"Ojalá existiera un partido transversal por los derechos humanos. Uno que supere las lógicas tradicionales, porque creo que como la democracia y sus instituciones, deben ser mínimos comunes propios de la sociedad", dice el presidente de Evópoli, Hernán Larraín Matte, al término de una semana en la que la caída del recién nominado ministro de Cultura, Mauricio Rojas, quien permaneció 90 horas en su cargo, sacudió al oficialismo.

¿La situación de Rojas -al revelarse sus críticas al Museo de la Memoria- se hizo insostenible, porque desató un bloqueo del mundo cultural de la izquierda o había un tema más de fondo?

En Chile hubo violaciones a los derechos humanos. Este museo es real, contiene testimonios y vivencias de crímenes atroces. No está hecho para que la gente "no piense" y "se engañe". Esa es una cuestión que, creo, comparten personas de izquierda y derecha. Lo primero es ese error conceptual. Lo segundo es un análisis más político: una persona que dice eso no puede ser ministro de Cultura.

¿Y qué es lo distinto respecto del canciller Roberto Ampuero, con quien Rojas comparte ese Diálogo de Conversos?

Lo dicho por Roberto Ampuero en relación al Museo de la Memoria es sustancialmente distinto a lo señalado por Mauricio Rojas. Mientras uno señaló que esto es un montaje, el otro afirmó que allí había una sola memoria, cuando hay más memorias. Lo segundo está en el plano de lo conversable, de lo debatible. Lo otro no.

Bajo ese argumento, Rojas nunca debió haber sido nominado ministro de Estado. ¿Fallaron los controles previos?

Debemos asumir un error. Obviamente que con distintos grados de responsabilidad, de que esta persona, con un libro publicado y con esas afirmaciones, que en ningún momento, creo, fueron parte del debate, haya sido efectivamente nominado. El primer error es que haya sido nominado como ministro de Cultura una persona que dijo eso. Mauricio Rojas es una persona que valoramos en términos personales, lo conocemos. En términos intelectuales, lo respetamos. Pero yo, al menos, desconocía esta aproximación suya al Museo de la Memoria, la cual, evidentemente, no comparto. Y sí, puede participar y colaborar con el Presidente como asesor y otras funciones, por supuesto, pero que fuese ministro de Cultura es absolutamente inviable.

Se van a cumplir 45 años del Golpe Militar y una de las cosas que puede dejar claro este episodio es que la derecha está lejos de tener un relato común sobre el tema de las violaciones a los derechos humanos. ¿Comparte esa idea?

Este es un sector que, mirando su historia, con sus luces y sus sombras, ha ido evolucionando en materia de derechos humanos con avances sustantivos respecto de la importancia que tiene en un Estado democrático el valor de los derechos humanos. Evópoli defiende los derechos humanos, porque creemos que son patrimonio civilizatorio y, además, creemos que respecto de la historia de Chile todavía quedan deudas en materia de justicia, de verdad y de reparación.

¿Y esa reflexión es compartida en todo su sector?

En el interior de la centroderecha hay esta evolución -que es importante rescatarla- y también hay un debate general respecto del Golpe, de los hechos que lo antecedieron y sus causas, pero lo que creo es un consenso, es que en Chile hubo violación sistemática en materia de derechos humanos. La centroderecha, incluso Evópoli, es parte de esa historia y es importante hacerse cargo de ella. La evolución pasa por ir aprendiendo, por ir identificando lo que en Chile ocurrió. Se pueden debatir muchas materias, por supuesto, pero que las violaciones a derechos humanos no tienen justificación, que ocurrieron violaciones a ellos y que debemos defenderlos, ha sido un proceso evolutivo en la dirección correcta. Yo no digo que haya un consenso final, único, mirada cerrada, no. Es un proceso evolutivo. Con señales concretas, con hechos, con documentos, con modificaciones de declaración de principios, con libros. A propósito de los 40 años, hubo una serie de avances. Este es un sector que ha ido evolucionando hacia una cultura de derechos humanos.

¿Y en este proceso cree que este impasse, a propósito del episodio de Rojas, constituye un retroceso?

Ha habido confusión. Algunas personas ven el Museo de la Memoria como un museo que tiene un rol historiográfico que debe contar una historia oficial, cuando en realidad lo que es, es un conjunto de testimonios para recordarnos siempre lo que ocurrió en Chile y para que esto no lo volvamos a repetir. Recordemos que el origen del Museo de la Memoria es una recomendación del Informe Rettig y lo que ahí está jamás ha pretendido ser una versión historiográfica oficial de lo que pasó en Chile.

El mensaje fue que las violaciones a los derechos humanos se dieron en un contexto. La interpretación de ello es que hay un grado de justificación...

No comparto ese análisis. No comparto el supuesto de decir que si se produce un debate en relación al Museo de la Memoria se esté justificando o dando contexto a la violación a los derechos humanos. RN y UDI han vivido un proceso evolutivo donde han avanzado mucho en la cultura de los derechos humanos, y eso ha sido un aprendizaje para la centroderecha, por lo menos para mi generación. Evópoli tiene tanta convicción en materia de derechos humanos porque vio ese proceso, es hijo de ese proceso evolutivo.

¿Y cómo se explica entonces la molestia de sus socios a propósito de la manera en que Evópoli encaró este episodio?

Me cuesta entender por qué han levantado una crítica a Evópoli cuando lo que hemos hecho es defender convicciones, defender algo que es un patrimonio transversal. La sociedad se levantó con mucha fuerza a propósito del debate que abrió Mauricio Rojas y la cita de su libro. Por lo tanto, creo que esa pregunta hay que hacérsela a ellos. Hay otra cosa que también es delicada y es que esta crítica que se hace a Evópoli es también en la práctica una crítica al gobierno. Evópoli está en esto con Sebastián Piñera, que dicho sea de paso tiene una trayectoria impecable en materia de derechos humanos y creo que eso ha sido muy importante para nuestro sector.

El senador Felipe Kast puso el acento en que los militantes de Evópoli no formaron parte del régimen militar y que eso les permite mirar con más distancia este tema...

El espíritu de esa frase -y lo conversé con Felipe- es que dado que Evópoli no fue parte de esa historia, debemos ser particularmente cuidadosos con nuestros socios y ser muy responsables. Evópoli se equivocaría si sintiera que tiene algún grado de superioridad moral respecto de lo que ocurrió en la centroderecha en la dictadura. Nosotros somos parte de esa historia y nacimos con ella, y hemos aprendido de ella. El padre de Felipe trabajó en la dictadura de Pinochet, mi padre ha sido senador y hoy es ministro y UDI..., con las luces y las sombras de lo que es la centroderecha; Evópoli es parte de esa historia y nosotros cometeríamos un error de superioridad moral, que muchas veces vemos en el Frente Amplio y criticamos, respecto de esa historia. La contribución que debiera hacer Evópoli desde sus convicciones y con mucha lealtad con sus socios de coalición es defender lo que cree correcto y en forma transparente, abierta, sin acusar, sin enjuiciar, pero sí defendiendo lo que creemos correcto, sobre todo pensando Chile Vamos como proyecto de futuro, no mirando hacia atrás, sino colaborando con nuestros socios para construir un proyecto de gobernabilidad que nos permita seguir gobernando.

En su sector los acusan de oportunismo. ¿Cómo está la convivencia en Chile Vamos?

Evópoli, desde que nació, ha tenido convicciones, banderas que ha atendido y que son del todo conocidas. Si bien esta semana hubo un conflicto puntual, Chile Vamos es una coalición que lleva varios años trabajando junta. Lo que se destaca de Chile Vamos es su unidad, y no sus divisiones, y que, por supuesto, tiene mucho que aprender de cómo resolver sus conflictos internos.

A ustedes se les critica que cuestionan al gobierno en público cuando lo correcto sería hacerlo en privado...

Si Evópoli va a ser públicamente increpado en algo que nosotros consideramos fue correcto por parte del Presidente Piñera, como fue la salida de Rojas, vamos a salir a defender nuestra posición.

¿Se siente cómodo Evópoli en Chile Vamos?

Por supuesto. Nosotros convivimos con una diversidad y tenemos el desafío de ir ampliando ese sector. Gran desafío desde la perspectiva de la coalición. Somos distintos, pero compartimos una serie de mínimos comunes: compartimos la democracia, la libertad como principio que va a ordenar la sociedad, que son las personas el motor del cambio y no el Estado; una visión respecto del desarrollo; el reformismo gradual y una economía abierta. Tenemos grandes principios que nos dan una identidad común. Y junto a ello existen diferencias en nuestras tradiciones, porque existen al interior de la centroderecha vertientes: hay un mundo más conservador y socialcristiano, y liberales. Hay distintas generaciones que, además, están marcadas por sus tiempos, lo que se traduce en estilos, lenguajes. Todo eso hace de Chile Vamos una coalición que hoy en día le puede dar gobernabilidad a Chile. Y esa diversidad es una riqueza que tenemos que cuidar, construyendo permanentemente una cultura de unidad.