Por suerte me controlan mis redes sociales. Tengo cuentas de Twitter y Facebook manejadas por otras personas que filtran mis respuestas. Si yo tuviera el control total respondería mucho más. Se me ocurren cosas inteligentes y divertidas para decirle a la gente, pero que no son las más correctas. El otro día una diputada dijo que las otras parlamentarias eran como sus hermanas. Y yo le iba a poner que más bien parecían sus sobrinas. Al final no lo hice. Uno tiene que tener cuidado.
En el MAPU éramos mucho más puntudos que los de Revolución Democrática. Nosotros nos creíamos el hoyo del queque y éramos más pesados que ellos. No me gusta la comparación con el Frente Amplio. El MAPU tenía su origen en el mundo popular. En cambio, no he conocido a nadie que venga de ese mundo dentro del Frente Amplio.
Con Carlos Larraín fuimos compañeros de curso. Nunca fuimos demasiado amigos, pero alguna vez hasta nos sentamos en el mismo banco. Nos conocíamos, pero no teníamos demasiada relación. Nunca me he preocupado de qué partido son mis amistades.
Estuve en el estadio el día que Maradona metió el gol con la mano a Inglaterra. Soy un devoto del fútbol y por suerte me han tocado partidos muy importantes. Estuve en el Estadio Nacional cuando Leonel Sánchez noqueó a un italiano en el Mundial del 62. También fui al estadio para la final de la Copa América en Chile y cuando Zidane le pegó el cabezazo a Materazzi. Desde chico soy hincha de la U y he visto todos los campeonatos que hemos ganado. Cuando estuve en el exilio no ganamos nada, así que no hubo nada que perderse.
Mi padre, mi hermano y yo somos abogados. Hay una cosa que viene de familia. Nunca me he preguntado a qué se debe, pero los tres estamos unidos por eso. Incluso mi hijo menor está estudiando leyes en Estados Unidos.
En mi juventud era de salir a fiestas durante el sábado y al bailoteo los domingos. El bailoteo era de 7 a 9 y a la que te criaste. En esa época había pocos lugares para salir a bailar. Me gustaba la samba, pero sobre todo el rock. Con el tango tengo una historia distinta. Mi hermano viajó a Buenos Aires y trajo dos discos de ese estilo. Desde ese día empezó mi fanatismo. Tengo una colección de discos gigante, pero no sé bailarlo.
"Nosotros en el MAPU éramos mucho más puntudos que los de Revolución Democrática".
Hay un mito que dice que era muy buen mozo y me iba salvaje con las mujeres. Esos son puros cuentos. Las mamás de mis amigas me encontraba buen mozo, pero con sus hijas nunca fui tan exitoso. Mi pinta no era lo que más se usaba y nunca fui demasiado audaz. Eso sí, debo aclarar que tampoco me iba tan mal, no puedo ser tan modesto. En esos tiempos las relaciones eran mucho más formales que las de hoy.
No me arrepiento de nada de lo que hice por el regreso de Augusto Pinochet. Es una parte compleja de mi vida. Gracias a la política que seguimos con el Presidente Frei logramos que la política chilena mejorara en muchos aspectos. Me siento pagado con las caras que pusieron los familiares de los detenidos desaparecidos cuando lo desaforaron acá en Chile. Eso nunca lo esperaron. Pinochet no fue absuelto ni dejado en libertad. No fue juzgado porque su salud mental estaba muy deteriorada.
Volví a Chile del exilio para ver a mi padre morir. El 28 de agosto de 1973 llamé a mi padre desde el aeropuerto para decirle que me iba a Europa por 15 días y que a la vuelta iba a traer una botella de Whisky para tomar juntos. Recién lo volví a ver en 1981. Mi hermano me consiguió un viaje a Chile porque mi padre estaba enfermo de un cáncer al pulmón. De esa forma pude despedirme y estar presente cuando lo desconectaron de la máquina que lo mantenía con vida.