"Keep calm and enjoy your life".
La famosa frase británica que se conoció por primera vez en 1939, en medio de la Segunda Guerra Mundial, tiene versiones de todo tipo. Esta era una de ellas. Escrita con letras amarillas en una toalla color turquesa, colgaba de los barrotes de los dormitorios del famoso Módulo Beta. Nada más ni nada menos que el sector penitenciario más peligroso de todo Chile.
Con un "napoleón" cortaron los candados y con una sierra eléctrica -más conocida como "galleta"-, varios gendarmes quebraron los pestillos. Los que había por fuera y los que se abrían por dentro. Esa era la forma en que los internos del "Beta" mantenían el orden. Los 112 habitantes del módulo no solo sabían quién salía y quién entraba a su torre. También lo controlaban.
No era un secreto que el Módulo Beta era el lugar más inaccesible de Colina 2.
Hasta el operativo del pasado viernes 26 de abril.
Ese día se rompió el cerrojo.
Los inicios del "Beta"
Doscientos 61,5 gramos de cocaína, 9,5 gramos de pasta base, 492,2 gramos de cannabis sativa. En total: 763,2 gramos de sustancias ilícitas. Treinta y cinco celulares, 33 chips telefónicos, cuatro router de internet inalámbrico marca Huawei, dos pesas digitales, dos botellas de licor artesanal y una botella de plástico con lo que parecía ser whisky.
Veinte armas blancas de confección artesanal. Una de más de un metro de largo que podría atravesar perfectamente a dos personas. Con eso y con mucho más se encontraron los 180 gendarmes que hace una semana, a eso de las 6 de la mañana, desalojaron el lugar.
El CCP Colina 2 se inauguró en 1992 como un recinto de alta seguridad. Tiene 16 módulos, cada uno con condiciones bastante disímiles. En junio de 2014, por ejemplo, en una de las visitas del Instituto de Derechos Humanos, se observó que en el Módulo 3, diseñado para albergar a 100 personas, vivían 194 internos. A tan solo unos metros de distancia, la realidad del Módulo Beta era radicalmente distinta.
La llamada "cárcel VIP" de Colina 2 está justo al medio del recinto penitenciario. Tiene en total, contando el espacio del patio y algunas áreas verdes, 1.458 metros cuadrados. El actual director de Gendarmería, Christian Alveal, explica que su ubicación no es casual. La torre conecta el lado norte con el lado sur del penal.
-Partió con módulos que eran de clasificación especial, para tener un control más directo. Y en su minuto se tomó la determinación de que era necesario generar un espacio para los internos relacionados con el tráfico de drogas. Por su cercanía, eventualmente, tenía mayor control.
Los Care' Jarro, Los Jiménez, Los Gaete, el Clan Maturana, entre otros. Son nombres con historia, los que calificaban para entrar al Módulo 2. Así se denominaban los clanes de los miembros que habitaban el "Beta" y que, además, eran los líderes de importantes bandas que dominaban el narcotráfico en las poblaciones de Santiago.
Como "El Pelo" -su nombre es Alexander Mauricio Garrido Meneses-, que está condenado a 35 años no solo por traficar drogas, también por un intento de fuga. O el autodenominado "Rey de la Marihuana" -David Arturo Carter Salazar-, que fue descubierto trasladando 600 kilos de marihuana prensada paraguaya.
Cupertino Andaur, condenado por homicidio y violación, también estaba por seguridad en el módulo. La mayoría de los habitantes de ese lugar nunca han querido ser trasladados a módulos comunes. Han dicho que están amenazados por otros internos y que temen por su integridad.
Corría el año 2007 cuando la fiscal judicial Mónica Maldonado advirtió que, efectivamente, los habitantes del Módulo Beta tenían una serie de privilegios. Según Gendarmería, hubo varias estrategias para revertir esto. Ninguna tuvo éxito.
En 2012, un estudio de las condiciones carcelarias en Chile del Instituto Nacional de Derechos Humanos ya había revelado parte de estos beneficios. En ese informe se destaca la existencia de "áreas verdes, sectores para sentarse y mesa de pimpón, además de distintos espacios recreativos, como gimnasio y varios tipos de talleres".
Todas regalías que no hay en el resto de Colina 2.
"Una cuestión que llama la atención es el trato privilegiado por parte de la administración respecto de aquellos internos albergados en el Módulo Beta. Esta situación es problemática en la medida en que supone un trato discriminatorio de la autoridad en atención al tipo de delito cometido", señala otra parte del estudio.
La situación dentro del Módulo Beta se salió de control en 2013. Eso según la versión de Gendarmería. Habría sido en esa época cuando los narcotraficantes se apoderaron del lugar y lo convirtieron en una especie de búnker desde donde controlaban todo. Lo que pasaba adentro y sus negocios con la droga en el exterior.
-Entre cosas que se intentaron sacar y retirar, por lo menos se hicieron otros 10 allanamientos anteriores. Pero no eran cambios profundos, eran más bien cosmetológicos. Aquí hubo un cambio profundo desde el punto de vista de la inversión asociada a este cambio- dice Christian Alveal.
En 2013 se realizó un sumario para determinar quiénes habían sido los responsables del ingreso de varios elementos prohibidos al módulo. Los detalles del sumario eran desconocidos, hasta hoy.
Reportajes accedió a información que confirma la existencia del sumario. La resolución exenta número 2658, con fecha 15 de octubre de 2013, dispuso como fiscal a cargo de aquella investigación a Víctor Provoste Torres. Meses después, el 28 de febrero de 2014, se designó como responsable del sumario a Jaime Meneses Vásquez, hoy jefe operativo del CDP Santiago I.
Al ser consultado hoy, el actual director regional metropolitano, Jorge Reyes Rioseco, señala que al fiscal Jaime Meneses se le habría perdido el sumario. Este hecho originó que el actual director, Christian Alveal, ordenara la apertura de una investigación interna para determinar las eventuales responsabilidades de funcionarios penitenciarios en este caso.
- El viernes 3 presentamos una querella contra quienes resulten responsables por cohecho, infracción a la Ley 20.000 y otros delitos para definir responsabilidades penales (...). Esas investigaciones pretenden encontrar responsabilidades vengan de quiEn vengan- dice el Subsecretario de Justicia, Juan José Ossa.
Por una vida "digna"
Las condiciones en las que vivían los presos del "Beta" no eran un secreto. El resto de los internos de Colina 2 sabían que el poder económico de los narcotraficantes podía comprar esos privilegios en la cárcel.
Las imágenes del allanamiento, a las que accedió Reportajes, revelan el estilo de vida que llevaban los internos del Módulo Beta.
Por los pasillos de la torre, los que vigilaban eran crucifijos e imágenes de vírgenes. La gran mayoría de las piezas contaba con un pool de condiciones mínimas. Un televisor LCD mediano (algunos tenían hasta 42 pulgadas); una cómoda cama, con sábanas, frazadas y plumón, y un sistema de sonido estéreo. Los espacios más lujosos hasta contaban con un frigobar o una consola de PlayStation 4. Incluso, algunos tenían aire acondicionado portátil. Los internos más sentimentales decoraban sus piezas con fotos familiares y ositos de peluche.
Las dos cocinas que había en el Módulo 2 eran full equipadas. Una de ellas, además de contar con una cocina eléctrica Ursus Trotter, dos hornos eléctricos, dos pesas portátiles, una arrocera y un congelador de tamaño industrial, tenía un refrigerador completamente surtido. Varias barras de chocolate Orly, botellas de Gatorade, yogur light, duraznos en conserva, frutas, bebidas y cajas de jugo Sprim. También había una caja llena de chocolates "Prestigio".
El Módulo Beta contaba hasta con un espacio para satisfacer las vanidades de los internos. La peluquería "Renacer" ofrecía servicios de corte de pelo normal, con navaja, corte de barba e incluso corte de cejas.
Los electrodomésticos, la comida y las camas no son artículos prohibidos dentro de la cárcel. Lo que llamó la atención era lo ostententoso de los productos en comparación al resto de los internos y que lograran entrar todo.
-Estas situaciones se van a seguir replicando si no establecemos un procedimiento objetivo. Eso radica en tener una ley de ejecución penitenciaria que deje esta ambigüedad institucional. Que deje este arbitrio que hay frente a que el poder lo tiene Gendarmería- dice Stephania Walsser, presidenta de la ONG Leasur, que trabaja por los derechos humanos de las personas privadas de libertad en Chile.
La situación no era vista como una injusticia por otros presos, sino como parte de la ley dentro de Colina 2. Muchos compraban droga que venía desde el Módulo Beta. Incluso, comentan fuentes cercanas a actuales reclusos del penal, los internos del "Beta" no eran vistos como un "problema". No eran especialmente conflictivos, casi todos tenían buena conducta. El Módulo 1, de condenados por homicidio, por ejemplo, es mucho más complicado.
Hay una organización de laicos católicos -"El camino neocatecumenal"- que lleva 10 años trabajando en ese lugar. Según testigos, encontraron un nicho en el Módulo Beta. Eran agentes pastorales que, Biblia en mano, llegaban a predicar y que eran bien recibidos.
La forma en que se lograba acceder a todos los beneficios intrapenitenciarios era un secreto a voces en Colina 2. Algunos aseguran que pagaban entre 40 mil y 50 mil pesos a los funcionarios que autorizaban la entrada de artículos para el módulo.
Fuentes al interior de Gendarmería aseguran que el poder adquisitivo que tenían los reos les habría permitido pagar a funcionarios carcelarios e, incluso, darles incentivos en fechas simbólicas, como la Navidad. Además, se investiga la eventual obtención de otros beneficios carcelarios, como la libertad condicional, por parte de estos presos. Los internos del "Beta" habrían tratado de influir -e incluso pagar- en las decisiones del consejo técnico del penal.
Otros aseguran que los privilegios empezaron como una moneda de cambio ante la amenaza de motines.
Luego del operativo del viernes 26 de abril pasado, se ordenó un nuevo sumario para establecer las circunstancias del ingreso de las especies prohibidas requisadas y la eventual responsabilidad que pudiese tener el personal de Colina II. La pregunta que se debe responder es cómo los narcotraficantes tenían poder en toda la cárcel, incluyendo al personal de Gendarmería.
-Es razonable deducir que ha existido alguna responsabilidad funcionaria, cuestión que determinarán los tribunales. Por eso se están realizando los sumarios y se presentó la querella- dice el subsecretario Juan José Ossa.
A tan solo horas del allanamiento que terminó con los 112 habitantes del "Beta" distribuidos en penales como la Cárcel de Alta Seguridad y la de Rancagua, la señal fue potente y visible. La pequeña placa de bronce que rezaba, en letras mayúsculas, "MÓDULO 2" y que contrastaba con la vida llena de "lujos y privilegios" que se encontró dentro de la torre, fue arrancada.
Hoy la reemplaza otra, donde se puede leer: "C.E.T. (Centro de Educación y Trabajo) Colina 2". R