Manifiesto Presidencial de Marco Enríquez-Ominami: “Las canas me han salido por los periodistas”

Manifiesto Presidencial 2017 - Marco Enríquez-Ominami

"Pido perdón por cuando dije que me hubiese gustado ser italiano. Fue una frase desafortunada, aunque escondía una reflexión más profunda sobre ser chileno, en un país que todavía me parece injusto y clasista con los más pobres y la clase media".


Estar casado con alguien de alto perfil ayuda mucho para postular a la Presidencia. Pero más ayuda que esa mujer tenga coraje. Hay muchas mujeres famosas. Mujeres que dicen lo que piensan en política, no tantas. Me cuesta imaginar animadores de matinales, del consenso, que digan ‘creo en la ley tres causales del aborto’. Esto lo dijo Karen en 2006, no en el 2016.

Tiempo después entendí que el coraje de Karen tiene que ver con su madre. Mi suegra es hija de un pasajero del Winnipeg, el barco de Neruda. También es nieta de un alcalde español fusilado por el franquismo, fue allendista y militante PS. Ella protegió a mucho mirista en dictadura. La Karen recuerda ir en el auto con su mamá manejando y un tipo tapado con frazadas. Ella le dice: “No preguntes”. Estaba trasladando un mirista de una casa de seguridad a otra. Eso no lo sabe nadie.

Las canas me han salido por los periodistas de La Tercera, que son muy exigentes. Estas canas se las debo a ustedes, un periodismo pujante. Y en El Mercurio y LUN aportaron también. La Segunda un poco más. Estoy casado con periodista, tengo mamá periodista, conozco el oficio y lo respeto. Los diarios me sacan más canas que la televisión. La televisión tiene reglas, hay franja por ley, igualdad de minutos. El plan de gobierno de Piñera fue a siete páginas en los diarios. Me podrían haber regalado siete páginas a mí.

Hice kickboxing, pero era muy fuerte el esfuerzo físico. Por mis consultorías, por mi trabajo, por los viajes dentro y fuera de Chile, era muy importante en la mañana liberar energía. Hacía con un amigo kickboxing. Hice kung fu cuando chico y el dedo medio me lo quebró un profesor. Nadie cree que soy bueno en tenis, pero disfruto mucho ganarle a un periodista amigo que llega flaco, buenmozo y le meto 6-0, 6-0.

Fui terriblemente irresponsable en la tenencia de Fredy Rincón, un perro mío que duró 17 años. No lo esterilicé y a veces le abría la reja y lo dejaba irse por tres días, y yo fascinado cuando volvía solo. Después “Lindorfo”, el veterinario, me dijo que Rincón pudo haberse reproducido 200 veces en esas salidas. O sea, yo pude haber aportado con 200 quiltros. Amé a Rincón y le pido perdón. Hoy soy un mejor amo de ME-O, de Benito y de Loló.

Vivo en Vitacura, cerca de donde estudié. Sospecho que pocos de mis vecinos votan por mí, pero han sido encantadores. Hay uno que vive al frente, que puso un cartel mío y de Piñera. Ese es un gesto republicano.

Me habría gustado dirigir Los 400 golpes, de François Truffaut. Es sobre el sistema educativo francés, un niño terrible. Me encontré mucho con ese niño. Para ser más actual, Pulp Fiction. Rompe con todas las reglas narrativas. Después se echó a perder Tarantino. Con esa de los vampiros en que se matan todos al final en un bar se pasó dos cuadras.

Pido perdón por cuando dije que me hubiese gustado ser italiano. Fue una frase desafortunada, aunque escondía una reflexión más profunda sobre ser chileno, en un país que todavía me parece injusto y clasista con los más pobres y la clase media. ¿Por qué Italia? Yo crecí como hijo único en Francia, sin dinero. Una vez que a mi madre le aumentaron su sueldo de profesora nos tomamos el tren París-Roma. Tenía nueve años. Me dieron un capuchino y me trataron como adulto. Vi a un policía tomándose una cerveza en la calle. Todos los escombros romanos no tenían título. Sentí que ese caos me acercaba a Chile, sin darme cuenta.

Nicanor Parra dice que Chile no es un país, es un paisaje. Nicanor Parra estudió gratis. Y Nicanor Parra no existiría si Piñera fuese Presidente.

Mi banda de cabecera es Virus. Bailo Wadu Wadu de la manera más sofisticada que se puedan imaginar. También me gusta Serge Gainsburg, un cantante muy feo que tuvo a las mujeres más lindas del planeta. Y también Los Prisioneros. Ponerlos en una fiesta en Lo Curro era ser el Che Guevara. Te gritaban ordinario cuando ponías el casete. Había que escuchar Soda Stereo. Era lo cool.

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