Se llama BD+20594b y, en realidad, es imposible que exista. O al menos eso se creía antes de que Néstor Espinoza, estudiante de doctorado de la Universidad Católica, hiciera una serie de cálculos que al principio pensó que no podían ser correctos. Hasta que los repitió suficientes veces.
Junto a un equipo que incluye a astrónomos de la UC, la U. de Chile y de la U. de Oxford, el chileno descubrió en septiembre del año pasado, utilizando datos recogidos por la misión Kepler de la NASA, que busca encontrar planetas "terrestres", un planeta 16 veces más masivo que la Tierra, compuesto mayormente de rocas. Y ese es el punto: hasta ahora la ciencia creía que un cuerpo de este tamaño sólo podía ser de naturaleza gaseosa.
Tras los primeros cálculos, basados en las leyes de Kepler, el grupo de astrofísicos viajó al Observatorio Astronómico La Silla, en La Serena, a comprobar que no se tratara de un error matemático. Hoy están seguros:BD+20594b es efectivamente el planeta rocoso más grande la historia.
El hallazgo, que ya fue enviado para su publicación a la prestigiosa revista Astrophysical Journal, está ubicado en la constelación de Aries, y dará paso a investigaciones sobre un nuevo grupo de planetas que podrían tener características similares.