwick, al ministro de Desarrollo Social. Ahí hay un tema que nosotros instalamos, y que lo instalamos no con criterio pequeño electoral, porque uno sabía que probablemente con eso no era, no ganábamos muchos votos en el corto plazo. Pero sí que en el largo plazo se hace el camino a la reconstrucción de la confianza de los ciudadanos en la política, que pasa por la buena política y darle contenido, además, a lo que significa la ética en política.
Romper en la práctica con la Nueva Mayoría al decidir levantar una candidatura se intuye que fue una decisión dura. ¿Pudo conversar el tema con la entonces Presidenta Bachelet, se le adelantaron a la entonces mandataria cuál eran los planes suyos y de su partido?
No voy a comentar conversaciones privadas, menos con la Presidenta de la República, pero sí te puedo decir que para mí la decisión de ser candidata tenía que ver con la convicción de que era necesario para poder mantenernos en el gobierno, para enfrentar en el buen sentido en el debate electoral a Sebastián Piñera. Y tenía esa convicción, y eso sí lo informé, lo comenté, lo compartí donde correspondía, en el momento que correspondía también.
Muchos señalaron que desde el gobierno se hicieron muchos esfuerzos para evitar dos candidaturas oficialistas.
A mí nunca nadie del gobierno me dijo derechamente o de frente mejor baja tu candidatura. Nadie.
¿Y qué le pasa cuando después la responsabilizan a usted de la división oficialista?
Veo falta de autocrítica. Es muy fácil echarle la culpa a la DC o a una decisión, así como vimos la soledad en que dejaron a Alejandro Guillier después de la derrota. La autocrítica respecto de qué pasó con el PS y las decisiones que tomó su presidente, que impidió el acuerdo parlamentario o cómo se dio la bajada del Presidente Lagos, que estaba dispuesto en esta complicidad de darnos espacio en la carrera presidencial y las implicancias de eso. Puedo decir hoy día, que dije en el ámbito privado que si se baja el Presidente Lagos, no tenemos posibilidad de ir a una primaria, porque significa un cuadro donde son todos contra la DC y eso no era equilibrado, no nos permitía tener una propuesta donde todos aportáramos.
¿Hubo prescindencia del gobierno entre usted y Alejandro Guillier?
Es muy difícil cuando todos los partidos de gobierno están detrás de un candidato y por otro lado hay solo uno. Pero en eso no esperaba que fuera distinto. No esperaba respaldo. Yo lo que hubiera esperado es la capacidad de con mayor decisión poner durante la campaña temas sobre la mesa.
¿Qué echó de menos?
Por ejemplo, haber avanzado en la tramitación de la reforma previsional. El gobierno debió haber sido más activo para mostrar las diferencias que teníamos con la propuesta de la derecha en periodo de campaña. Y en ese tema estábamos todos juntos, teníamos un acuerdo. No entiendo por qué se perdieron meses preciosos de tramitación legislativa y que, además, equilibraba un sistema, haciendo un sistema mixto, respondía además a los adultos mayores que necesitan hoy día aumentar sus pensiones. O en la separación del Sename en la agenda de infancia, donde también podríamos haber mostrado que en temas prioritarios para la ciudadanía estábamos comprometidos y éramos capaces de trabajar.
¿Qué hubo ahí, exceso de celo del gobierno para evitar eventuales divisiones entre ustedes?
Desconozco los motivos y puse dos ejemplos, en los que podíamos haber trabajado en forma muy unitaria que nos hubieran permitido, además, reconectar con las necesidades de la gente.
¿Le parece que existió favoritismo del gobierno a Guillier?
No tiene mucho sentido hoy decir si hubo favoritismo o no. Claro, estaban la mayoría de los partidos de gobierno detrás y muchos que apostaron, además, a la continuidad.
¿Le tocó conversar con la Presidenta Bachelet tras su derrota?
No, nos hemos encontrado en un par de actividades solamente.
Es extraño que un Presidente no tenga un diálogo más fluido con sus candidatos...
La Presidenta optó por jugar un rol, y no solo tiene que ver con las candidaturas, sino con la relación que hubo con los partidos políticos durante el gobierno, y que probablemente hubiera sido mucho mejor que estuvieran más cercanos y más coordinados.
¿Cree que la DC estaría en esta situación si no hubiese existido la candidatura presidencial y el resultado que tuvo?
Esto es parte de un proceso donde la DC está hoy día en una encrucijada y donde tiene que mirarse la crisis que tenemos de convivencia interna.
¿Tiene la íntima convicción de que los parlamentarios y dirigentes DC votaron y trabajaron para su candidatura?
Si todos hubieran trabajado con convicción en sus territorios, si la DC en esto se hubiera creído efectivamente el cuento y sus dirigentes también, hubiéramos tenido mucho mejor resultado.
¿Cuál es su balance personal respecto de por qué no se le apoyó su candidatura: era una mala candidatura, Guillier podía traer más votos, vendettas internas?
Probablemente pesó la intención de negociar y lo que significaba eso. Muchos creyeron, además, que con esto garantizaban espacios de poder. Pero hay algo que la DC tiene que mirar hacia adentro, o sea, mi experiencia no es distinta de la que vivió Claudio Orrego, de la que vivió Soledad Alvear, de la que vivió antes Andrés Zaldívar.
¿Y qué pasa en la convivencia interna de la DC, que no son capaces de ponerse detrás de un camarada?
Ese es uno de los temas que la DC tiene que enfrentar, de frente, tal cual. Me gustaría que hoy día diéramos señales concretas de que aquí hay una lección que aprendimos, que el partido no puede seguir fagocitando sus propios liderazgos sea quién sea.
¿Descartaría en el futuro una nueva candidatura presidencial?
Uno nunca puede descartar, decir esto no va a pasar. Pero hay una gestión que quiero defender como senadora e ir a la reelección, ese es el proyecto en lo inmediato.
¿Qué les dice a sus camaradas que en este minuto piensan en su continuidad en la DC?
Tras la derrota, por supuesto que se siente desilusión. Siempre en esto las heridas las miro de frente, pero las dejo y no me quedo con los rencores, creo que uno tiene que sacar los aprendizajes. Sembramos una semilla que hay que hacerla crecer. Pero a mí lo que más me preocupan son los más jóvenes. Que los más jóvenes que vienen con esperanza, que vienen con ganas, que son imprescindibles para el futuro de un partido, hoy día no se sientan convocados.