Resulta triste que el barrio Italia, que tiene todo el potencial, las ganas y la materia prima para ser el Palermo de este lado de la cordillera, caiga al mismo tiempo en tropiezos que perjudican el circuito. Porque se trata justamente de eso: de que un barrio seduzca a la primera, segunda y tercera cuadra por cosas diferentes, pero compatibles. Al llegar al Santa Bohemia, sin embargo, el barrio pierde esa continuidad a la que aspira. Llegamos preguntando por la especialidad de la casa. "Cebiches y sándwiches", nos dicen. Y les hacemos caso.

El Cebiche tradicional de salmón ($ 5.200) llega nadando en limón, insípido, en cortes irregulares, con exagerada cebolla, perejil y con una sorpresa no declarada: tomate. Sí, cebiche con tomate, que evidentemente nos recuerda a un gran pebre marino. Ergo, de tradicional nada. Luego, los otros baluartes: el Sándwich de pollo grillado ($ 3.900), en marraqueta totalmente quemada, con un bosque de berros que se desborda, mayonesa industrial y gruesos cortes de pollo seco. El de Plateada ($ 3.900) acusa el mismo problema con el pan, pero al menos la palta llega impecable, cremosa, y su carne blanda, aunque sin sabores marcados. Todo lo anterior abrazado por una puesta en escena algo pálida, oscura, y con un servicio inexperto, aunque amable. Así las cosas, de santa poco. Y de bohemia, mucho: su cocina está definitivamente trasnochada.

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