Soberbia
"El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los soberbios" (Salmo 138:6).
Es sábado. 20 de abril. Eduardo Durán Castro, 76 años, casado, dos hijos, se detiene frente a las cámaras mientras afuera, en las puertas de la Catedral Evangélica, son cientos los fieles que exigen a los gritos su renuncia. El escenario es prácticamente el mismo desde el miércoles, cuando dio a conocer su decisión de divorciarse y contraer matrimonio con otra mujer. Pero a él parece no importarle. Como siempre, calmo, algo indiferente, carta en mano, les responde:
—Quien me nombró acá como obispo, a cargo de la congregación, no fueron los hombres, sino que fue Dios todopoderoso. En razón de esto, yo no renuncio al cargo de pastor gobernante de la Catedral Evangélica de Chile y su circuito.
La clave de su declaración, por supuesto, es la mención a Dios todopoderoso. ¿Pero fue realmente un "elegido", como afirma? Hay que retroceder un par de décadas para comprobarlo.
Eduardo Durán no tuvo otra opción: sus padres y también sus abuelos fueron evangélicos, por lo que desde temprana edad desarrolló un estrecho vínculo con la Iglesia. Tras culminar sus estudios en el Instituto Superior de Comercio, de hecho, el entonces pastor Javier Vásquez lo apadrinó. En Estados Unidos estudió Teología durante cinco años y después volvió para insertarse de lleno en la que siempre fue su iglesia, y años más tarde su obsesión, la Catedral Evangélica, en Jotabeche.
Sus primeros pasos fueron como miembro del coro de la Iglesia y, luego, como predicador de distintos templos, como la clase Robert Kennedy, de Estación Central, y las clases Blanqueado y Villa Manuel Rodríguez, de Lo Prado.
Pedro Soto, pastor de la Iglesia Cristiana Carismática Internacional, lo conoció en esos años: —Era una persona bien quitada de bulla, igualito como es ahora, para nada histriónico, bien introvertido. Y para todos lados con la pastora Raquel (Salinas).
Desde entonces, lo que más llamaba la atención era su cercanía a la "cúpula", con el pastor Vásquez y su círculo. Siempre se lo veía bien rodeado, con mucha gente: un anticipo de lo que vendría. En 1978 dio su primer gran salto, cuando fue integrado a la Junta Oficial de Diáconos de la Catedral Evangélica. Allí, fue poco a poco logrando la confianza del pastor hasta convertirse en su mano derecha, lo que se tradujo en su designación, en 1991, como director de Relaciones Públicas en la Catedral Evangélica y de la Iglesia Metodista Pentecostal (IMP) a nivel nacional. Ahora, Durán no era un simple hermano: era el responsable de manejar las informaciones respecto de los cultos, las actividades y los cambios internos. También, estaba más expuesto, se relacionaba de otro modo, era más cercano con los fieles y con el pastorado. Fue ganándose su cariño y, con o sin intención, afinando un perfil que pronto le permitiría escalar.
El quiebre se produjo en 2003, con la muerte del pastor Javier Vásquez. Fue, en ese momento, cuando decidió que era su turno: en la Catedral Evangélica estaba el botín, la llave para alcanzar el estatus que durante todos estos años fue, convenciéndose, merecía. Permanecer allí era una obligación.
Hacer carrera en la Iglesia Metodista Pentecostal supone un proceso de varias etapas. La primera parada del fiel implica ser un obrero: aprender la temática interna, asumir algunos cargos menores y mantener una vida intachable. El que cumple estos requisitos, en una determinada cantidad de años, puede optar a ser pastor: primero "probando", luego "diácono" y, finalmente, "presbítero". Pastor probando es el que está encargado de iniciar un proceso de apertura de una iglesia; el pastor diácono es el que está medianamente consolidado, que ha demostrado su capacidad de administrar grupos con resultados positivos, y el pastor presbítero llega con una experiencia distinta, se mide su capacidad por la cantidad de templos que pueda abrir.
El pastor presbítero, además, alcanza un estatus que le permite ser inamovible en su iglesia. Por este motivo, Durán se propuso alcanzar ese lugar lo antes posible.
—Hizo varias gestiones previas para quedar como pastor en la Catedral. Tanto así, que la viuda del obispo Javier Vásquez, Olga Hansen, vino a visitarme a Los Andes para pedir textualmente que paráramos sus acciones, porque no estaba actuando bien —cuenta Mario Salfate, obispo presidente de la IMP.
El lobby realizado en aquel momento, y que había comenzado desde que se encargó de las relaciones públicas, surtió efecto: pese a que era un personaje que no generaba total consenso, y a la negativa de dos oficiales, Durán logró su objetivo y fue ungido como pastor gobernante de la Catedral en 2003. A la cabeza, y como si se tratara un tablero de ajedrez, rápido movió sus piezas: mientras su perfil, bonachón, empático y silencioso encantaba a los feligreses, ubicó a hombres de su confianza en los templos más grandes y fue formando su propio círculo de hierro. Su objetivo seguía siendo el mismo: llegar a ser presbítero, para evitar que de algún modo lo sacaran de la Catedral.
Intentó alcanzar ese rango mediante distintas negociaciones con el obispo Bernardo Cartes, pero no hubo caso. Su ambición, entonces, lo llevó hasta el obispo Roberto López, y aprovechando las pugnas internas y las divisiones que vivía la IMP, logró que él lo nombrara. Durán logró así saltarse un escalafón eclesiástico: pasó de pastor probando a presbítero directamente, gracias a sus contactos.
—Acá se pensó que con ese rango él iba a quedar tranquilo. Pero siempre quería algo más. Ahora quería ser obispo —dice Mario Salfate, quien reemplazó como obispo a López en 2014—. Y quería también tener un lugar de reconocimiento por el gobierno de turno. Quería ser el Papa de los evangélicos en Chile.
Para ser obispo, la figura llama aún más la atención: como Roberto López tenía un buen apoyo del pastorado, Durán entendió que no podía alcanzar esa posición en la IMP, así que en 2011, a espaldas de todos, formó su propia entidad de derecho público: la Primera Iglesia Metodista Pentecostal. Allí sí pudo recibir la unción como obispo, el 13 de noviembre de 2011. Cuando la IMP se enteró de esta movida, intentó expulsar a Durán por transgredir los estatutos y reglamentos internos, pero un recurso de protección lo evitó.
De hecho, hasta el pasado lunes 22, Durán mantenía una doble militancia: era obispo de la Primera Iglesia Metodista Pentecostal y parte de la facción original, pero mediante un comunicado, la IMP ratificó la decisión de destituir al pastor de su corporación. Los fieles y pastores consultados por Reportajes coinciden: lo hizo porque, en algún momento, su intención sería ocupar también el lugar de Salfate.
Ahora se abre otro flanco: la Catedral Evangélica pertenece legalmente a la IMP y, después de siete años donde fue tomada sin permiso por Durán, tiene la oportunidad de recuperarla. Hoy, reconocen la opción de iniciar el proceso.
—¿Por qué razón durante estos siete años nunca les hemos quitado los templos? Porque nosotros nunca hemos querido provocar un escándalo, menos como hoy está aconteciendo —aclara el obispo Salfate—. Estoy esperando a las autoridades que queden ahí, para tener unos interlocutores válidos y, en una reunión, nos sentemos y podamos zanjar de la mejor forma.
Avaricia
"Así que si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores" (1 Timoteo 6:8-10).
—¡¡¡Vengan a depositar al banco celestial!!!
Llegó el momento: en el Ecuador de la Catedral Evangélica, el hermano Pedro Rojas, a punta de gritos, protagoniza uno de los momentos más vistosos del culto. Busca arengar a los fieles, los invita a pasar y formarse. Es hora de diezmar.
—El diezmo uno lo da para Dios —explica el pastor Pedro Soto—. Y, claro, las personas que no creen o no saben de nuestra idiosincrasia se preguntan ¿cómo es posible? Pero uno le está agradeciendo al Señor.
La caída de Eduardo Durán Castro comenzó a gestarse a comienzos de este año, cuando el Ministerio Público comenzó una investigación en su contra por presunto lavado de activos. Para aclarar el escenario, el obispo se presentó en la Fiscalía de Alta Complejidad Oriente el pasado 23 de enero. Su declaración, sin embargo, lo hundió aún más: allí, en el documento de cuatro carillas, confesó que recibe aproximadamente $ 35 millones por diezmos mensualmente, de los cuales $ 28 o $ 29 millones son para su uso personal; que ayuda a sus hijos, Eduardo —diputado— y Carolina, con $ 4.220.000 y $ 4,8 millones, respectivamente, y que destina otros $ 15 millones para ayudar a su sobrina Ruth Díaz Durán, además de 10 pastores y otros hermanos.
C.R., exasesor del obispo Vásquez y también de Durán, que prefiere mantener su nombre en reserva, explica la situación:
—Esas cifras enormes vienen desde la época de Javier Vásquez. Nunca ha habido registro, no hay libro, todo se echa en la bolsa negra. En esa época se percibían más de 40 millones mensuales, pero él sí fue más austero. Se comprobó que tenía tres propiedades. Ahí estaba la diferencia: en su administración, tuvo una vida más de austeridad, era más cauteloso, no le gustaba exponerse.
Un informe de la Unidad de Análisis Financiero da cuenta del verdadero patrimonio que ha acumulado Durán desde que asumió como pastor gobernante en 2003: posee 23 propiedades, con avalúo fiscal total de M$ 999.560, y ocho vehículos, adquiridos entre 2004 y 2017. Solo entre abril de 2014 y agosto de 2018, además, sus cuentas corrientes registraron abonos y cargos por M$ 2.197.156 y M$ 1.974.559, respectivamente. En relación a los cargos, se identificó a 159 beneficiarios, recibiendo la mayor parte sus hijos.
—Los malos manejos financieros son un tema más de opinión —explica Abraham Paulsen, académico del Centro de Estudios de la Religión de la UC—. Puede ser un delito, pero no necesariamente a ojos de la Iglesia va a ser un pecado.
La situación, sin embargo, ha afectado a buena parte de los pastores evangélicos:
—Nosotros nos sentimos muy tocados —sostiene Pedro Soto—. Este escenario no solo daña la imagen de él, también daña la imagen de la Iglesia Evangélica y la de los líderes. Hay grandes iglesias donde los pastores reciben una cantidad importante de plata, pero la administran de una manera ética. Yo no conozco a ningún pastor que tenga un Mercedes como el que tiene él, de 88 millones. No hay otra situación así en Chile.
—Y ojo, que no solo se enriqueció él. Hay un montón de gente que también se enriqueció —dice C.R.—. Fueron recibiendo el dinero que él les entregaba, por favores, para tenerlos ahí ce rquita, de su lado. Sobre todo los de su equipo más cercano, los que siempre lo rodean. Hay tres o cuatro personas que van a estar siempre ahí, mientras tenga plata.
Hasta el sábado 20, el modelo era siempre el mismo: el dinero que llegaba a cada una de las clases, se guardaba y posteriormente se le pasaba al tesorero para que le entregara la cantidad a Eduardo Durán. Eso ya no va a ocurrir. A partir de que se hiciera pública la vida onerosa que lleva el obispo, se tomó la decisión de que cada templo va a administrar los recursos que lleguen y los guardarán en su caja chica. Además, por canales internos, principalmente grupos de WhatsApp, los fieles decidieron dejar de diezmar mientras no se arregle el tema y asuma una nueva dirección. La idea que se baraja, también, es que las ofrendas voluntarias vayan a un fondo común que sería administrado por una comisión que aún se está formando.
El diezmo, el dinero en la bolsa negra, una de las más grandes tradiciones de Jotabeche, está en standby.
Lujuria
"Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios" (1 Corintios 6:18-20).
El jueves 22 de noviembre del año pasado, Alexia Fredes Núñez, feligresa de la Iglesia Metodista Pentecostal desde hace más de 30 años, fue citada a la oficina del obispo Eduardo Durán a las 13 horas. La reunión, en principio, tenía por objetivo organizar actividades de cara a la Navidad en la Catedral. Sin embargo, cuando ingresó al despacho, en el tercer piso de Obispo Umaña #148, cayó en que se trataba de una encerrona: a los pocos minutos, Ruth Sepúlveda ingresó a la habitación y comenzó a insultarla. Fue lo de menos. También le impidió huir del lugar y, descontrolada, comenzó a golpearla, a tirarle el cabello, incluso a rasgar su ropa. Durán observó en todo momento, pero nada hizo: se mantuvo allí, sentado, acaso disfrutando de la improvisada pelea. Cuando por fin logró escapar, a lo lejos, Fredes escuchó las amenazas de su contendiente. Que no fuera nunca más a la oficina, que tampoco se acercara al obispo.
¿Por qué Ruth Sepúlveda golpearía a Alexia Fredes, ambas hermanas de la Catedral Evangélica?
Por celos. Porque ambas fueron amantes del obispo. Fredes, incluso, aseguró que en su caso por más de 12 años.
—El tema de la relación extramarital era vox pópuli en la población —dice C.R.—. Todos sabían. Pero no hicieron nada. ¿Por qué? La gran mayoría de ellos recibió dinero.
En efecto, los rumores de que Eduardo Durán Castro engañaba a su mujer, Raquel Salinas, siempre estuvieron presentes. De hecho, cuando en noviembre de 2011 fue ungido como obispo, ya era un secreto a voces. El pastor Pedro Soto, que participó de la ceremonia, hoy se arrepiente: "Nos faltó haber investigado. Yo he conversado con uno de los hermanos que estuvo ahí y decimos que nos faltó más perspicacia. Habiendo escuchado lo que se decía, confiamos, pero debimos investigar".
¿Y por qué nadie lo enfrentó si tantos habían escuchado el rumor?
—Uno debe entender la idiosincrasia de la gente de Jotabeche: lo amaban, era un ídolo, casi como un ser espacial —explica Soto.
Del amor al odio, sin embargo, hay un paso. El pasado miércoles 17, en una reunión nocturna, el obispo Eduardo Durán confesó al pastorado y a los fieles sus intenciones de divorciarse de Raquel Salinas, quien fuera su esposa por más de 40 años, para contraer matrimonio con su actual pareja, Ruth Sepúlveda. El anuncio no hizo más que propiciar una caída que ya estaba anunciada. Los hermanos presentes, y los que se enteraron después, se sintieron acaso por primera vez defraudados. Ahora sí el actuar del obispo era imperdonable.
Su esposa, la diaconisa Raquel Salinas, que nunca antes se había pronunciado sobre el tema, dijo esa misma jornada que el obispo "no fue un buen esposo". No mucho más.
—Ella tiene un tremendo vehículo, con chofer y un departamento en Las Condes. Se calló todo este tiempo porque le convenía —dice C.R.
Eduardo Durán Salinas, su hijo diputado, sin embargo, se ha visto muy afectado. Durante la semana pasada, mediante un comunicado, renunció a la Junta Oficial de Diáconos, que presidía. Sabe, también, que el tema financiero de su padre complicó su carrera política.
Hoy, la situación del obispo es crítica: a su salida de la Iglesia Metodista Pentecostal se sumó precisamente la Junta Oficial de Diáconos de la Catedral Evangélica, que decidió iniciar el proceso para su destitución, quedando ellos a cargo en un período de transición.
Los mensajes de los fieles y de los pastores más cercanos, pidiendo que recapacite y renuncie, se han disparado en su WhatsApp, pero Durán ha optado por un silencio absoluto.
Con el paso de las horas, cada vez son menos los que lo recuerdan como el pastor amable, calmo, de voz suave, siempre dispuesto a escuchar, que subió al púlpito durante 15 años. Es, ahora, percibido como un hábil estratega, que calculó cada movimiento y que hizo de la fe un traje a su medida para conseguir cada uno de sus objetivos.
—Tenemos que separar. Nosotros no aceptamos toda esa cosa del dinero, lo del problema moral, pero separamos que él es una persona y necesita ser restaurada —dice el obispo Mario Salfate—. Pero tiene que haber un arrepentimiento y él, lamentablemente, no lo ha tenido.