— Sergio, ¿echas de menos a tu padre?
— Lo que realmente extraño es a mi yate.
— ¡Pero si no tienes yate!
— Por eso mismo. ¿Cómo voy a echar de menos algo que nunca he tenido?
Esta conversación ocurrió hace pocos meses entre Sergio Jadue y un amigo que quería saber lo que el actual presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) pensaba de su padre. El tema es sensible para el dirigente. Y pese a que en esta charla prefirió tomárselo con ironía -desconcertando, de paso, a su interlocutor-, ése es uno de los ítems con el que este hombre de 31 años ha debido lidiar en su corta, fugaz y polémica carrera para llegar a ser la cabeza del fútbol nacional.
En La Calera, la ciudad donde nació y creció -y donde vivió hasta hace un año y medio, antes de mudarse a Huechuraba, en Santiago-, no sólo conocen esta historia de un joven que debió acostumbrarse a la ausencia paterna desde los cuatro años. También se comenta su carácter impulsivo y esa cualidad de estar siempre en el lugar justo, en el momento preciso. Sólo así se explican que, en apenas tres años, desbancó a la antigua generación de dirigentes del club deportivo Unión La Calera, los mismos a quienes de niño llamaba tíos y que hoy son detractores de su estilo. No son los únicos.
En Santiago, desde que el 14 de enero asumió la presidencia de la ANFP, en reemplazo de Harold Mayne-Nicholls, prácticamente todos los días alguien pide su renuncia. Y no son pocos los que lo sindican como uno de los rostros clave en la crisis que vive la asociación: sin ir más lejos, esta semana seis miembros de la directiva pusieron sus cargos a disposición. Y si bien en Santiago varios siguen sorprendiéndose con el nuevo mandamás de la organización -hace pocos días le gritó "cállate imbécil" a un hincha que lo insultó antes de un viaje a la sede de la FIFA en Zürich-, en La Calera no hay sorpresa. Porque fue allí donde empezó la historia en la que Jadue se fabricó a sí mismo.
-Sergio, ¿echas de menos a tu padre? -Lo que realmente extraño es a mi yate. -¡Pero si no tienes yate! -Por eso mismo. ¿Cómo voy a echar de menos algo que nunca he tenido? Esta conversación ocurrió hace pocos meses entre Sergio Jadue y un amigo que quería saber lo que el actual presidente de la ANFP pensaba de su padre.
Clave 1: El origen
No nació con el nombre con que hoy llena sus tarjetas de presentación. Sergio Jadue Jadue empezó a llamarse así recién a los 18 años, cuando dejó de ser legalmente Sergio Cortez, el mismo nombre de su padre. A esa edad, el actual presidente de la ANFP decidió llevar, repetido por dos, sólo el apellido de su madre, Gloria.
Su padre partió a trabajar a Canadá y Sergio nunca más lo volvió a ver. Nadie supo más de él. Ni su madre ni su hermana menor. Hasta hoy, Jadue no ha recibido ni una carta ni un llamado ni una foto. "Ni siquiera recuerda su cara", dice un cercano.
Jadue se crió con su madre en la casa de su abuelo materno, José, uno de los fundadores de Unión La Calera y conocido en la ciudad por su gran parecido al periodista deportivo Julio Martínez. Él cumplió el rol de padre, hasta que murió en 1988.
La casa de los Jadue -uno de los clanes locales más influyentes de La Calera y rivales históricos de los Chahuán- está ubicada en la céntrica calle Carrera, en el segundo piso de los locales comerciales, que también son de ellos y hoy tienen en arriendo. Allí, su madre, quien se encargó sola de la crianza de sus hijos, le inculcó que tenía que ser líder. De ahí en adelante, su primogénito siguió la orden al pie de la letra.
En el Instituto Rafael Ariztía de Quillota (IRA) fue muy buen alumno. También, siempre fue parte de las directivas de curso. Eso hasta que, en tercero medio, no le renovaron la matrícula. La causa fue su pésima conducta. Un confuso incidente con el director -algunos hablan de empujones, otros de que el estudiante le hizo zancadillas- terminó con su expulsión del colegio. Y con el rápido ingreso al Paideia, un establecimiento conocido por recibir a alumnos repitentes y con problemas de disciplina de Quillota.