Soy una trabajadora de la televisión. Partí como reportera en política, porque tenía la convicción de que uno debía empezar por el corazón de esta carrera. Me gusta trabajar en equipo. Nunca tuve problemas en pasar a programas de farándula o matinales. Uno tiene que tomar esos riesgos.
Mi papá me enseñó a morir. Teníamos una relación diferente y especial. Le dio un derrame cerebral y vivimos juntos los últimos siete años de su vida. En esa época nos conocimos profundamente. Conversábamos con mucha libertad sobre lo que le estaba pasando. Fue muy bonito aprender a no tener miedo a la muerte, saber manejar el hecho de ir apagándose poco a poco. No nos quedó nada pendiente. Fue una etapa muy reparadora.
En Sudáfrica me lancé en uno de los saltos en bungee más altos del mundo. De casualidad estaba en ese puente y me comentaron que era uno de los saltos más altos que se podían hacer. Tengo vértigo y las alturas me ponen nerviosa, pero decidí lanzarme para superar ese miedo. Me gustan los riesgos y acepté hacerlo. Cuando estaba en el puente me tiritaban las piernas hasta que me lancé. Me gustan esos desafíos.
Cuando niña me levantaba a ordeñar vacas a las 5 de la mañana. Toda mi infancia la asocio al campo. Los fines de semana y las vacaciones las pasaba en Catemu. Fue una vida muy sencilla, conectada con la naturaleza y los animales. Hacía muñecas con los choclos, subía cerros y andaba a caballo sin montura.
Soy muy emotiva. Los libros y películas que me gustan son los que te hacen pensar y tienen una sensibilidad especial. Me gusta pensar en las relaciones humanas. Lo que más echo de menos por la maternidad es el tiempo que tenía para leer y mirar películas. Ahora no puedo hacerlo en la misma cantidad.
No me complica hablar de temas esotéricos en el matinal. Creo que todos los temas se pueden conversar, dependiendo cómo se aborden. Pueden parecer cosas livianas, pero que tienen que ver con cosas existenciales, más profundas. Y aunque sean criticados, a la gente les interesa.
Me considero una persona liberal con apegos conservadores. Vengo de una familia de tradición política, donde siempre se conversó de contingencia. Mi abuelo era amigo de Salvador Allende, mi papá del Partido Nacional y mi mamá de Renovación Nacional. Por mi parte, me identifico mucho con el centro más que con la derecha o con la izquierda.
Tuve tres hijas en cuatro años y medio. Ha sido una maternidad intensa, cansadora y muy gratificante. Estoy viviendo todos los clichés que a uno le dicen antes de ser mamá: es lo mejor que me ha pasado en la vida y nunca había sentido un amor así. Quedé embarazada en mi luna de miel, y desde ahí siempre he estado amamantando, trabajando y luego esperando a la siguiente hija. Recién ahora estoy retomando un ritmo normal de vida.
El acoso a las mujeres en televisión es un secreto a voces. He escuchado sobre casos, pero no he visto nada con el peso suficiente como para denunciar. Me parece maravilloso que estos temas se empiecen a destapar. La televisión chilena es un lugar muy machista y nos queda mucho por avanzar.
No quiero criar hijas desconfiadas. Educar es muy difícil en el mundo de hoy. No están tan claros los límites de qué está bien o qué está mal. Soy católica y he visto sacerdotes que son maravillosos. Me da mucha pena que se etiquete a todos por los errores de unos pocos. Me duele y lo encuentro injusto. Entiendo la desconfianza de la gente, que ha sido culpa de la misma Iglesia, pero también encuentro que somos demasiado buenos para generalizar. Ojalá mis hijas tengan fe. Considero que es algo que te ayuda mucho en la vida.