Revista Que Pasa

Todos contra Pauls

Gastón Pauls es el villano de Paseo de oficina,  la nueva película del Rumpy. En Argentina, acaba de estrenar una comedia a lo Alta fidelidad, pero también sigue cuestionado por el quiebre de su productora, Rosstoc. El actor se defiende: "Nadie puede decir que yo firmé un contrato drogado".

Gastón Pauls tiene Santiago a sus pies. Está sentado en el piso 21, en el lounge del San Cristóbal Tower, con una vista de la ciudad casi en 360 grados. De seguro que Blas Benedetto, su personaje en Paseo de oficina, vendría a tomarse un trago aquí. Benedetto es el villano de la nueva película del Rumpy, el ejecutivo de una multinacional que lidera la reestructuración de la empresa Supermercados Océano. Un tipo despreciable y cínico, que viste de lino y sombrero panamá, y que lanza frases como ésta: "Las mujeres son como las pelotas de fútbol. Hay que jugar un rato con ellas y patearlas bien lejos".

“Esa frase se me ocurrió a mí”, dice Pauls, que ahora viste de negro y es la principal carta de

promoción de Paseo de oficina, que se estrenó esta semana. Pauls, figura del cine argentino por películas como Nueve reinas y Nueces para el amor, ha estado dando entrevistas durante todo el día y ahora sólo tiene 40 minutos exactos para defender a Blas Benedetto.

“De alguna manera, como cualquier personaje que haga yo, aunque sea el peor de los asesinos, uno como actor tiene que defenderlo, entenderlo y justificarlo, por lo menos en el momento del rodaje”, dice Pauls. No es fácil defender a Benedetto. Su irrupción en el paseo de oficina de Supermercados Océano, pomposa, arriba en un helicóptero, lo convertirá en el antagonista de Leonardo Rebolledo, el jefe de personal que interpreta Luis Gnecco. Pese a esa mesiánica llegada, todos los empleados de Supermercados Océano sospechan que tras Benedetto vendrán los despidos.

Benedetto, reconoce Pauls, “ es el antitodo, el anticariño, el anticálido, anti muchas cosas, antihumano podría ser, pero a la vez es muy humano. Mi personaje viene a representar algo que ocurre cada vez más en el mundo: empresas grandes comiéndose a las empresas chicas, imponiendo reglas nuevas, y al que no le gusta que se muera. Todo eso es antipático, pero también es lo que somos, en lo que una parte de la humanidad se está convirtiendo”.

Lejos de la pachanga del resto de la película -que incluye una aparición de Américo y un Fernando Godoy siempre al borde de la caricatura-, las mejores líneas del guión (firmado por Rumpy y Álvaro Díaz) están en boca de Pauls y Gnecco. Atrapados en un pozo, Benedetto y Rebolledo se ven las caras y se dicen de todo. “En esa escena Rumpy tuvo un gesto de generosidad y nos dejó jugar a Luis Gnecco y a mí, pudimos improvisar un poco, textos que me aparecían, otros que propuso Rumpy, otros que propuso Luis, fuimos armando el rompecabezas que era el pozo ése”, cuenta Pauls. Y ahí justamente fue cuando se le ocurrió la frase de las mujeres y las pelotas:  “Lo que quería decir con esa frase es que él tiene una teoría para todo, de que el mundo se está muriendo y que hay que pisar cabezas porque si no nos van a pisar la cabeza a nosotros”.

Benedetto, su personaje en "Paseo de oficina", es el estereotipo del argentino canchero y conquistador de mujeres. "Queríamos reírnos de eso, a mí me causa gracia y me parece patética también esa superioridad que tienen ciertos argentinos", dice Pauls.

Benedetto es el estereotipo del argentino canchero y conquistador de mujeres, en este caso, de la psicóloga de la empresa (Manuela Oyarzún), amor platónico de Rebolledo, y claro, amante del ejecutivo. “Queríamos reírnos de eso, a mí me causa gracia y me parece patética también esa superioridad que tienen ciertos argentinos, que vos decís, ‘¿cómo sabes tanto de todo?’, ‘¿qué hiciste?’, una cosa de mucha seducción, de aparente seguridad”.

Mientras comenta todo esto, Pauls cuenta que no come carne. Lo menos argentino para un argentino. “En Argentina decís que no comés carne y todos te miran como si fueras un extraterrestre o un homosexual”, dice. Hace 17 años que no prueba un asado (“dejé de comer carne porque no quiero matar más animales”) ni tampoco toma mate (“nunca me voy a tomar un mate en mi casa, no sé hacerlo”). Y pese a ser de Buenos Aires, hace un tiempo se fue a vivir lejos de la ciudad, para huir de ese “porteño altanero y soberbio” que en todos lados grita. Así, la confesión llega, inevitable: “Yo, en ese sentido, soy bastante poco argentino”.

En la polémica

En enero, Gastón Pauls cumplió 40. El hombre que partió como galán haciendo teleseries sigue manteniendo intacta esa aura. Pero su vida no es la de un galán. Pauls ahora es un hombre de familia, emparejado con la actriz Agustina Cherri y padre de dos hijos. Muy distinto de los personajes de Días de vinilo, la comedia que acaba de estrenar en Argentina, y que las críticas -bastante positivas- han calificado como una suerte de Alta fidelidad en versión porteña. Dirigida por Gabriel Nesci (director de Todos contra Juan, exitosa serie argentina protagonizada y producida por Pauls), la cinta cuenta la historia de un grupo de amigos ya cerca de los 40, fanáticos de la música y solteros, hasta que uno de ellos decide casarse.

Pauls, que tiene a Alta fidelidad en el listado de las diez películas favoritas de su vida, dice: “Son cuatro amigos, mi personaje va relatando la película en off, es guionista y cineasta, es un poco el álter ego del director, dice que en realidad somos amigos sólo porque vivíamos en el mismo barrio. ¿Por qué son amigos, si no se hablan, si no se escuchan? Es una película que casi irónicamente habla de la amistad”.

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