Manifiesto de Rafael Cavada: "El CQC original era más machista que el de ahora"

"Me echaron de la Fuerza Aérea: no tenía disciplina ni paciencia"


Mis recuerdos más placenteros de infancia son en Uruguay. Salimos de Chile el año 1972, porque mi madre se percató de que no podía conseguir alimentos que los niños necesitan para crecer. Llegamos al campo de un abuelo, cerca de un pueblo en Uruguay, donde andaba a caballo y me bañaba en un arroyo. Volver a vivir en Santiago fue un golpe. Fue como pasar del campo a la vida industrial sin ningún tipo de intermedio.

Los hermanos mayores tenemos un karma. Soy el mayor de tres hijos y ese fue mi caso. Desde temprano depositan en nosotros responsabilidades que no tienen los menores. Te vuelves una especie de representante de tus padres.

Me declaro uruguayo y chileno. Es difícil de comprender para las personas que han pasado toda su vida en un mismo lugar. Me gustan cosas de ambos países. Eso sí, cuando hay partidos entre las dos selecciones, soy hincha de la Celeste. Allá empecé a ver fútbol y heredé la pasión de mi abuelo. Que Chile haya quedado fuera del Mundial no es tanto drama para mí, porque Uruguay clasificó segunda.

Cuando vas a una cubrir una guerra intentas bloquear el miedo. Nos decíamos mil excusas para convencernos de que estábamos seguros, pero la percepción del riesgo siempre estaba presente. En un hotel en Irak, un periodista español que estaba en la habitación debajo de la nuestra murió por un bombardeo. Eso fue un recordatorio brutal: no éramos inmortales y nadie tenía la seguridad comprada. Por suerte, mi familia ha sido supertolerante con mis decisiones. Nunca sabré cuántas canas le salieron a mi madre por esos viajes.

Estuve en la Fuerza Aérea hasta que me echaron luego de dos años. Me fascinaban los aviones y la idea de volar, pero me di cuenta de que no podía soportar la vida militar, no tenía disciplina ni paciencia para eso.

Prefiero ir a un hostal antes que a un resort. No significa que no lo vaya a hacer alguna vez en la vida, pero prefiero más libertad. En mis últimas vacaciones fui a Sudáfrica, arrendé un auto y recorrí desde Ciudad del Cabo hasta la frontera con Zimbabwe. Estuve cinco días viendo animales en la selva. Esa cosa desconocida es la que todavía me encanta.

Ser padre me ha cambiado la vida. Hago cosas que antes no hubiera hecho y algunas trancas han ido desapareciendo. Nunca hubiese aceptado estar en CQC, pero cuando me lo propusieron dije: "¿No va a ser lindo contarle a mi hija que trabajé en un programa vestido impecable y que me reía de todos?". Me estoy tratando una fractura en la rodilla después de nueve años para poder jugar con ella.

El CQC original era más machista que el de ahora. No quiero excusar a Sebastián Eyzaguirre, pero no puedes juzgar a alguien por un solo comentario. Era el primer programa, estábamos todos nerviosos, porque la posibilidad de una falla era bien grande. Fue un comentario fuera de lugar. Al igual que este país, CQC ha cambiado con los años y nos hemos vuelto más conscientes de lo sexistas que éramos. Me parece muy sano que miremos a una sociedad menos machista.

Andar en moto es una sensación maravillosa. Cuando tenía 10 años, tenía un vecino que llegaba al campo en una Honda 200 con salidas de tubos de escape preciosas. Lo escuchaba de lejos y pensaba lo increíble que era. De ahí quedé pegado y luego decidí comprarme una. Salir en moto siempre me ha provocado la misma sensación: dejar atrás los problemas y enfrentar el placer de la libertad y ese equilibrio precario.

En total tengo ocho fracturas. Cuando era chico me fracturé la clavícula izquierda, cuando me caí de un árbol. Tengo otras que son por accidentes en moto y haciendo judo. Y tengo una línea de fractura incompleta en una vértebra que nunca supe cómo me la hice. Un médico me estaba revisando y me preguntó si había tenido dolor de espalda. Pensaba que era estrés, pero era una lesión complicada. Y,además, tengo una puñalada en la espalda cuando me trataron de robar. He vivido harto.

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