Encuentro en Caburgua: asado de cordero, risas y guitarra

-"Señora Bachelet, ¿un asadito?".

Era el verano de 2005 y el entonces presidente de la Fundación Futuro, Sebastián Piñera, y su hermano Miguel paseaban en lancha por el lago Caburgua.

En un día soleado, ambos recorrían el balneario de la Región de La Araucanía, donde Piñera -al igual que Michelle Bachelet- tiene una residencia de descanso. Fue entonces cuando el "Negro" divisó, en una de las playas, a Bachelet tomando sol con dos amigas y lanzó la invitación.

-"Sí, claro", respondió ella.

Bachelet no era cualquier veraneante. Hacía pocos meses había renunciado a la cartera de Defensa y las encuestas ya la situaban como una de las favoritas para convertirse en la candidata presidencial de la Concertación para las elecciones de 2005, con un 35% de las preferencias y un 76% de evaluación positiva, según la CEP de diciembre de 2004.

-"La pasamos a buscar", gritó el "Negro".

Un entusiasmado Sebastián Piñera se devolvió a su casa y comenzó los preparativos: mandó a comprar corderos, preparó pisco sour, sacó sus mejores botellas de vino e invitó a más de 30 personas al evento. "Le hicimos un gran recibimiento", recuerda el "Negro Piñera", quien guitarra en mano le dedicó Gracias a la vida, de Violeta Parra, y Michelle, de The Beatles.

Bachelet, que había llegado acompañada de sus dos amigas, demostró que ella también cantaba y la velada se prolongó "hasta que las velas no ardan".

"Ella es una mujer excepcional, tanto por su historia como por su naturalidad. Ella era la que más cantaba, la que más tomaba, la que más celebraba. Eso es genial. El mundo está lleno de personajes grises, cortados por la misma tijera, y hay unos pocos que son como de colores, que le dan originalidad a este mundo. Esos personajes me atraen mucho", señaló en abril de 2005 Sebastián Piñera, poco después de que se filtraran las imágenes del encuentro.

Bachelet y Piñera ya habían coincidido un par de veces antes en Caburgua, pero, en medio de la campaña presidencial, que los enfrentó en la segunda vuelta de enero de 2006, la entonces abanderada presidencial calificó -entre sus cercanos- como un "abuso" que se dieran a conocer públicamente las fotografías.

Piñera, por su parte, comenzó a visitar cada vez menos el lago Caburgua y empezó a optar por su residencia en Lago Ranco. Un asado como el del verano de 2005 no se volvió a repetir.

El primer y único debate presidencial

En Espacio Riesco, organizado por la Asociación Nacional de Televisión (Anatel), a las 22 horas del 4 de enero de 2006 se realizó el primer y único debate presidencial que enfrentó a Michelle Bachelet y Sebastián Piñera en medio de la segunda vuelta presidencial.

La entonces candidata lideraba los sondeos con un 47% de las preferencias en primera vuelta, versus el 24,11% que logró Piñera.

El debate -que fue moderado por el periodista Alejandro Guillier- fue un duro enfrentamiento. Bachelet acusó a la derecha de comprar votos por medio del pago de cuentas de luz, mientras que Piñera destacó la simpatía de su contrincante, pero aseguró que para ser Presidente se requiere "liderazgo".

El momento más álgido se vivió cuando el debate ya había finalizado. El entonces miembro del comando de Bachelet, el ex ministro Sergio Bitar, se acercó a Piñera y lo increpó duramente, sorprendiendo incluso a la misma Bachelet. "Eres un cobarde, no puedes hablar de mí cuando no estoy presente, eres un poco hombre", le dijo Bitar, apuntando con el dedo a Piñera, que se quedó sin palabras. La molestia del ex ministro se debía al cuestionamiento que realizó el abanderado a Bitar por haber renunciado a la cartera de Educación para integrarse a la campaña de Bachelet, poco antes de que se conocieran los resultados de la PSU.

A la salida del episodio, Bachelet no quiso comentar la escena y aseguró que a Bitar "es a quien corresponde dar explicaciones".

Mandataria presenta a Piñera ante sus pares de América Latina

Poco después de que Sebastián Piñera derrotara a Eduardo Frei con un 51,61% de las preferencias el 17 de enero de 2010, Bachelet invitó al Presidente electo a la XXI Cumbre de Río de la Unidad de América Latina y el Caribe, en la ciudad de Playa del Carmen, en México.

Para los equipos de ambos Mandatarios se trató de un acto que reflejó la relación deferente que comenzaba a forjarse. Bachelet se encontraba de gira presidencial por lo que le facilitó el avión G-4 a Piñera para que viajara junto a su ya nombrado canciller, Alfredo Moreno.

Ya reunidos en México, y en un desayuno, Piñera le cedió un asiento a su par de Ecuador, Rafael Correa, quien producto de una lesión se trasladaba con muletas. El acto conmovió a varios Jefes de Estado y a la mesa de Correa y Piñera se sumaron los Presidentes José Mujica (Uruguay), Evo Morales (Bolivia), y Ollanta Humala (Perú). A los pocos minutos llegó la Presidenta Bachelet, quien aprovechó la informal reunión para presentar a Piñera ante sus pares de América Latina. "Bienvenido", le decían los Mandatarios.

Aunque durante ese viaje, Piñera y Bachelet mantuvieron agendas paralelas, cercanos a los dos Presidentes recuerdan que Bachelet no solamente le facilitó el avión al Presidente electo, sino que además le pidió formalmente a su equipo audiovisual que no trabajaran solo para ella en la gira, sino que también registraran imágenes y videos de las actividades del futuro Mandatario.

La reunión en casa de Bachelet que negoció el equipo de La Haya

El 28 de enero de 2010, el entonces Presidente electo Sebastián Piñera interrumpió sus vacaciones en Lago Ranco y regresó a Santiago a una reunión de trabajo con Michelle Bachelet, en la casa que la entonces Mandataria ocupaba en calle Málaga, en Las Condes, donde se le informaría el texto de la contramemoria que presentaría Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en el litigio por los límites marítimos presentada por Perú.

El tiempo apremiaba. Chile tenía plazo hasta el 9 de marzo, tres días antes de que se realizara el cambio de mando, para presentar el escrito en la corte y era la única ocasión en la que el gobernante entrante y la Presidenta saliente podrían sentarse a analizar la estrategia que estaba llevando adelante la defensa chilena.

A la casa de Bachelet, Piñera llegó pasadas las 17 horas. No iba solo. Lo acompañaban Teodoro Ribera, Luis Winter, Fernando Zegers y Hernán Salinas, cuatro miembros del llamado Grupo Tantauco en el área internacional del programa de gobierno. Bachelet estaba escoltada por el entonces canciller Mariano Fernández y los agentes responsables de la defensa de Chile ante La Haya: Alberto van Klaveren, Juan Martabit y María Teresa Infante.

No fue una reunión complicada, aseguran algunos de sus protagonistas. El trato que se dispensaron Bachelet y Piñera ese día fue cordial, pero no afectuoso, más que nada, protocolar. Los dos se llamaron por el título de presidenta y presidente, y nunca por sus nombres.

Pero la razón de que la reunión avanzara sin contratiempos ni sorpresas se debía al trabajo que habían realizado previamente los acompañantes de Bachelet y Piñera. Todo lo que se iba a discutir había sido negociado por los miembros del equipo de la defensa chilena ante La Haya, en el que participaban varios de los miembros del Grupo Tantauco cercanos a Piñera. Fueron ellos quienes le avisaron a Van Klaveren que Piñera pediría sacar un capítulo completo de la contramemoria que ya estaba redactada y ad portas de ser enviada a La Haya. El presidente electo y sus asesores no estaban de acuerdo con incorporar en esa etapa referencias al acuerdo de Charaña, pues temían que de hacerlo se alentaría la intervención de los bolivianos en el litigio. El acuerdo fue sacarlo, con la condición de evaluar si se colocaba en la réplica. Así ocurrió al año siguiente: Piñera llamó a los agentes para decirles que el tema de Charaña era central en la defensa.

Eso sí, en esa reunión en casa de Bachelet, Piñera no dio a conocer que pretendía dar un giro en la relación con Perú y establecer lo que se llamaría "las cuerdas separadas", para no afectar las relaciones comerciales entre ambos países.

El enojo de la Presidenta por la sorpresiva llegada de Piñera a la Onemi

"¿Qué es esto? ¿Qué hace aquí?", se preguntaban molestos los ministros y autoridades del gobierno de Bachelet, entre ellos Francisco Vidal y Edmundo Pérez Yoma, quienes se encontraban al mediodía del 27 de febrero de 2010 en el centro de control de la Onemi coordinando las acciones para enfrentar el terremoto y tsunami que habían golpeado esa madrugada a la zona centro sur de Chile con devastadoras consecuencias, al ver llegar al entonces presidente electo Sebastián Piñera, acompañado de quien sería su ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter.

La Presidenta Bachelet había terminado recién de sobrevolar las regiones del Maule y Biobío, lo que le había permitido hacerse una idea de la verdadera magnitud de la tragedia, la que había sido subestimada en las primeras horas de la madrugada por la falta de sistemas de comunicación con las regiones afectadas.

La presencia de Piñera en la Onemi provocó molestia en los equipos de Bachelet, quienes hicieron ver que no correspondía que el mandatario electo buscara protagonismo en las horas posteriores a la tragedia.

Piñera y Hinzpeter permanecieron la mayor parte de los 30 minutos que estuvieron dentro de la Onemi en el corredor y en una de las salas contiguas a la oficina desde donde se monitoreaba la crisis, conversando con funcionarios de menor jerarquía. En plena crisis, las autoridades del gobierno saliente no les dieron espacio para que se integraran a la toma de decisiones.

Cerca de las 12.30 horas, Piñera abandonó la Onemi. A la salida habló con la prensa: "Este terremoto significa un duro golpe para la sociedad chilena; quiero lamentar y compartir el dolor de las familias que perdieron a su gente", manifestó.

Además, señaló que no descartaba utilizar una vez iniciado su gobierno el 2% constitucional para ir en ayuda de los damnificados.

La catarsis de Bachelet contra Piñera en La Moneda

"Le he señalado al Presidente mi preocupación de que la calidad de la política, o más bien la falta de credibilidad en la política, puede verse aumentada cuando se observan situaciones como un análisis poco riguroso de determinados temas, como la Casen", dijo Bachelet el 19 de agosto de 2010, luego del primer cara a cara que tuvo con Piñera tras el cambio de mando, dejando de manifiesto la molestia que sentía por la forma en que el nuevo gobierno estaba presentando las cifras de pobreza en Chile y las constantes críticas que hacían las nuevas autoridades respecto de la administración anterior.

El enojo de la ex mandataria con su sucesor, señalan ex colaboradores de Bachelet, era tal, que postergó por semanas la cita convocada por Piñera, a propósito del Bicentenario, alegando problemas de agenda. Desde el momento en que ingresó a La Moneda, Bachelet evidenció su molestia: mientras Piñera sonreía a los fotógrafos, la ex mandataria mantuvo el rostro adusto.

La cita se extendió por más de tres horas y fue la propia ex jefa de Estado, al término de la reunión, la que enumeró los temas que le había enrostrado al Presidente.

Al análisis "poco riguroso" de la encuesta Casen, Bachelet sumó los despidos masivos en el sector público y de funcionarios contratados por Alta Dirección Pública, incluso le expresó a su sucesor los reparos por un instructivo del gobierno regional de Coquimbo que restringía la vestimenta de los funcionarios y que consideraba grave, por coartar las libertad de las personas.

La irritación de Bachelet se reflejó también al percatarse de los cambios que Piñera realizaba en Palacio:el Salón Montt-Varas, que tenía sus paredes verde petróleo, ahora eran de tonos más suaves; el Salón Azul se pintó de blanco, al igual que el comedor presidencial. "A mí me gustaba como estaba antes", le dijo la Presidenta a Piñera, que se defendió y apuntó a su jefa de programación, María Irene Chadwick: "Ella es la culpable"

Al salir de La Moneda, la ex presidenta les comentó a algunos de sus ex colaboradores que el Mandatario había tenido "el mal gusto" de darle un tour por La Moneda para mostrarle los cambios hechos en Palacio.

En el entorno de Piñera, la distancia de Bachelet fue evidente. Cercanos al ex ministro Andrés Chadwick señalan que en una ocasión, Bachelet le había comentado que no confiaba en Piñera. La distancia se acrecentó aún más un par de años después, cuando el gobierno inició una nueva ofensiva en contra de la gestión de Bachelet frente al terremoto y tsunami del 27/F, justo en momentos en que la ex mandataria volvía a aparecer en las encuestas como la figura mejor posicionada para regresar a La Moneda.

Reservada cena en el restaurante favorito de Bachelet en Nueva York

En el 767 de la 2a. Avenida, en Manhattan, a un costado del Daily News Bulding -el edificio que sirvió de locación para el Daily Planet, donde trabajaba el personaje de Clark Kent en Superman, la película de 1978-, se encuentra Cibo Ristorante.

El local de comida italiana, calificado como "casual y a la vez elegante", fue el favorito de Michelle Bachelet durante los años en que vivió en Nueva York como secretaria ejecutiva de ONU Mujer.

Fue allí, afirman cercanos al presidente electo, donde Bachelet se juntó a cenar con Sebastián Piñera y Cecilia Morel el 20 de septiembre de 2011, en una cita que se había mantenido en reserva hasta ahora.

El entonces Jefe de Estado y la primera dama asistían a la Asamblea General de la ONU. Ese mismo día, Bachelet y Morel se habían reunido por más de 30 minutos, tras participar de un seminario organizado por ONU Mujer, y habían coincidido en la importancia de empoderar a las mujeres. Bachelet había valorado, además, la reciente aprobación en Chile del posnatal de seis meses, y Morel destacaba el trabajo de la ex mandataria en favor de las mujeres.

En ese ambiente, habría surgido la idea de cenar en el restaurante recomendado por Bachelet y ubicado a pocas cuadras del edificio de la ONU y de las oficinas de la ex mandataria, cita a la que se sumó Piñera y en la que no partici

Boleros, política y habanos en La Bodeguita del Medio

Varios fueron los gestos que Piñera hizo en favor de Bachelet a fines de enero de 2014, cuando el entonces Mandatario invitó a la presidenta electa al viaje a La Habana, a la Cumbre Celac.

En el vuelo de ida, afirman ex colaboradores de Piñera, el Jefe de Estado le cedió el asiento presidencial a Bachelet.Y a diferencia de lo que había ocurrido cuatro años antes, cuando le correspondió a ella sumarlo a la cumbre en México, esta vez no hubo agendas paralelas: Bachelet asistió a todas las bilaterales que sostuvo Piñera con otros jefes de Estado, entre ellos el Presidente de México, Enrique Peña Nieto; el de Colombia, José Manuel Santos, y el de Perú, Ollanta Humala.

Pero hubo otro gesto que pasó inadvertido a la prensa que cubrió la gira y que en ese momento despachaba a Santiago los pormenores del evento. El 30 de enero de 2014, tras la clausura del encuentro internacional y antes de abordar el avión de regreso a Chile, Piñera y Bachelet fueron por un par de horas a la famosa Bodeguita del Medio, un restaurante icónico de La Habana, por ser uno de los lugares preferidos de escritores célebres, como Ernest Hemingway, políticos e intelectuales.

Allí hablaron de la situación política cubana, cantaron algunos boleros y cuando la velada ya terminaba se repartieron habanos. Acompañados tan sólo de una reducida parte de la delegación oficial chilena, entre ellos el ex ministro de la Segpres Cristián Larroulet, el canciller Alfredo Moreno, la directora de programación de Piñera, María Irene Chadwick, y la futura jefa protocolar de Bachelet, Gloria Navarrete, quienes recuerdan el episodio aseguran que ha sido uno de los encuentros más distendidos que han tenido ambos mandatarios.

"Mi familia no me falló", la frase de Piñera que desató la furia de Bachelet

"Una de mis principales preocupaciones cuando era candidato y cuando fui elegido Presidente era la conducta de la gente que estaba en mi círculo más cercano. Debo reconocer, y quiero agradecer, que desde ese punto de vista, mi familia no me falló". Febrero de 2016 y el, por esos días, ex presidente Piñera comentaba por primera vez -en una entrevista- su visión respecto del bullado caso Caval, que por esa fecha cumplía un año desde su destape.

La frase del ex mandatario desató la furia de la Presidenta Michelle Bachelet, quien se enteró de los dichos de Piñera mientras descansaba en su residencia en el Lago Caburgua.

Bachelet consideró inadecuada la declaración de Piñera, pues apuntaba directamente a su hijo y ex director sociocultural de la Presidencia, Sebastián Dávalos. Una situación que todos reconocían como delicada para la Mandataria y que ella misma había calificado como "dolorosa".

En La Moneda decidieron hacer explícita la molestia y la entonces vocera subrogante, ministra Claudia Pascual, realizó un punto de prensa y afirmó: "Nos parece inapropiado referirse a las familias de otras personas".

El ministro del Interior, Jorge Burgos, en tanto, quiso manifestar aún más la indignación y comentó: "Déjeme calificar las declaraciones del ex presidente Piñera de chatas. Creo que no aportan, son chatas, son pequeñas, bajitas".

La tradición: llamadas telefónicas y desayunos

Tres veces han desayunado juntos y tres veces se han hecho los ya tradicionales llamados telefónicos para felicitarse por sus respectivos triunfos en las elecciones.

Quienes conocen de cerca a Michelle Bachelet y Sebastián Piñera dicen que basta con escuchar el tono de la conversación en sus llamadas telefónicas y el trato que se dan cuando se han visitado en sus residencias para conocer cómo es la relación que ambos mantienen: de respeto, se llaman por el cargo de Presidente o Presidenta y jamás se tutean.

Estos espacios, a su vez, han dado tiempo también para el humor y conversaciones distendidas, como cuando el 16 de diciembre de 2013 Piñera llegó hasta la residencia de Bachelet en La Reina. Quienes estuvieron en ese encuentro recuerdan que la Presidenta le comentó a Piñera que se estaba recién instalando, tras sus años en Nueva York. "La echaban de menos, le va a ser fácil instalarse", le contestó Piñera, haciendo eco al 62,17% que alcanzó en las elecciones presidenciales.

Tres años antes, había sido el turno de la Presidenta de felicitar a Piñera. En esa ocasión, el 17 de enero de 2010, y al igual como lo hizo en estas elecciones, Piñera le pidió sus consejos a Bachelet. "Está conmigo mi mujer, Cecilia, su amiga", le comentó en esa ocasión Piñera a Bachelet, y de manera poco usual, la futura primera dama tuvo un breve diálogo con la Mandataria.

Ocho años después, Bachelet también rompió las costumbres y llegó de manera sorpresiva junto al ministro del Interior, Mario Fernández, a desayunar con Piñera hasta San Damián.