Creo que la maternidad no es algo tan extraordinario. Me parece que lo extraordinario está al otro lado, en las personas que han decidido no tener hijos. Cuando dicen "cómo puede hacer ese papel de mamá si ella no es mamá", ser mamá es súper normal, natural, viene en el ADN, viene en lo social, viene en lo estético. Una mujer es más mujer si es madre. Una mujer está realizada si es madre. Eso para mí es un lugar estético que yo encuentro absurdo. Yo soy súper madre. Tengo mis sobrinas que daría mi vida entera por ellas, tengo un sobrino nieto que soy capaz de dejar de trabajar por él. No me parece que sea un sentimiento que vaya unido solamente con lo biológico. Creo que hay muchas maneras de ser mujer, de ser femenina.

Todo me da miedo. Desde tomar una decisión, hasta tomar o dejar un proyecto. Viajar sola, viajar acompañada. No sé, no tengo esa libertad. Me limito. No soy de las que van a lo que sea, no voy a ninguna. Yo creo que a todas las que voy son las que tienen que ver con el teatro, la actuación, los personajes.

Tengo poca voluntad. Tengo poca capacidad para cambiar las cosas. Por ejemplo, fumo súper poco. Un cigarro, dos cigarros diarios. Pero no puedo no fumármelos, no puedo. Y si no tengo ganas de fumármelos, hago las ganas para que me vengan. Es algo súper estructural. No tengo voluntad, me cuesta. Me cuesta hacer cualquier cambio que me implique el más mínimo sacrificio.

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11/06/2019

AMPARO NOGUERA

Mario Tellez/La Tercera[/caption]

Fue un gran dolor salir de TVN. Sobre todo porque cuando has dedicado tantos años a un lugar, ya caminas por los pasillos con los ojos cerrados, porque sabes dónde está cada puerta, cada persona, cómo funcionan las cosas. Sientes que eres parte de un lugar. Cuando llegó el momento de salir de TVN yo pensaba "¿cómo es posible?". Como que a uno lo mandan al exilio. Cuando ya llevas tantos años seguidos, no sé si te sientes indispensable, pero te sientes súper parte de algo.

El dolor más grande de mi vida ha sido la muerte de mi mamá. Murió cuando tenía 33 años. Echo de menos su incondicionalidad absoluta, el tener una persona con la que sabes que va a estar todo bien siempre. Extraño su cama, sus tostadas con mantequilla. Extraño su olor. La otra vez me empecé a angustiar porque decía "no quiero que se me olvide ese olor". Me acuerdo del olor del café que yo me tomaba en su casa, que era distinto del café de mi casa, no sé por qué. A mi mamá la siento cerca, pero me hace falta.

Hay tres cosas que nunca se pueden perder en mi casa. Un patito, una olla y un Pinocho. El patito me lo regaló mi mamá. Es un toy-toy, un "mierda-mierda", una especie de amuleto que me lo regaló para mi primer estreno en teatro, que fue Ardiente paciencia. Luego está la ollita que ella me regaló cuando yo me fui de mi casa a vivir con mi primer novio, a los 19 años. El Pinocho me lo regaló mi papá, de esos típicos que venden en Venecia, como de souvenir. Lo tengo colgado también como hueso santo.

Tuve la indicación absoluta de mi padre de que tenía que hacer por lo menos tres años de teatro antes de hacer televisión. Él quería que me educara ahí, en el teatro. Es el escenario más difícil, más incómodo. Y si lo dice Héctor Noguera, hay que hacerlo nomás. La relación con mi papá es súper buena, es hermosa y, en general, le gusta el trabajo que hago.