Esta noche se entregan los Premios Oscar. Las pantallas en todo el mundo se llenarán con las imágenes de esta gran reunión de Hollywood donde se le toma el pulso a la industria del cine, pulso que, sin duda, latirá al ritmo de las mujeres.
Y no porque ellas sean mayoría. De hecho, de las 225 personas nominadas en las distintas categorías, solo 62 son mujeres, un 27,5% del total, alza de menos de un punto respecto del año pasado. Tampoco porque Roma -que se considera una de las más fuertes candidatas a Mejor Película y Mejor Director- sea un canto al poder femenino en las relaciones de familia. Lo central en esta edición será la creciente voluntad de terminar con la invisibilización de las mujeres como creadoras culturales. La demanda más repetida será ponerlas en posiciones de poder.
Este año el objetivo será salir del 4% que las limitaba: de entre las 100 películas más taquilleras de la última década, solo ese porcentaje ha sido dirigido por mujeres. Tanto así que la plataforma Time's Up, que nació frente a los múltiples escándalos de abusos sexuales en Hollywood, lanzó un urgente desafío: dentro de su cruzada por duplicar las mujeres en posiciones de poder, el nuevo reto es que hombres y mujeres se comprometan a trabajar con una directora en el próximo año y medio o a contratarla si son productores. Una larga lista de actrices, actores y productores destacados ya se ha sumado.
No es trivial. Hollywood puede parecer un referente lejano en nuestro entorno pero, sin duda, es uno de los puntos de origen de la influencia cultural que inunda nuestro imaginario. Los estereotipos con que funcionamos tienen bastante relación con el mundo del cine y de la publicidad. Y casi no alcanzamos a darnos cuenta hasta qué punto la óptica cultural con que vemos es masculina.
La creación literaria femenina ha sido postergada por años. La película The Wife, que también compite por el Oscar a Mejor Actriz, aborda la dificultad de una mujer por ser tomada en serio en el ámbito de la literatura y cómo su obra, publicada bajo el nombre de su marido, llega a una consagración que le era inaccesible desde su situación. La película es ficticia, pero muchas mujeres han experimentado la dificultad de ser tomadas en serio y de salir de la categoría de "literatura femenina".
Tampoco es coincidencia que en el mundo la mayoría de los críticos de cine y literatura sean hombres (la proporción es 80/20) y que en UK hayamos visto campañas como el "Under her Eye" para reclutar críticas mujeres. Tal como durante largos años los afroamericanos vieron su realidad desde la perspectiva condescendiente de los blancos, los temas de mujeres han sido planteados, con frecuencia, desde la visión externa -y muchas veces caricaturesca- de lo femenino como "lo otro". Lo extraño y curioso. Es difícil para un hombre saber qué se siente siendo mujer, caminando de noche con la llave apretada en la mano, por ser vulnerable a un ataque. Ni explicar la sensación de dar a luz o de ser juzgada por el físico antes de cualquier otra consideración.
Pero lo que no conocemos no nos emociona y, por lo tanto, no es raro que estos críticos no se conecten especialmente con la "experiencia femenina" y la consideren solo un marco anecdótico para la visión central: la de ellos.
Hasta ahora las películas dirigidas por mujeres han obtenido menor proyección, estrenos en menos salas y presupuestos inferiores. Pero eso puede que esta noche comience a cambiar y, tal vez, podremos ver un vuelco en los estereotipos con que los directores de Hollywood nos han alimentado.