Para quienes hayan estado viviendo bajo una roca en los últimos meses, Cuevana es un sitio argentino en donde se pueden ver, vía streaming, películas y series de televisión con gran calidad de imagen. Similar a Netflix, pero absolutamente gratis. El resultado es uno de los sitios con más tráfico en Latinoamérica, con más de 2.2 millones de visitas. Es entendible. El problema es que el sitio, por mucho que guste, es ilegal.

Cuevana no aloja contenidos; funciona como una especie de sitio espejo que permite la reproducción de películas y series a través de archivos localizados quién sabe dónde. Hace poco, el canal Telefé intentó demandarlos, pero tuvo que echar pie atrás -incluso con orden de Telefónica España, dueña del canal- ante la posibilidad de una revuelta online por parte de los usuarios. Incluso Netflix, competencia directa de Cuevana, ha dicho que no los toman en cuenta como tal, lo que no deja de ser raro. A lo mejor es el peso de Cuevana.

De todos modos, sus días podrían estar contados. Hace pocos días, el gigante  HBO entabló la primera demanda formal contra Cuevana. Está por verse qué va a suceder finalmente. En casos como este, muchas veces la realidad supera la ficción.