Fue un rapero estadounidense quien hizo el más inteligente disco político de este año (no hay lista especializada que no incluya al incisivo To pimp a butterfly, de Kendrick Lamar, entre lo mejor de 2015), pero una voz inesperada, cómoda hasta ahora en el sofá mullido del llamado indie-folk, articuló esta vez la mejor denuncia de la rutina de los privilegiados de su país. Referencias agudas a los descubrimientos y las crisis de la vida adulta levantan I Love You, Honeybear, el segundo disco de Josh Tillman (Father John Misty, en su nombre artístico), y entre ellas la canción "Bored in the USA" aparece como el quiebre de sarcasmo extremo, una descripción despiadada del tedio en el que avanzan los días idénticos de un profesional de clase media, sostenido por antidepresivos, repactaciones de su deuda universitaria, objetos inservibles y un matrimonio de rutina. "¿Puedo pedir la devolución de mi dinero?", pregunta hacia mitad del tema, como en un destello fugaz de lucidez ante la estafa de la cual ha sido víctima.
Además de las pulidas armonías y la calidez de la voz, el valor de I Love You, Honeybear está en cómo equilibra códigos rara vez combinados en la cantautoría de los últimos años: observación social sin prédicas, irónica con los otros y a la vez autocrítica, anclada a la tradición de su género, pero atenta a los nuevos síntomas de su generación. Hubo un tiempo en que "los mejores discos del año" eran efectivamente un canon, la fotografía bien definida de doce meses con una oferta musical contenida en un cauce medible. Es otra de las cosas que internet cambió. Las listas con la mejor música reciente se han vuelto invitaciones más que imposiciones de verdad histórica, y en el poblado e inabarcable mapa de la cantautoría joven, la propuesta de Tillman cierra el año como la más seductora.
"I Love You, Honeybear", de Father John Misty.