Mi carrera como diputado es un homenaje a mi padre. Fue diputado, alcalde y gobernador de Marga Marga. Murió hace casi tres años, esa es la gran pena de mi vida. Siempre me pongo a llorar cuando hablo de esto. Ahora aparece en todos lados, la gente me lo recordaba mucho en campaña. Era como decir antes estuvimos con tu padre y ahora vamos a estar contigo. Tengo la vara muy alta.

Mi referente en política es Alberto Espina. Es un tipo que como parlamentario es lo mejor que hay, junto a Andrés Allamand y Francisco Chahuán marcan la diferencia en el Senado, sobre todo en temas de seguridad.

Somos una familia librepensante. Mis papás son de derecha, mi abuelo era de izquierda y tengo un primo -Alfonso de Urresti- que es senador del Partido Socialista. Todos tenemos un denominador común. Somos personas muy tolerantes, que respetamos los puntos de vista y lejanos a los extremos. En cambio, mi hermano Arturo Longton no pesca mucho. Se deja llevar por sus impresiones. Es de derecha, pero si le cae bien gente de izquierda no tiene problemas.

De mi hermana mayor nadie se acuerda. Nosotros somos tres, pero por los realities la gente piensa que sólo somos Arturo y yo. Ella fue conductora de un programa juvenil en un canal regional. La veta televisiva es muy fuerte en mi familia. Tenemos mucha personalidad.

La gente tiene muchos prejuicios hacia mí por venir de la televisión. Vivimos en un país muy estructurado y conservador. Cuando dejé mi trabajo como abogado para entrar a la televisión me decían que estaba loco y que no iba a encontrar trabajo luego de eso. Ahora hay personas que dudan sobre mi preparación para ocupar el cargo. Creo que uno puede hacer lo que se proponga si tiene la determinación necesaria.

Una vez, Marcelo Salas me pidió una selfie. No lo podía creer. Me invitaron a jugar un partido con ex futbolistas y se acercó para pedirme una foto para sus hijas. Es mi ídolo de chico, y me agradeció por celebrar como él cuando metía goles. En mi casa tengo una camiseta enmarcada con su firma. Es mi ídolo.

Después de salir de Mundos Opuestos tuve una crisis de pánico. Fue el primer día tras salir del programa. Fui a un mall a comprar algo y noté que atrás mío se empezó a juntar mucha gente a observarme. Me hablaban como si me conocieran de toda la vida. Me empecé a atrapar, salí corriendo y tomé un taxi. Estuve tres días metido en la casa, hasta que recién empecé a dimensionar todo lo que había pasado. No me arrepiento de nada. En el reality aprendí cosas que hoy me pueden servir para la política.

Me encanta el humor negro. Mi humorista favorito es Edo Caroe, pero encuentro que se ha ido ablandando con el tiempo. De chico me gustaba Alvarito Salas. Soy de andar tirando mucho la talla, pero ahora que soy parlamentario debo controlarlo.

Mi hermano sufre de depresión endógena. Tenemos una buena relación. Ambos sabemos cómo tratar al otro. Es más impulsivo que yo. Con su enfermedad aprendí lo que pasa cuando caes a esos vacíos tan fuertes. Quizás por eso yo no sufro la misma depresión. Es una enfermedad de la que nunca te vas a curar. Para nuestra familia es un tema muy fuerte, al igual que para el resto del país.

Soy un tipo bien solitario. Me gusta tener mis espacios, sentarme en la terraza a leer o ver una serie. Disfruto esos momentos de silencio. Cuando estoy en una fiesta, digo que voy al baño y aprovecho de salir. A veces me invitan y no hago caso. Mis amigos dicen que parezco un gato acurrucado en su cama.