Al colegio iba con los pies descalzos. Nací en un sector rural de Osorno y tenía que caminar cuatro kilómetros para ir a estudiar. Cuando hacía frío nos calentábamos los pies con ceniza. Si llovía nos dejaban faltar. Luego nos cambiamos a un colegio en Osorno, que era todo un mundo nuevo para mí. Viajaba en bus durante una hora para llegar. Me perdía en sus calles y me costó mucho acostumbrarme.
Nunca participé en fiestas, porque sentía que no estaba preparada para eso. Me restaba de esas invitaciones porque no tenía los trajes que los demás usaban. Sentía que no encajaba en ese tipo de sociedad. Eso va escalando en tu vida personal, te vas dando cuenta dónde puedes ir y dónde no. Siempre era ir a estudiar y volver al campo. No iba a fiestas. No quería ir lejos de casa.
Salvador Allende fue el único presidente que se comprometió con los campesinos y el pueblo mapuche. En esa época había acceso a créditos y por primera vez los productos que mis papas tenían en el campo tenían valor. Antes eso no pasaba. Son cosas que marcan.
Tengo comunicación con la Coordinadora Arauco Malleco. Ellos tienen respeto por los temas de la causa del pueblo mapuche, independiente que usen una forma distinta de hacer los planteamientos. Respeto la institucionalidad.
Mi candidatura era testimonial, no pensaba que iba a ganar. Cuando me propuse hacer campaña quería dejar testimonio de las demandas del pueblo mapuche y posicionar una idea política. Para mí, eso ya era una meta cumplida. Después de la elección me preguntaba: ¿Ahora qué hacemos? Estuve varios meses con mucho miedo, pensando con qué me iba a encontrar. Recién me estoy acostumbrando a vivir en otra ciudad y a estar todo el día en el Congreso.
Hay una gran cantidad de parlamentarios que me han rechazado por ser mapuche. He sentido a diputados que dicen "los mapuches nunca deberían llegar acá". Son los de derecha, obviamente. El más agresivo ha sido el diputado Miguel Mellado, quien ha tenido una crítica odiosa y sistemática.
Me encanta Marco Antonio Solís. En el campo se escucha música ranchera, pero mis favoritas son las baladas. Marco Antonio es mi cantante preferido.
No hay una mirada tan feminista en el pueblo mapuche. Nuestra cultura es de un complemento entre el hombre y la mujer. En el ámbito de la familia, ambos deben ejercer en igualdad de condiciones. Una vez me dijeron que mi mirada no era feminista. Y tiene que ver con eso. Que una mujer siempre va a proponer que sus derechos se respeten, pero que estos sean en la propia familia.
No tengo hobbies o deportes favoritos. Soy una mujer muy fome. Veo a personas que tienen tiempo para esas cosas, pero yo no puedo. En el campo hay tantas cosas que hacer, que no me da el tiempo para hacer otras cosas.
Mi madre era componedora de huesos. A nuestra casa iba mucha gente de sectores rurales para pedirle que los atendiera. Ella curaba todo tipo de enfermedades y no le pagaban. La gente iba con un queso, un pollo o cualquier otra cosa que podía servir a cambio. Ella era orgullosa de ser mapuche, aunque la pudieran molestar por eso.
Hay un gran riesgo de perder la cultura de los campos. Esta pérdida se está generando en los diversos establecimientos educacionales. La formación tradicional no contempla contenidos territoriales. Antes en el campo había mucha solidaridad y ahora hay un pensamiento muy individualista. Los jóvenes se están yendo a la ciudad y solo queda la gente antigua.R