Luego de una carrera política de más de 25 años, una vida empresarial de casi 80, tres cuartos de siglo como masón. En total, con 95 años en el cuerpo, la vejez, al fin, comenzó a pasarle la cuenta a Jonás Gómez Gallo. Le complicaba no poder caminar y tener que leer con una lupa. Le molestaban el frío, la edad.
Fue entonces cuando el empresario reconoció algo tan impactante como obvio frente a uno de sus amigos.
-Estoy cansado.
Dos semanas después, Gómez Gallo, un hombre conocido en el norte, pero desconocido entre los círculos de los súper ricos chilenos, murió.
Dicen que lo suyo era el bajo perfil, la austeridad. Poca prensa, pocos lujos, pero mucho dinero.
Cobre, oro y plata
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Jonás Gómez Gallo murió a los 95 años de edad[/caption]
El mandato era obligatorio: debía dejar sus estudios en el Liceo de Antofagasta y colaborar en los emprendimientos de su padre.
Jonás Gómez Gallo tenía apenas 17 años cuando aprendió a hacer negocios. El don venía por parte de su familia paterna, unos españoles que habían llegado en barco.
En 1940, cuando murió su padre, Jonás, con 19 años, quedó a cargo de los negocios familiares. Así, asumió como cabeza de "Segundo Gómez y Compañía". Esa sociedad pasaría a ser una cadena de tiendas especializadas en productos para el hogar que recorrería Chile. ¿El nombre? Distribuidora de Industrias Nacionales, más conocida como DIN. Llegó a tener 36 tiendas en todo Chile.
Calladito, Jonás sabía "pegar el palo al gato". Lo volvió a hacer en 1986, cuando fijó sus intereses entre las cordilleras y quebradas de lo que es hoy Tierra Amarilla. Jonás, nieto de Pedro León Gallo, compró la minera Coemín. Dos años después, la Minera Agustina. Así dio origen a Minera Carola.
Bajo el holding familiar Inversiones Conosur manejó Carola y entró a otras empresas, como Ripley y Clínica Las Condes, con el 9,8% de la compañía.
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La fortuna que dejó está avaluada en más de 1.600 millones de dólares. Pero esa es, según fuentes cercanas a la familia, solo la valorización de la Minera Carola. Además, Gómez Gallo tenía cerca de 820 bienes raíces repartidos entre Chile, España y Rumania. Contaba también con un millón de acciones de la Bolsa de Santiago y participación en una serie de compañías de distintos rubros.
Con esa fortuna, la historia parecía escrita: en 2016 explotó la pelea entre los cuatro hijos de Gómez Gallo, quienes ya participaban de las empresas. También millonarios y de bajo perfil, los Gómez Pacheco se criaron en Santiago y han desarrollado sus vidas en la capital, aunque con los ojos siempre puestos en el norte.
Cuando reventó el conflicto, Jonás hijo administraba el holding familiar. Su hermano Segundo -apoyado por Magdalena y Teresa- pidió que dejara las riendas acusando negligencia en su desempeño. Eso abrió una guerra de demandas -en la que entraron Sebastián Oddó por Jonás hijo y Felipe Bulnes por el resto de los hermanos- que terminó finalmente con un arbitraje en manos del abogado Herman Chadwick Piñera. Este logró un acuerdo justo antes de que el patriarca muriera.
Pero Gómez Gallo era más que un exitoso empresario.
Hornitos y el Mercedes viejo
-Jonás tuvo una cosa difícil de encontrar en otras personas. Era un hombre público y un hombre privado. No todos los días se encuentra un servidor público y hacedor de una gran fortuna inmobiliaria, pesquera y minera. Y que, además, es un hombre humilde y de bajo perfil -dice el abogado Herman Chadwick.
El Mercedes Benz antiguo y los veraneos en Hornitos. A pesar de tener los millones de dólares, esos eran dos intransables de Jonás Gómez Gallo.
También lo eran los libros, los que leyó con la ayuda de una lupa hasta que murió. Le encantaba recitar los poemas de Federico García Lorca y contaba cuánto le gustaba el Mío Cid Campeador. Pero no les sacó nunca el ojo a los negocios.
-Si uno lo llamaba a las ocho de la mañana, Jonás Gómez Gallo decía, por ejemplo y con exactitud, el precio del cobre.
La anécdota es la historiadora Patricia Arancibia, quien escribió un libro sobre el desconocido Jonás.
-Era un personaje de esos que ya no existen. Que amaba a Chile, pero, de verdad, amaba sobre todas las cosas a su región.
Dador de sangre
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Gómez Gallo fue diputado y senador por Antofagasta[/caption]
Empresario, político, y radical. En 1948 ingresó al partido y nueve años después era diputado por Antofagasta, Tocopilla, El Loa y Taltal. En 1961 se convirtió en senador, siempre por el norte, uno de sus grandes amores. "La región está por encima de los gobiernos", solía decir. Su segundo amor fue el Partido Radical. Eso hasta 1971, cuando decidió renunciar a la colectividad.
-Era la fiel representación del radicalismo. No se avergonzaba de la tendencia socialdemócrata del partido. Por eso, cuando el PR pasó a declararse marxista-leninista, él renunció -cuenta el exsenador y amigo de Gómez Gallo, Roberto Muñoz Barra.
Ya lejos de las esferas políticas, no fueron pocos los que se acercaron a Gómez Gallo. Un amigo lo describe así:
-Un "buen dador de sangre". Era conocido por dar gran apoyo económico. Cooperaba permanentemente, especialmente en la realización de libros.
El exsenador y exdiputado radical nunca perteneció a otra colectividad. Sin embargo, sus más cercanos dicen que se tomó muy en serio lo de ser una persona "independiente". Mantuvo, dicen, un enclaustramiento de lo que pensaba de la política.
Pero el encierro se rompía en la esquina de Huérfanos con San Antonio, en el restorán Le Due Torri. Ahí se juntaba con sus amigos. Allí recibía preguntas, intercambiaba ideas, conversaba. Aunque los intercambios más personales eran en privado y con cada uno de sus cercanos. Entonces, Gómez Gallo, a veces, reconocía sus dolores.
Roberto Muñoz Barra recuerda una de las últimas conversaciones que tuvo con él, hace apenas unos meses. Ahí, recuerda Muñoz, el exradical se confesó.
-Me dijo: "Para seguir siendo radical, tenía que renunciar al partido".
Una fría mañana de invierno
"Jonás se marchó en la fría mañana de un inicio de invierno. No escucharemos más su voz combativa; ha quedado muda su inteligencia y se han vaciado con su partida los espacios ocupados por su recia personalidad".
En 1968, el exrector de la U.de Chile Luis Riveros obtuvo su primer trabajo: fue asistente de Gómez Gallo en el Senado. El mismo Riveros fue uno de los que hablaron el pasado miércoles 26 de junio en el funeral del empresario. Un funeral masón.
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El exrector de la Universidad de Chile y ex Gran Maestro de la Gran Logia, Luis Riveros, junto a Jonás Gómez Gallo[/caption]
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Porque, además del norte y el Partido Radical, Gómez Gallo tuvo un tercer amor. Uno que lo acompañó hasta el final y que mantuvo por 75 años. Con apenas 21, Jonás Gómez Gallo se inició en la masonería. Primero lo hizo en su natal Antofagasta, en la logia Espíritu Libre Nº39. Allí obtuvo sus tres grados simbólicos. Mientras, en Santiago, pertenecía a La Montaña Nº50.
Algunos dicen que una vida tan intensa le impidió jugar roles superiores en la orden. Aun así fue, por ejemplo, uno de los impulsores del proyecto para erigir en 2012 el monumento a Pedro Aguirre Cerda. Tampoco se quedó fuera de las discusiones importantes. Como el año pasado, cuando Sebastián Jans se convirtió en el líder de la Gran Logia y comenzó un proceso de modernización de la masonería. Jans lo recuerda:
-Hacía llegar su opinión a las autoridades sobre aquellos temas que le inquietaban. De hecho, frente a decisiones tomadas hace algunos meses por la orden, me hizo llegar su opinión a través de una carta. Su adhesión a la masonería es incuestionable y será recordado con aprecio y cariño.
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El 26 de junio, todos los hermanos masones se ubicaron alrededor del féretro del empresario. Se tomaron de las manos. Todos, menos dos. Al unísono dijeron:
Querido hermano Jonás Gómez Gallo.
Vuestros hermanos os llaman.
Respondednos.
Querido hermano Jonás…
El llamado se repitió tres veces. Fue entonces cuando se comprobó lo obvio.
Habían quedado 1.700 millones de dólares de una enorme y desconocida fortuna. Había dejado cuatro hijos, varios nietos. Una familia casi quebrada por miles de millones de pesos, que había alcanzado a llegar a un acuerdo antes de la muerte del patriarca. Había dejado un legado político, un legado histórico. Se había ido, como repitieron en el funeral, una especie de Quijote.
Querido hermano Jonás…
Respondednos.
Pero Jonás Gómez Gallo ya no estaba.