"Nadie nunca se había metido en el tema carcelario con la profundidad que lo estamos haciendo nosotros". El ministro de Justicia, Hernán Larraín, asegura a Reportajes que la lucha contra el narcotráfico dentro del sistema penitenciario se ha convertido en una de las prioridades de su cartera. Una misión que, anticipa, no será fácil.

"Todo esto tendrá consecuencias. Cuando tocas centros de interés recibes patadas. ¿Tocamos aquí intereses? Claro que sí. Lo haremos con algunos funcionarios de Gendarmería que han tenido complicidad en esto. Los narcotraficantes tampoco van a estar tranquilos", dice.

Sin embargo, para el ministro lograr erradicar el narcotráfico y la corrupción dentro de las cárceles son factores claves para poder facilitar el proceso de reinserción de reos que busca el gobierno.

"No hay reinserción posible con un adicto. Y si hay adictos, es porque hay tráfico", afirma.

¿Hasta dónde llega la influencia del narcotráfico en las cárceles?

Nos topamos con problemas de corrupción, de cohecho, de situaciones de funcionamiento irregular que no sabemos dimensionar, pero que se reflejan en la existencia de muchos sumarios, muchos, son miles de sumarios que se arrastran y no terminan. Y cuando empezamos a averiguar qué pasa, nos damos cuenta de que este tráfico de drogas no tiene un trabajo de lupa que permita decir: 'Aquí está el tema y lo atacamos'. Esto es complejo, porque la droga entra por mil caminos: por los lanzazos, por las visitas, por los abogados, por el funcionario. Entra un poco por aquí y por allá. Además, en algunos centros penitenciarios hay verdaderas bandas de narcotráfico, que no solo son centros de distribución interno, sino que también manejan y controlan hilos externos.

¿Se adueñan de las cárceles los narcotraficantes?

Creo que hay sectores en las cárceles donde efectivamente hay líderes muy poderosos y donde se hace muy difícil para los gendarmes cumplir con su función. Hay núcleos dentro de las cárceles con bandas muy poderosas y tenemos que ir terminando con esto. Hay que sacar a los cabecillas y desarmar a las bandas.

Uno de los problemas es que en estas bandas también participan los gendarmes…

Sabemos que más de algún trabajador penitenciario se involucra, se convierte en cómplice, facilita. Aunque sean pocos, eso favorece el funcionamiento de redes internas de delincuentes.

¿Cómo se llegó a un caso como el Módulo Beta?

Es distinto autorizar que alguien pueda tener un refrigerador con filete, porque eso puede ser burdo, pero no tiene la gravedad de autorizar a que exista un centro de distribución de droga. Es lamentable que en algún centro penitenciario los gendarmes den facilidades, pero otra cosa es que haya redes de narcotráfico y que en ellas puedan estar vinculados trabajadores de los centros penitenciarios. El trabajo de los gendarmes es uno de los más difíciles, hay unos pocos que caen en actos que no son propios y ahí es donde hemos puesto la mano dura.

¿Ha cambiado el sistema de poder entre los reos con el narcotráfico?

Lo que ha pasado es que ha cambiado el tipo de delito y la peligrosidad al interior de las cárceles. El cambio de naturaleza delictiva genera ejes de poder distintos, porque cuando hay un grupo violento, que es capaz de matar o tiene redes que pueden herir, eso es reflejo de poder, y cuando hay narcotraficantes que manejan plata, obviamente hay un cambio de poder en las relaciones internas. De hecho, los presos no pueden tener en efectivo más de 2 UTM $ 96.610) y, sin embargo, en estas redadas encuentras a gente con $ 300 mil.

El hecho de que existan funcionarios de Gendarmería que estén involucrados en actos delictivos, ¿no cree que es un reflejo de un problema en la formación?

La formación de los gendarmes es débil y hay que cambiarla. Así, los oficiales que hoy día se forman en dos años ahora se van a formar en cuatro, y los suboficiales que se forman en uno, ahora lo harán en dos. Además, junto al Consejo Asesor que creamos (ver nota) ayudaremos a capacitar a todo el personal de Gendarmería que trabaja hoy en las cárceles. Queremos que los gendarmes también sean educadores, que exista un cambio cultural, de hábitos y su manera de pensar.