"Trabajadores", extraordinariamente cuidadosos en sus acciones, santiaguinos, astutos y renuentes al consumo de drogas. Así define la policía de Hamburgo a los delincuentes chilenos que, desde fines de los noventa y especialmente en los últimos años, tienen en aprietos a las autoridades de la ciudad portuaria del norte de Alemania.

En conversación con Qué Pasa, el portavoz policial Andreas Schöpflin entregó detalles para explicar por qué los ladrones provenientes de Chile son tan difíciles de controlar. No sólo porque los ciudadanos chilenos pueden ingresar libremente al espacio Schengen, sino también porque suelen ser personas sin antecedentes policiales que viajan a Alemania sólo a robar. El botín lo llevan de regreso a Chile y permanecen poco tiempo en Hamburgo, para minimizar los riesgos.

El funcionario señala que los antisociales, casi todos provenientes de Santiago, son "muy trabajadores", pues no buscan cualquier ocasión para cometer sus delitos, sino que elaboran sus golpes para obtener las mayores ganancias posibles de una sola vez. No alojan en hoteles, sino en casas de otros sudamericanos, nunca entregan sus identidades reales a sus contactos, no se relacionan con el consumo de estupefacientes y son "muy conspirativos", dice Schöpflin, lo que los lleva a tomar una serie de resguardos para evitar caer en las manos de la policía.

Cuando eso de todas maneras ocurre, las penas a las que se enfrentan son muy bajas: hasta seis semanas por un delito simple, hasta tres años por actos reiterados.