El 28 de abril de 2018 es un día que Herval Abreu Guerrero (55), hijo del director brasileño Herval Rossano y de la cantante chilena Doris Guerrero, dice no olvidar. Esa mañana siete mujeres, con las que había trabajado, lo acusaron de abuso de poder y acoso. Fue "devastador", asegura. Esta semana, el director de las teleseries Machos y Soltera otra vez -cuya defensa fue el abogado Mario Vargas Cociña- fue sobreseído de las acusaciones que investigó la Fiscalía Oriente. A un año exacto del que califica como "el peor" de su vida, decide abordar las denuncias que fueron desestimadas por la justicia.
¿Cómo enfrentó este proceso penal que se abrió de oficio y en el que fue investigado?
Estar expuesto públicamente y las acusaciones que me hicieron ha sido muy duro… Mi vida personal, mi trayectoria laboral, mi nombre, mi integridad y prestigio se desintegraron cuando me convertí en el protagonista de uno de los juicios públicos más descarnados que me ha tocado vivir y presenciar. Perdí trabajos y oportunidades, mi nombre fue excluido de los créditos de la teleserie que dirigí y también perdí el sueño de dirigir el musical que inspiró mi carrera. Nadie, excepto los más cercanos, confiaron en mi palabra. Los medios se ensañaron en una suerte de cacería de brujas, queriendo demostrar a toda costa mi culpabilidad. Fui sobreseído, pero, lamentablemente, debo admitir que siento que el daño ya está hecho. Nada podrá cambiar lo que aquí pasó. Hay un antes y un después de este suceso.
¿Cuándo recibe el primer indicio de las denuncias en su contra?
En esos días estaba ya alejado de mi trabajo, pero sentía que se estaban abriendo las puertas para empezar de nuevo mi carrera de director. El teatro y el cine aparecieron como grandes posibilidades, junto con la oportunidad de internacionalizar mi carrera. Estaba en un proceso de creatividad absoluta y trabajando en muchos proyectos a la vez y a toda máquina, con buenas ofertas y un mundo de posibilidades laborales y de creación que me renovaran profesionalmente. Un día recibí el llamado de una actriz amiga que me cuenta que acababa de recibir una llamada de un periodista que se encontraba investigando supuestos abusos de mi parte. Él le dijo que contaban con la declaración de cuatro actrices y una guionista que estaban dispuestas a hablar y contar sus experiencias, a modo de denuncia. Ella me contó que les había hablado sobre mi integridad y que habiendo trabajado conmigo solo tenía palabras de agradecimiento sobre nuestra relación laboral.
¿Fue el único episodio?
No. Esta llamada se comenzó a multiplicar. Actrices, productoras, secretarias, directores, desde Chile y desde el exterior. Mucha gente que me contaba la misma historia y que me ofrecían su ayuda. Personas que me dijeron que opinaron a mi favor.
El movimiento #MeToo estaba en pleno auge en ese minuto. ¿Qué le pasó por la mente?
Me sentí angustiado. No entendía qué podría haber hecho a estas personas que pudiera haberlas ofendido. No sabía quiénes eran. Decidí inmediatamente hablar con mi pareja y mis hijos y contarles lo que estaba viviendo. Solo tenía mi propia convicción de haber tratado de ser un buen ejemplo y de actuar correctamente. Sentía que les estaba fallando y ni siquiera entendía por qué. El apoyo que recibí de parte de ellos fue incondicional y afrontamos juntos la seguidilla de descalificaciones que vinieron después. También hice partícipe de mi situación a los actores del elenco de la última teleserie que había dirigido, y fue en ese momento en que busqué a un abogado que me ayudara.
¿Cómo conoció pormenores de la denuncia?
Acepté reunirme con quienes estaban trabajando en el reportaje. Viví el asombro de escuchar los nombres de personas que me denunciaban y que hasta ese momento eran muy queridas por mí. Personas que antes me trataban con afecto y cariño, que compartían mis alegrías y cada momento de triunfo personal como propio. Otras, pronto me dieron la espalda, sin siquiera escucharme ni tratar de saber cuál era la verdad. Pregunté si todos los consultados habían hablado mal de mí y me respondieron que habían hecho más de 100 entrevistas y que muchas me habían defendido. Les pregunté si iban a publicar esas opiniones… y dijeron que sí, pero no lo hicieron.
Luego del reportaje de Revista Sábado -además de la exposición-, muchos actores y actrices apoyaron y respaldaron las denuncias...
Al reportaje sobrevino el juicio público. Durante muchos días, en todos los matinales de la TV, prensa escrita y radial aparecía gente opinando. Personas que fueron muy importantes en mi vida hablaban sobre historias que jamás ocurrieron. Otros, creyendo ciegamente a sus compañeras de trabajo, entregando sus opiniones sin tomar en cuenta nuestra propia historia. Gente en televisión levantándose de sus asientos para decirme que era un degenerado, que debía tratarme, que era un depredador sexual, un asqueroso manipulador, y otros que decían haber sabido siempre que yo era 'de esa calaña'. Lo curioso es que una de las personas que me calificó de tal, antes mandaba elogiosos mensajes respecto del orgullo que sentía de trabajar a mi lado por ser un gran líder. Vi cómo se agradecía en pantalla a las denunciantes por la valentía de dar testimonios falsos e historias cambiadas, que iban aumentando como si la moda fuera decir: "A mí también me pasó". Vi mi carrera, prestigio y honor caer en pedazos durante semanas. Incluso, cuando aparecieron otros personajes públicos relacionados a casos así, me nombraban como un emblema, como punta de lanza que abrió el tema, y lo más injusto era que mis fotos seguían apareciendo una y otra vez en redes y televisión hablando sobre lo mismo, aunque no se refirieran a mí.
De estar siempre tras las cámaras usted ahora era la persona expuesta. ¿Tuvo algún incidente en la calle?
Recibí amenazas por redes sociales llenas de odio y hay gente que me deseó que me pudriera en la cárcel... No los culpo. Todo lo que se ventilaba parecía tan real, en circunstancias que no había de parte de nadie una opinión contraria. De hecho, aquellos que osaron defenderme públicamente fueron denostados, llamándolas cobardes. Ante esa presión debieron desdecirse de sus opiniones. Los delirios de persecución aumentaban y algunas personas cuestionaron todo momento profesional o personal vivido conmigo, donde pensaban que, tal vez, este 'depredador' las estaba preparando para cometer sus abusos.
Las acusaciones que se repetían eran de unos "castings" que se realizaban en su departamento... Usted lo negó en su declaración judicial, ¿lo mantiene?
Pero por supuesto. Eso nunca fue un "casting". Muchos se refirieron a que yo hacía "castings" en mi casa. Eso es un error. Estos se hacen en una sala o estudio u oficina con cámaras y en presencia de más gente. Se prueban condiciones actorales y precisiones sobre la elección correcta de un actor frente a un personaje. Lo que yo hacía era cuando alguien me lo pedía apoyarlos y no era solo con mujeres, yo ese trabajo también lo hacía con hombres y, sabes, ya no volvería a hacerlo nunca más.
Es importante en un proceso escuchar a las víctimas. ¿Está de acuerdo con eso?
Yo apoyo escuchar a quien tenga cualquier denuncia que hacer, sea hombre o mujer, y también creerle, pero lo que sí hay que hacer es dejar todos estos casos en manos de la justicia en la que aún creo. Es la justicia la que tiene la misión de escuchar acusaciones, defensas, las pruebas, testigos y finalmente juzgar. Y es aquí, como hombre de televisión, que quisiera llamar a la reflexión: ¿Es la misión de los canales informar o enjuiciar personas, llamar testigos, denostar sus nombres y no respetar la presunción de inocencia? ¿Desde cuándo la programación de televisión se transformó en juicios públicos, con la participación, además, de una sola parte?
Usted viene de esa industria, quizás tiene esa respuesta...
Mira, cuando esto ocurrió estuve durante horas en la mañana, en la tarde, en la noche. Horas y horas de gente, incluso alguna que nunca he visto en mi vida, hablando de mí. Fui sobreseído y se ha probado que no he cometido ningún delito. Ningún canal ni otros medios me han devuelto las horas emitidas en mi contra, no han dedicado los mismos espacios y tiempo para limpiar mi honra. La noticia del resultado judicial pasó rápida en un noticiero sin más. Los matinales enmudecieron y otros ganaron un premio. Nadie ha ofrecido una disculpa pública.
Las denunciantes insisten en que pese a no formalizarse este caso, el resultado judicial es por un vacío legal. ¿Qué opina de eso?
No sé qué decir. Hicieron declaraciones públicas diciendo estar "satisfechas porque se probó mi culpabilidad" y que debido a vacíos legales no se me pudo juzgar. Eso es torcer la realidad, acá no hay vacío, acá la fiscalía decidió no perseverar la investigación abierta en mi contra y mi defensor pidió mi sobreseimiento, que es casi una declaración de inocencia, incluso más que haber sido absuelto en un juicio. Me parece que se debe tener más respeto por las sentencias de nuestros juzgados. Yo tuve que probar que las historias eran falsas, presenté ante la fiscalía pruebas contundentes, orales, escritas y de audio. Testigos que con su testimonio ayudaron a esclarecer la verdad y a probar mi inocencia ante cualquier posible delito. Todas esas pruebas las tengo en mi poder, están en la fiscalía. La justicia ya se pronunció y pido respeto por eso. Yo elegí creer en la ley y por eso guardé silencio tanto tiempo.
¿En este tiempo reflexionó sobre su comportamiento? ¿No sintió que peticiones como la de realizar escenas con usted pudieran incomodar a las actrices?
Jamás. Tampoco nadie me lo hizo sentir. Ahora entiendo que muchas personas pudieron hacerse expectativas de asegurar trabajos conmigo y comprendo la frustración que puede causar el no conseguirlo. El tener conciencia de esa situación de poder es todo un aprendizaje. También aprendí que el ego es un gran enemigo y que el sentirse constantemente halagado como director no significa tener más o mejores amigos. Tampoco que uno debe creer en adulaciones del tipo "anoche soñé contigo…" que recibí de una de las personas que me denuncia. Hoy aprendí y no preguntaría: "¿Y qué soñaste?".
Usted dice que algunas de ellas se acercaban a usted por el poder que tenía de considerarlas en una teleserie exitosa, se le llamó el "zar de las telenovelas"...
Es que nunca lo vi así. Tampoco era "el zar". ¿Por que nadie se acuerda de las telenovelas que fueron un fracaso? Lo que sí te digo es que después de esto no volvería a ayudar a nadie, a menos que fuera con testigos presentes, y tampoco lo haría gratis y sin ayuda de alguien más.
¿Reconoce algún error?
Mi error fue abrir las puertas de mi casa, donde circulan mis hijos constantemente. Cuando colaboré con alguien, siempre sentí que estaba contribuyendo a sus carreras y así me lo hicieron sentir. Siempre hubo palabras de agradecimiento posterior a cualquier encuentro o lectura. En lo personal, creo que no supe poner un fin a mis días laborales. No paraba nunca de trabajar, estaba en grabación, reunión, edición, musicalización, etc. Esto hizo que me perdiera eventos importantes en la vida de mis hijos, mi madre e incluso mi padre antes de morir. Me arrepiento profundamente de eso y de haber confundido ese discurso que muchos usamos de "importa más la calidad que la cantidad de tiempo". Eso, lamentablemente, no es cierto.
A un año de todo esto, ¿cuál es su lección de vida?
Este ha sido el peor año de mi vida dije…, pero también el mejor.
¿Por qué?
Porque aprendí el valor de la amistad. Aprendí que nada está asegurado en esta vida. Ni siquiera la correcta interpretación de los actos de buena voluntad. Siempre habrá una mala oreja que querrá creer todo lo que suene sórdido, sin importar que mienta y dañe. Que el poder de generar trabajo, también genera envidias y rabias en quienes no lo consiguen. Quiero reencontrarme con todos los grandes amigos, los verdaderos, a los que dejé de lado injustamente en el tiempo consumido por el trabajo… Todos ellos reaparecieron en mi vida sin juicios y han compartido este dolor conmigo. Como ejemplo cito a Marcial Tagle, a quien me atrevo a nombrar porque de este elenco es el único que se negó a firmar cartas o alejarse de mí. Él me sacó a la calle para que retomara mi vida y viera con mis propios ojos que nadie me iba a hacer daño. O Cecilia Ramírez, productora, que se expuso ante las cámaras a defenderme y contar su experiencia ante algunos casos en que fue testigo presencial. El grupo de Mega con el que trabajé a fines de los 90 y que me apoyó. Mis hijos, aguantando las balas… Mi novia… Los amigos de la vida… Los amigos de verdad...
Una vez planteó que se sentía un "chivo expiatorio, que se necesitaba un "Harvey Weinstein" de la TV chilena y se apresuraron en culparlo...
Sí. Absolutamente. E incluso entiendo que me hayan elegido a mí. Era el único que en ese momento no tenía un canal que me respaldara.
Un comunicado de la Fundación para la Confianza sostiene que pese al sobreseimiento usted es responsable de abusos contra mujeres. ¿Qué le respondería? ¿Qué piensa del movimiento #MeToo?
Lo respeto. Yo soy un hombre que creo en la igualdad de derechos. Creo en las personas. No en el odio, pese a todo. A mí me parece que es el momento de que tanto hombres como mujeres aprendamos a vivir esta nueva realidad, pero sin odios. No somos iguales... Las mujeres en muchos aspectos son muy superiores a los hombres. Esa diferencia es la que hace maravillosas nuestras vidas. La feminidad y la masculinidad o cualquier orientación sexual son admirables y respetables sin cuestionamientos.
¿Renunciará a volver a la TV?
De ninguna manera. He probado mi inocencia y como director siento que tengo mucho por entregar. Decidí poner el pecho a las balas no para claudicar ahora. Tomaron mi vida en sus manos y llegó el momento de retomarla. Quiero creer en el mundo de bien y en las personas. Quiero creer en mi talento y en lo que mi pasión puede construir. Si no es en este país, buscaré otro. Si no es en televisión, están otros medios que siempre me han seducido. Pero creo en el ser humano y jamás dejaré que nada de esto me aplaste. Para eso hay mucha gente en el medio y entre el público que me quiere, me respeta y me apoya.
¿Por qué nunca se defendió públicamente de las acusaciones?
Decidí callarme porque el linchamiento público crecía a cada cosa que yo decía. A cualquier defensa, cada programa traía invitados para "analizar" hasta los puntos suspensivos de lo que había dicho. Incluso, las pocas personas que quisieron defenderme en un momento recibieron el desprecio del medio o de redes sociales influenciadas por las acusaciones, teniendo que hacer comunicados públicos retractándose. Otros, temían ser juzgados por el público o sus propios compañeros. Callaron… y aún lo hacen, pero no los culpo. No quiero guardar ningún rencor. Por eso callé y dejé de defenderme públicamente. Esperé a que la justicia cumpliera su rol. Sería muy fácil para mí mostrar las grabaciones, mensajes, e-mails o pruebas de mi inocencia de forma pública. Lo he pensado detenidamente, y a pesar del daño que me hicieron, no puedo ignorar que hay hijos, madres, familia y amigos detrás de las denunciantes. Es por respeto a ellos que hoy no me veo haciendo públicas las evidencias que presenté a la fiscalía para demostrar mi inocencia.
Su caso está adjunto al de Nicolás López, aunque a él, a diferencia suya, la fiscalía lo formalizó... ¿Qué opina de eso?
Me han comparado con todos los casos y personas que han sido acusadas de estas prácticas. No me corresponde a mí hablar sobre nadie que esté pasando por una situación tan lamentable, creo que hay que esperar a que la justicia se pronuncie en todos los casos. En lo que respecta a mí, quiero confiar en Dios, en el trabajo de años y esperar a tener la oportunidad de desarrollarme en contar historias, que es lo que mejor sé hacer y, ¿por qué no?, todo lo aprendido en esta pesadilla.