El ocaso del último Karadima Boy

diego ossa

Diego Ossa Errázuriz, sacerdote y quien fuera miembro del círculo más cercano del expárroco de El Bosque, hoy es investigado en el ámbito penal por tres denuncias recibidas por la Fiscalía de Rancagua. La Iglesia también lo investiga y lo tiene bajo medidas cautelares. Reportajes tuvo acceso a la apelación de Ossa, en la que por primera vez toma distancia de su otrora mentor, Fernando Karadima.


"Que me fuera a mi casa". Eso fue lo que le dijo el vicario zonal Rodrigo Domínguez a Diego Ossa. Fue el miércoles 29 de agosto pasado, cuando el presbítero le comunicó la decisión de Ricardo Ezzati. Hasta entonces, la vida de Ossa transcurría tranquilamente en una parroquia de Ñuñoa. Pero el 27 de agosto, el Arzobispado de Santiago decretó una investigación previa por dos denuncias de abuso sexual y de autoridad en su contra.

La decisión tenía una trastienda.

El miércoles 13 de julio, un mes y medio antes de las diligencias comunicadas por el arzobispado, el fiscal regional de Rancagua, Emiliano Arias, encabezó la histórica incautación al Arzobispado de Santiago. Ahí encontró expedientes no tramitados con denuncias que involucraban a una serie de sacerdotes. Se abrieron decenas de RUCs de casos no denunciados por la Iglesia a la justicia civil.

Entre ellos saltó el nombre de Diego Ossa.

Este caso -sostienen en la fiscalía- podría ser emblemático respecto de las denuncias que fueron desestimadas en el marco del supuesto encubrimiento de altos personeros de la Iglesia o que fueron archivados en la justicia penal.

En la apelación a las medidas cautelares contra el sacerdote, él mismo alude a su "absoluta inocencia". En el documento se lee:

"¿Es posible destruir sin más la vida y el ministerio de un sacerdote bajo la sola alegación de la posibilidad de la comisión de un presunto delito sin prueba, sin defensa, sin proporcionalidad?".

La regalía máxima

Diego Ossa llegó de adolescente a la parroquia El Bosque y de inmediato captó la atención de Fernando Karadima.

El expárroco era conocido por rodearse de jóvenes que formaban una especie de guardia. Ossa no demoró en ser incluido. En ese grupo de los "favoritos" también estaban Juan Esteban Morales, Juan Carlos Cruz, Samuel Fernández y otros, pero Ossa de todas formas tenía un brillo especial para Karadima. Un exseminarista lo explica así:

-Era la regalía máxima.

Quienes lo conocieron en sus primeros años dicen que era simpático, acogedor, inteligente, con muchas actividades sociales. Incluso, Ossa pertenecía a un grupo de scouts. Por eso no era extraño verlo agitado, corriendo, con su bolso y el uniforme del colegio, llegando atrasado a las reuniones de la Acción Católica, el movimiento pastoral juvenil fundado por Karadima.

En 1985, Diego Ossa ingresó al Seminario Pontificio Mayor. Tenía aproximadamente 21 años y se convirtió en la cuarta generación que Karadima inspiró para hacerse cura.

Adentro, en esa época había otros seminaristas de El Bosque: Samuel Fernández, Hans Kast y Juan Carlos Cruz.

Dentro del seminario también estaba Rodrigo Polanco, otro de los llamados "Karadima boys". Era formador y les hacía clases a los de primer año. También era los "ojos y oídos" del expárroco en ese lugar. Polanco almorzaba en el mismo comedor que Ossa.

-Ossa era cuadrado, le gustaba la doctrina. Pero raro, casi robótico. Era el seminarista perfecto, la procesión iba por dentro -dice Álvaro Viplana, exseminarista y compañero de Ossa.

En sus tiempos libres -los últimos que tendría- Ossa se entretenía aprendiendo varios idiomas. Incluso, recuerdan excompañeros del seminario, le gustaba cantar en latín. Se sabía todos los cantos. Mientras ellos rezaban en las misas, Ossa participaba con canto gregoriano. También decía que iba a estudiar un Magíster en Teología. Entre el seminario, los estudios y el resto de sus actividades, Ossa estaba fascinado. Y, además, era del grupo selecto.

Pronto la sombra de Karadima caería sobre él.

La red

Los Ossa son una familia con historia en Chile. También la rama de la que es parte Diego. Su abuelo, Manuel Ossa Covarrubias, era miembro del Partido Conservador y director de múltiples entidades comerciales. Entre ellas, fue director de la Chilena Consolidada y el primer presidente de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones. Nadie podría decir que era una familia común y corriente: los Ossa tenían dinero.

Y los padres del sacerdote, Agustín Ossa Bezanilla y Clara Errázuriz Arnolds, eran el perfil perfecto de familia que le gustaba a Karadima.

Tenían apellidos y recursos. Diego Ossa Errázuriz se convirtió en la obsesión del cura.

Karadima estaba acostumbrado a ser el centro de la vida de todos los sacerdotes que iban a El Bosque, y Ossa, la regalía máxima, no iba a ser la excepción. Primero le prohibió seguir participando en el grupo de scouts, "porque eso no era de Dios". Tenía que ir a la Iglesia, a la parroquia, a rezar. A los scouts no.

Luego, Karadima empezó a cortar sus redes afectivas. Al contrario de otros casos, Ossa no tenía problemas familiares. Pero el expárroco le exigía ir cada vez más tiempo a El Bosque. Después lo mandaba a reprimir a los díscolos, como pasó con Juan Carlos Cruz. Así, Karadima lo hizo afectiva y psicológicamente dependiente de él.

-Me di cuenta de que lo quebró, porque toda la persona llena de vida que conocí desapareció. Apareció un autómata, un robot. No tenía ninguna relación con nadie ni con nada. Estaba desconectado afectivamente de todo. Pero sí estaba sometido a él -dice uno de sus ex cercanos.

Ossa era un Karadima-dependiente.

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Ex párroco del bosque Fernando Karadima | Foto Juan Farias / La Tercera[/caption]

El Bosque de Ossa

A los 29 años se ordenó sacerdote. Y su primera destinación fue la parroquia El Señor de Renca, donde estuvo entre 1993 y 1996.

Allí conoció a Óscar Osbén.

El joven se preparaba para la Confirmación y pronto Ossa se convirtió en su guía espiritual. Luego lo nombró su secretario personal. Tanta era la cercanía entre ambos, que Ossa en 1996 -cuando el sacerdote se cambió a la parroquia Jesús Carpintero, en donde estaría hasta 2009- se llevó a Osbén.

Fue en ese periodo en que ocurrió, de acuerdo al testimonio del joven, el abuso sexual.

En paralelo, Ossa alternaba su trabajo como párroco en Renca con sus visitas a El Bosque.

El poder que Karadima ejercía en él era impactante. El joven luminoso y alegre de los años 80 era otro. No tenía vida propia.

-Karadima lo transformó hasta que lo quebró -así explica una de las víctimas del expárroco.

Karadima exigía verlo todos los días. A su discípulo no le importaba recorrer los 18 kilómetros que lo separaban del "padre Fernando". Incluso, en 2009, cuando operaron al expárroco del corazón, Ossa lo cuidaba y prácticamente abandonó Renca. Los problemas de distancias se solucionaron ese mismo año, cuando Ossa fue nombrado vicario de El Bosque.

El 21 de abril de 2010, el caso Karadima explotó en los medios de comunicación y el 22 de abril de 2010 el entonces fiscal regional de la Zona Oriente, Xavier Armendáriz, tomó el caso. Dentro de las diligencias, Óscar Osbén declaró el 9 de julio de ese año ante el fiscal. Revivió el supuesto abuso que sufrió en febrero de 2003 por parte de Ossa.

Según el relato, fue cuando se quedó a dormir en la casa parroquial de Renca. Durante la noche, el sacerdote le habría pedido que se acostara junto a él. "Le dije que no, que ni loco, me repitió que lo hiciera, hasta que me acerqué y me puso la mano en los genitales y me empezó a masajear", declaró Osbén ante el Ministerio Público.

Luego de separarse por un tiempo, volvieron a ser cercanos. Incluso, Ossa lo casó en 2005 y pagó parte de su matrimonio. Solo mantenía contacto vía email con el religioso.

Cuando estalló el caso Karadima, en 2010, retomaron el contacto más seguido y Osbén -según la investigación de Armendáriz- le solicitó dinero a Ossa, recordándole en un correo electrónico el episodio de 2003. Le pidió $ 150 millones, pero solo recibió $ 10 millones como una especie de "ayuda". No era una indemnización.

En paralelo, Osbén se presentó ante el canciller del Arzobispado de Santiago de la época, Hans Kast. A él le relató lo sucedido. Más tarde, según Osbén, el promotor de la fe de ese entonces, Raúl Hasbún, desestimó el caso.

El 9 de agosto pasado, Óscar Osbén recordó el episodio. Esta vez frente al fiscal Miguel Ángel Velásquez, en Talca. Era Arias quien daba la orden: quería que Osbén ratificara la denuncia eclesiástica y reiterara lo declarado ocho años antes al fiscal Armendáriz.

El 30 de agosto, el Arzobispado de Santiago admitió que Osbén también había pedido revisar su caso ante la justicia canónica.

En su apelación a las medidas cautelares dictadas por el Arzobispado de Santiago mientras dure la investigación previa, Ossa recordó la misma postura que tuvo en 2014, en una carta enviada a Ricardo Ezzati ese año:

"Reitero enfáticamente mi absoluta inocencia tanto respecto de los dichos del Sr. Osbén como respecto de las alegaciones de los nuevos denunciantes".

La defensa del sacerdote

-Estoy contigo.

Al otro lado de la línea telefónica, una de las víctimas de Karadima le dijo que no le creía, que siempre había encubierto al párroco.

Y cortó.

Quien había llamado era Diego Ossa.

El año 2011 fue difícil para el sacerdote. El 16 de enero de 2011 el Vaticano confirmó la sentencia que había dictado sobre Fernando Karadima. El expárroco de El Bosque debería llevar una "vida de penitencia y oración". Ese mismo día, Ossa llamó a una de las víctimas.

Dos meses después las consecuencias serían directas para Ossa. El 21 de marzo de 2011, Ezzati le pidió la renuncia a él, como vicario parroquial, y a Juan Esteban Morales, como párroco de El Bosque.

Hoy, siete años después de que se quedara sin parroquia, Ricardo Ezzati decretó que mientras se realice la investigación contra Ossa, no podrá realizar "actos públicos propios del ministerio sacerdotal".

En el texto de su apelación a las nuevas investigaciones Ossa lo recuerda. "Ya he sufrido, después de 25 años al servicio de la Iglesia como sacerdote, un proceso de hondas consecuencias. Como usted señalaba en su carta del 30 de enero: "Dos años transcurridos sin oficio eclesiástico, [que] han sido para ti un motivo de humillación, pena y sufrimiento" (...). No estoy seguro el poder soportar otra sanción de esta naturaleza, sobre todo, al comenzar una investigación que no comporta imputación alguna y en la que la carga de la prueba incumbe a los denunciantes".

A los 47 años se había quedado sin su guía espiritual y sin parroquia.

El año 2012 es un vacío en la vida de Ossa y recién a comienzos de 2013 reapareció. Esta vez en Lo Prado, bajo la protección de Moisés Atisha, actual obispo de Arica. Los feligreses de la capilla Cristo Resucitado le hicieron la guerra. Ganaron. En 2014 llegó a la parroquia Cristo de Emaús, en Pudahuel. Y los feligreses también lograron sacarlo.

Diego Ossa era un problema. La solución la encontraron en la "sucursal de El Bosque". Así le llamaban incluso los miembros del arzobispado a la parroquia Nuestra Señora de La Paz, en Ñuñoa. Corría el rumor de que en aquella iglesia, en Avenida Echeñique, se habían reubicado todos los feligreses de Karadima.

La única conexión que tenía la parroquia con El Bosque era su párroco: José Miguel Fernández Donoso, un sacerdote también formado por Karadima y que nunca lo negó.

Ossa llegó ahí como vicario parroquial, en 2014. Y rearmó su vida.

En 2015 retomó con entusiasmo su misión sacerdotal y hasta los estudios. Leyó libros del Santo Cura de Ars y también de Santa Teresa de Ávila. Y en 2016, Ossa incluso se aventuró a merodear por los pasillos de la Facultad de Teología de la Universidad Católica. El 28 de enero de este año presentó la tesis para optar al Magíster en Teología Dogmática, en la Universidad Católica. Al menos hacia afuera, Ossa parecía haber olvidado a Karadima. Hasta que recibió un llamado de una víctima de Karadima.

Respondió escuetamente:

-Yo sé que quieres conversar conmigo, pero yo no quiero conversar contigo.

La vida de Ossa siguió. Incluso tenía planes para construirse una casa en Paine.

Eso hasta el 13 de julio, cuando el fiscal Arias inició una causa contra el sacerdote. Hoy son tres las denuncias que tiene la fiscalía contra Ossa. El Arzobispado de Santiago, que recién abrió una investigación previa esta semana, las identificó como dos denuncias de abuso sexual y de autoridad que habrían ocurrido antes de 2005, cuando una persona habría sido menor de edad, más la revisión del caso de Osbén.

-Volví a buscar justicia, ya que me enteré de que Diego Ossa no había tenido sanción severa y estaba ejerciendo en Ñuñoa. Me dio mucha angustia saber que quizás había más víctimas de él y aún creo en las instituciones como la fiscalía -dice Óscar Osbén.

Y el sacerdote replica: "Si esto llega al Ministerio Público, me presentaré inmediatamente".

A pesar de que su vínculo con Karadima le pesó toda la vida, lo que hoy atormenta a Ossa son sus propias acciones. Pero no fue hasta ahora, en que es investigado por la fiscalía y la misma Iglesia, que decidió apartarse de los apenas cuatro sacerdotes que se negaron a aceptar cualquier aceptación del fallo que condenó al expárroco de El Bosque.

Cuatro sacerdotes de las "50 vocaciones" de las que siempre presumía Karadima.

Tres. Porque la apelación de Diego Ossa a las medidas impuestas por el arzobispado altera la historia: "...Lo manifestado públicamente, a saber, mi adhesión a todas y cada una de las disposiciones que la Santa Sede aplicó al Pbro. Fernando Karadima. Agrego ahora, además, que no puedo menos que reprochar cualquier acción delictiva realizada por él".

El favorito, su "regalía máxima", después de años, cambió de opinión.

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