Habían pasado cuatro días desde que la Fiscalía Regional de La Araucanía develó el vuelco en la investigación por ataques terroristas en esa zona -tras descubrir que en la Operación Huracán personal de Carabineros había manipulado pruebas para incriminar a un grupo de mapuches- cuando se supo, el 29 de enero de 2018, que en medio de la crisis, el entonces general director, Bruno Villalobos, se había ido de vacaciones y se encontraba en Miami.
"Se le ha indicado a la autoridad policial que suspenda su feriado legal y retome sus funciones a la brevedad", fue el mensaje que entregó ese mismo día el entonces subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy. La molestia en La Moneda era evidente. Villalobos había llegado al más alto cargo de Carabineros promovido por la Presidenta Michelle Bachelet, y su ausencia, en medio de un inédito reproche al uso por parte de los uniformados a la Ley de Inteligencia, también ponía en jaque el respaldo que el gobierno había dado al uniformado y al uso de -hasta ese entonces- un "exitoso software" que supuestamente interceptó conversaciones de WhatsApp de los líderes de una organización que coordinaba ataques incendiarios en La Araucanía.
De su retorno al país, y lo que hizo Villalobos las primeras horas tras volver obligado por la autoridad civil a retomar sus funciones, poco se sabía. Hasta ahora.
En la última ronda de interrogatorios realizados por el fiscal regional de Aysén, Carlos Palma, se develó una serie de reuniones hasta ahora desconocidas del jefe policial y una en particular que amenaza con estallar en el seno del propio Ministerio Público, por involucrar a uno de sus miembros en una suerte de "asesoría" a las acciones de Carabineros cuando ya recaía sobre ellos la sospecha de fabricación de pruebas.
El 30 de enero -día que el exgeneral director retornó a Chile- viajó a Rancagua a reunirse de forma privada en su casa con el fiscal Sergio Moya, quien también investiga el caso Caval, donde son indagados el hijo y la nuera de Bachelet.
El primer antecedente sobre esta desconocida cita y la estrecha amistad entre Moya y Villalobos quedó registrada en el informe de la Policía de Investigaciones N° 334/2018.
En medio de un segundo interrogatorio a Sergio Moya, quien ya había declarado el 24 de agosto omitiendo esta reunión, el fiscal Palma le preguntó si tras descubrirse la implantación de pruebas en el caso Huracán había sostenido algún encuentro con alguna autoridad policial. "¿Estuvo usted con el general director Villalobos luego de que comenzaran a ser cuestionadas las herramientas utilizadas por la Unidad de Inteligencia de La Araucanía?", preguntó el investigador. Moya contestó: "Sí", y agregó: "Cuando él volvió de Miami fue a mi casa, ahí él me comentó que renunciaría. Me consultó por la percepción que yo tenía de lo que estaba pasando y yo le comenté de la visita que me había hecho (Gonzalo) Blu días antes".
El fiscal Moya no solo se había reunido con el entonces general director. También lo hizo días antes con el director nacional de Inteligencia de Carabineros, Gonzalo Blu -hoy en prisión preventiva como autor de la fabricación de pruebas falsas-, cita que se concretó solo horas antes de una polémica intervención, el 26 de enero, en que el entonces general acusó al Ministerio Público de "amparar" a personas que causaban miedo en el sur.
"¿Tuvo usted contacto alguna vez con Gonzalo Blu'", preguntó el fiscal Palma. El investigador del caso Caval asintió y explicó que "sí, el día anterior a que él hiciera las declaraciones públicas". Según su versión, la reunión se produjo luego de que Patricio Marín -mayor (R) imputado en el caso Huracán- lo llamara cerca de las 21.30 horas del 25 de enero y le pidiera acudir a una reunión con generales que se realizaría esa noche en la Escuela de Carabineros en Providencia. Solo horas antes de ese llamado, el fiscal regional de La Araucanía, Cristián Paredes, anunció que no perseveraría contra los ocho imputados que estuvieron casi un mes en prisión preventiva en base a chats supuestamente hallados en sus teléfonos, pero que ahora el Ministerio Público sospechaba se trataba de falsas creaciones realizadas por personal de Inteligencia de Carabineros.
El fiscal Moya explicó que rechazó acudir a la Escuela de Carabineros, pero aceptó recibir al jefe de la Unidad de Inteligencia de La Araucanía y al general Blu: "Le dije que yo no iba a ir a la fiscalía, por la hora que era, y le dije que viniera, que los recibiría en mi casa".
La cita se concretó a las 23.30 horas y no fue notificada por Moya a la Fiscalía Nacional. "Conversamos sobre la prueba que yo había hecho para saber cómo funcionaba la aplicación que interceptaba mensajes y la opinión que tenía sobre esta aplicación, pero al final les dije que si no aclaraban esto tenían cara de imputados, comentario que le incomodó a Blu y le preguntó a Marín qué pasaba con la prueba, y ahí Marín llamó a (Leonardo) Osses. Yo no escuché esa conversación, pero me imagino que debe haberle dicho que no funcionó", relató Moya sobre la cita al fiscal Palma.
Una de las líneas de defensa que por esos día utilizó Carabineros para corroborar sus funciones en La Araucanía apuntaba a que el fiscal Moya había usado con éxito el software "Antorcha".
"Ellos (Marín y Blu) me preguntaron cómo podían demostrar que sí funcionaba, a lo que yo les respondí que en mi investigación, la única manera de verificar que la aplicación realmente funcionaba era deteniendo a los investigados utilizando su herramienta", declaró Moya, quien también detalló que estuvo hasta las 0.30 o 0.45 con los uniformados y que ellos tomaron nota de sus comentarios. Según Moya, tanto Blu como Marín le dieron a entender que "ellos querían que yo continuara con ellos haciendo diligencias para que pudieran demostrar que la información que habían obtenido era verdadera y, en el fondo, que la aplicación funcionaba".
Pero la del 30 de enero no habría sido la única reunión de Moya y el entonces general director de Carabineros.
Poco antes de que la Fiscalía de La Araucanía informara el vuelco de la Operación Huracán, un WhatsApp en el teléfono de Patricio Marín daba cuenta de una reunión -fechada el 19 de enero- entre el fiscal y Villalobos
"¿Estuvo usted el 19 de enero con el exgeneral Villalobos?", preguntó Palma a Moya. La respuesta del fiscal de Rancagua fue: "Puede que sí haya estado con él, pero no lo recuerdo". Sin embargo, al ver el chat de Marín, Moya señaló que "es posible que ese día nos hayamos juntado a almorzar en mi casa con él y Patricio Marín". El fiscal también explicó que utilizaba a Marín como enlace para sus citas con Villalobos, ya que "a él no lo llamaba, ya que por los casos que investigaba no quería que me vincularan con Villalobos y pudiese haber malos entendidos en caso de que vieran que yo me comunicaba con él de forma telefónica". Sobre la conversación de esa cita, Moya señaló que "recuerdo que uno de los temas fue la salida de Patricio Marín de la IX Región por el quiebre evidente que había en su relación con la fiscalía. Después de este almuerzo el mayor Marín me comentó haber informado de este almuerzo al general Blu, situación que le complicó, ya que fue difícil de explicar la presencia del general director y que su jefe directo no haya concurrido. Yo le dije en esa ocasión que no se preocupara, ya que dicho almuerzo se desarrolló en mi casa y que yo elegía a los invitados".
Moya termina la declaración explicando que a Villalobos lo conocía hace 13 años, que los había presentado el fallecido general José Alejandro Bernales y que a Marín lo conocía desde 2008. "Con esto quiero aclarar que la invitación no se debió a sus cargos o roles que ocupaban dentro de sus institución, sino que por un tema personal y no por motivos laborales", remató.
Sin embargo, al consultársele si en esas oportunidades habían hablado de "Antorcha", Moya responde que "creo que sí".
Según quienes conocen el caso, Moya no puso en conocimiento de las máximas autoridades del Ministerio Público sus citas y conversaciones con Villalobos y otros miembros del Alto Mando.R