Tuve miedo de desafiar a Pinochet por TV, pero era un deber ciudadano. Un día vinieron políticos que no conocía a proponerme participar en la campaña del No, porque era la persona con más credibilidad en los medios, pese a que me habían sacado de la televisión cinco años antes. Les dije que estaban locos. ¿Cómo iba a salir por televisión si habían matado a gente por mucho menos? Pero no me pude negar a protagonizar algo que podía poner fin a una dictadura criminal.

Los comunicadores que no hicieron nada durante la dictadura fueron premiados por la Concertación. No me llaman tanto la atención las personas que salieron en televisión haciendo campaña por Pinochet. Ellos creían que era lo bueno y estaban en su derecho. Hubo otros que por años se quedaron callados y luego fueron premiados por eso. Hasta que Pinochet estuvo detenido en Londres, nunca hablaron de los detenidos desaparecidos o de las torturas. Fui la única persona que se negó tres veces a vocear propaganda del gobierno en pantalla y luego me sacaron de la televisión.

Tengo 83 años, me siento bastante cansado. Todo el mundo me dice que tengo una espléndida salud, pero difiero con ellos. La vejez no es un período simpático, uno no se da ni cuenta cuando llega. Es aburrido, no puedes jugar fútbol ni muchas cosas. Estaba muy bien hasta los 75 años. No he tenido grandes problemas de salud, solamente lo que es inevitable, vas perdiendo facultades poco a poco.

Me gustaba mucho salir a bailar. Cuando estudiaba Teatro íbamos a las fiestocas y a los bailongos. Escuchábamos música de la época, foxtrot, boleros y vals. Nada muy loco. De todas maneras, nunca fui bueno para salir. Lo único que siempre he querido en la vida es estar tranquilo en mi casa. Ese es mi lugar.

Me siento un hombre de otro siglo. Recuerdo que mi padre había nacido en el siglo XIX y me parecía una persona de otra época. Los valores de mi padres eran reales y, por lo tanto, los míos son reales. Pero ahora están desfasados. La tecnología me ha sobrepasado. Hace muy poco me regalaron un celular y no entiendo nada. El último auto que compré está lleno de cosas que no sé usar.

Después del 5 de octubre nunca más supe de ningún político. Solamente me volvieron a llamar para aparecer en la franja de Aylwin. Después de participar en la franja se produjo un fenómeno divertido. Los de derecha me odiaron, porque pensaron que era comunista, y los de izquierda se picaron, porque era protagonista de ese hito sin ser de ningún partido. Se me etiquetó equivocadamente en los dos casos.

Se ha formado una aristocracia entre políticos y gente pudiente, los demás no contamos para nada. Se ha creado una especie de Palacio de Versalles. Ahí viven todos, con excelentes sueldos, tienen reuniones y discuten sobre el país. Tienen un desprecio absoluto por el resto de la población. El resto tiene que salir a la calle para que los escuchen.

A esta altura miro mi vida para atrás y la encuentro increíble. Estuve 10 años en Europa, viajando por varios países. Conozco América desde Alaska hasta la Antártica. Tuve un matrimonio excelente, con una mujer bellísima y nos llevamos muy bien. Mis hijos son mis amigos y estoy muy orgulloso de eso. Escuché la mejor música. Y participé en un hito histórico para Chile. He tenido una vida fantástica.